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Hace miles de años Dios ordenó a su pueblo: "Afligiréis vuestras almas" o "ayunar", por lo menos una vez al año en el día de Expiación (conocido como Yom Kipur por los judíos, Lv. 23:27).
Tanto Jesucristo como el apóstol Pablo entendían las razones espirituales del ayuno (Mr. 9:29; Hch. 27:9). Aunque el propósito de Dios para ayunar (mantenerse sin agua ni comida) era un medio espiritual para acercarnos más a Él, diseñador del cuerpo humano, Él sabía que también habría beneficios importantes para la salud. De acuerdo con un informe reciente: "Actualmente hay nuevas pruebas que demuestran que ayunar ocasionalmente… también tiene sus beneficios". Estos beneficios incluyen "una disminución en los niveles del factor de crecimiento de una hormona vinculada con el cáncer y la diabetes, así como una reducción en el colesterol ‘malo’ LDL y los triglicéridos (grasas) en la sangre". Otro beneficio es que se reducen los radicales libres, moléculas dañinas vinculadas a enfermedades. Los estudios también sugieren que los niveles de inflamación se pueden reducir. Y ahora también se presenta la idea de que el ayuno protege el cerebro, reduciendo el riesgo de enfermedades degenerativas como el Parkinson y el Alzheimer (Mail Online, 27 de febrero). El ayuno es una de las cuatro herramientas poderosas para el crecimiento espiritual (junto con la oración regular, el estudio bíblico y la meditación); y cuando se realiza periódicamente, también tiene beneficios importantes para la salud.—Scott Winnail, Dwain Crisman y Annette Wright