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El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, prohibió ritos religiosos y oración en la ceremonia del décimo aniversario del ataque del 11 de septiembre.
Esto produjo fuertes comentarios. El exvicealcalde de Nueva York, Rudy Washington, observó: "Esto es Estados Unidos, y que en un servicio conmemorativo no se haga una oración, me parece una locura… Siento que Estados Unidos se ha desviado. Estoy muy molesto. Esto es una locura".
El popular teleevangelista y excandidato presidencial, Pat Robertson, comentó: "Esto va con las mejores tradiciones de nuestra nación, el que conmemoremos la valentía, la audacia y el sacrificio con la súplica al Autor de la vida… Estoy francamente sorprendido de que el alcalde Bloomberg crea que le hace un favor a Nueva York eliminando lo espiritual en una conmemoración de la tragedia, el dolor y el sacrificio heroico". En respuesta a las críticas, la oficina de Bloomberg comentó que el enfoque "sigue en las familias de las víctimas" (www.newsmax.com, 25 de agosto).
Hace miles de años, Dios confrontó a Moisés con la pregunta: "¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?" (Nm. 14:11).
Dios les advirtió a los antiguos israelitas y a sus descendientes actuales: "Si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos… y vuestra alma menospreciare mis estatutos… yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror" (Lv. 26:14-16). Dios "permitió" que un acto de terror golpeara a Nueva York hace diez años, sin embargo, la nación y sus líderes siguen rechazando a Dios. Este mismo Dios claramente dice que Él "no puede ser burlado" (Gá. 6:7).
¿Qué hace falta para que las naciones que han sido tan bendecidas vuelvan a Dios?