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En la popular canción, "Lo que digas" de Martina McBride, la letra incluye una línea que dice: "Sé que puedes oírme, pero no creo que me estés escuchando". Este verso es parte de una canción que habla de alguien que solo quiere ser oído y escuchado. Estas líneas junto con las otras que siguen, resuenan en mujeres de todos los tipos y edades. Como mujeres, ¿no es eso lo que realmente queremos la mayor parte del tiempo? ¿Solo ser escuchadas? No buscamos una respuesta a nuestras preguntas, ni una solución o un terapeuta.
¿Cuántas veces nos han dicho que no creían que realmente los escucháramos? ¿O con qué frecuencia les decimos eso a los demás? En mi propia experiencia, he descubierto que las cosas van mucho mejor y podemos entendernos unos a otros si nos detenemos y nos tomamos el tiempo para realmente escuchar. Cuando solo escuchamos la mitad de una historia o una explicación, podemos sacar conclusiones rápidamente o interrumpir a la otra persona, sin dejar que se explique por completo. Proverbios 18:13 describe las consecuencias de tales acciones: "Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio".
Es posible que nos sorprenda lo útiles que podemos ser cuando sinceramente les damos a los demás la oportunidad de contar la “historia completa” y les prestamos toda nuestra atención cuando hablan, permitiéndonos entrar en sus vidas para expresar lo que tienen en el corazón. Se nos dice: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45). También he oído decir: "Si te quedas callado y dejas que alguien hable, ¡por lo general lo hará!". Una lengua silenciosa puede ser una herramienta poderosa. Como dice Proverbios 17:27–28: “El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido. Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido".
A menudo, los hombres, por más útiles que quieran ser, prefieren dedicarse a la resolución de problemas, tratando de encontrar soluciones o arreglar el problema. Es posible que no comprendan por qué las mujeres quieren hablar de lo mismo una y otra vez. El popular libro Los 5 lenguajes del amor del Dr. Gary Chapman es una herramienta útil que nos enseña a comprendernos mejor y nos muestra cómo responden los demás a los diferentes métodos de interacción.
Las mujeres se juntan para ir de compras, para ir a almorzar o para simplemente hablar; así es como nos entendemos y nos relacionamos, y construimos vínculos más estrechos con nuestras hermanas en Cristo mientras conversamos, pues de esa manera nos desahogándonos, comentamos nuestras inquietudes y nos apoyándonos. Leemos en Santiago 1:19 que debemos ser, "Pronto[s] para oír, tardo[s] para hablar, tardo[s] para airarse". Si participamos seriamente en una conversación, debemos escuchar lo que la otra persona dice. Si usted está pensando cómo va a responder o qué va a decir mientras la otra persona está hablando, es posible que no esté escuchando completamente, porque su atención está en otra cosa.
Escuchar es un arte. Debemos aprenderlo y practicarlo. Sin embargo, incluso cuando sentimos que nadie nos escucha, debemos recordar que tenemos un amigo más cercano que un hermano (Proverbios 18:24). Cristo es el ejemplo perfecto de alguien que a menudo no tenía a nadie que lo escuchara. A lo largo de su vida como hombre, muchos estaban en su contra, y ni siquiera sus discípulos lo entendían completamente, pero tenía a su Padre con quien siempre podía contar. Cuando nos sintamos solos y abandonados, recordemos que podemos conversar con Dios mediante nuestras oraciones.