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"Los divorciados son más propensos a sufrir ataques al corazón que las parejas que permanecen casadas, sugiere una investigación estadounidense" (BBC, 15 de abril del 2015).
Según un estudio de la Universidad Duke de más de 15.000 personas: "Las mujeres que se divorciaron durante el tiempo que duró el estudio fueron 24% más propensas a haber tenido un ataque al corazón que las mujeres que permanecieron casadas. La cifra fue de un 77% para las que tuvieron múltiples divorcios" (ibídem). La investigadora señaló: "Este riesgo [ataque cardiaco] es comparable a la hipertensión o diabetes, así que ahí está, es algo importante". Lamentablemente, volverse a casar después de un divorcio reduce muy poco el riesgo de un ataque al corazón, según el estudio (ibídem). Los investigadores creen que "el estrés crónico, vinculado al divorcio, tiene un impacto a largo plazo sobre el organismo". Los hombres también están más propensos a un ataque cardiaco cuando se divorcian, pero el riesgo es menor que el de las mujeres (ibídem). La Biblia claramente dice que Dios realmente "aborrece" el divorcio (Malaquías 2:16), porque Él es un Dios de amor (1 Juan 4:8), que ha dado a los seres humanos sus leyes para nuestro beneficio (Deuteronomio 4:1). Las investigaciones modernas que documentan el impacto negativo del divorcio en la salud física, así como los efectos negativos en los niños a largo plazo, revelan "por qué" Dios aborrece el divorcio. Las investigaciones modernas también documentan las beneficiosas enseñanzas de la Biblia y cómo traen bendiciones e incluso una "larga vida".