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¿Por qué tantas personas ven la Biblia como algo misterioso? ¿Por qué hay tantas ideas diferentes sobre doctrina entre personas que profesan el cristianismo? ¿Por qué no predican los ministros aquello que la Biblia dice claramente? ¿Por qué el "cristianismo" moderno es tan radicalmente distinto del cristianismo en tiempos de los apóstoles? Las respuestas a estas importantes preguntas se encuentran en una serie de profecías bíblicas ¡que ahora mismo están cobrando vida!
Históricamente, Iberoamérica, buena parte de Europa, América del Norte, Australia y partes de África se han considerado culturas "cristianas". Sin embargo, muchos estudios revelan que el actual "cristianismo de consumo" es algo muy superficial y que existe una enorme ignorancia respecto de la Biblia y la doctrina cristiana. Por ejemplo, la asistencia a servicios religiosos semanales en la Europa "cristiana" es menos del 10 por ciento. No es extraño que muchos cristianos profesos tengan escaso conocimiento de las Sagradas Escrituras y sepan muy poco sobre la historia y el desarrollo de sus propias creencias y doctrinas.
Una causa de este deterioro es la manera como las iglesias forman a sus futuros líderes. Los planes de estudios están plagados de suposiciones anti-sobrenaturales. Según investigadores, muchos seminaristas "no saben los nombres de la mitad de los libros de la Biblia, o si Calvino fue anterior o posterior a Agustín, ni qué significa decir que Cristo descendió a los muertos o que obró ‘conforme a las Escrituras’, qué es la ira de Dios ni cómo entender el juicio final de vivos y muertos" (La iglesia vacía, Reeves).
Bajo la influencia de la crítica bíblica moderna "los milagros de Jesús se convierten en inventos de la iglesia primitiva. Las narraciones de la intervención de Dios en favor del pueblo de Israel se reducen a leyendas y mitos. Las expresiones de esperanza por la venida de Cristo como un hecho futuro dentro de la obra redentora de Dios son un simple anhelo, la proyección de expectativas no realizadas entre los primeros seguidores de Jesús" (op. cit.). Como resultado de esta formación errónea de los dirigentes religiosos, "los graduados suelen salir con escasa fe en la honradez de las Escrituras, con un conocimiento mínimo de la historia eclesiástica y la teología ortodoxa y con montón de conceptos sobre temas políticos y sociales bien ajustados al pensamiento colectivo de moda" (op. cit.).
Considerando las muchas y diversas influencias que desde hace tantos años vienen desviando a la gente de la Verdad, no debe extrañarnos que el "cristianismo" moderno difiera tanto del cristianismo apostólico de la Biblia; aunque este fenómeno sea desconocido para la mayoría de los cristianos profesos. Las Sagradas Escrituras muestran claramente que Jesús, sus discípulos y la Iglesia primitiva guardaban el día sábado y los días santos de la Biblia (Lucas 4:16; Juan 7:1–10, 37; Hechos 17:2; 18:21). Sin embargo, la mayoría de quienes profesan el cristianismo guardan el día domingo, lo mismo que la Navidad y la Semana Santa, fiestas religiosas que la Biblia jamás manda guardar. Al contrario, la Biblia condena las prácticas asociadas con tales fiestas, muchas de las cuales son simple legado del paganismo.
Muchos cristianos profesos creen que irán al cielo. Sin embargo, la Biblia afirma que "nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre" (Juan 3:13; ver también Hechos 2:29, 34; 13:36). Muchos creen que el mensaje del evangelio es simplemente "acepta a Jesús y serás salvo" pero las Escrituras revelan que "Jesús vino… predicando el evangelio del reino de Dios" (Marcos 1:13–14). Las Sagradas Escrituras muestran que su reino se establecerá en la Tierra cuando Él regrese (Apocalipsis 11:15–18), que los santos reinarán con Él sobre la Tierra (Apocalipsis 5:10, Daniel 7:27) y que se enseñará la ley de Dios a todo el mundo (Isaías 2:2–4; 9:6–7; 11:9).
Aunque el cristianismo apostólico proclamó estas verdades inspiradoras como parte del verdadero evangelio de Jesús, más tarde los teólogos, influidos por la filosofía griega, cuestionaron y finalmente rechazaron tales enseñanzas como herejías (ver Decadencia y ruina del Imperio Romano, Gibbon, capítulo 15). La mayor parte de quienes profesan el cristianismo hoy son "ciegos" ante estos importantes hechos históricos y bíblicos porque el líderes religiosos y los teólogos los ignoran, o bien se abstienen de predicar estos temas. ¿Por qué hay tal grado de ceguera entre gente que dice creer en el cristianismo?.
La Biblia revela que cuando el pueblo de Dios no le obedece, Él permite que caiga sobre ellos un velo de ceguera: "Por cuanto no serviste al Eterno tu Dios… … el Eterno no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír" (Deuteronomio 28:47-48; 29:4). Moisés predijo que la tendencia de Israel, y por extensión de todos los hombres, a rebelarse contra Dios (y la consiguiente ceguera espiritual que esto traería) iba a acarrear graves consecuencias "en los postreros días" (Deuteronomio 31:24–29). Satanás también tiene su parte en el fomento de esta ceguera entre los que no creen en las Escrituras (2 Corintios 4:3–4).
Los profetas hebreos reiteraron este tema, haciendo ver que la rebeldía contra Dios y el rechazo a sus caminos generan ceguera espiritual. Isaías escribió: "Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí… Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda " (Isaías 1:2–3; 6:9–10). Jeremías escribió: "Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye… he aquí que la palabra del Eterno les es cosa vergonzosa, no la aman" (Jeremías 5:21; 6:10). Jeremías también advirtió que por rechazar la palabra de Dios y porque "camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí… los profetas profetizaron mentira… y mi pueblo así lo quiso." (Jeremías 5:31; 16:11–13). Ezequiel advirtió que la desobediencia lleva a la ceguera espiritual y a enseñanzas falsas que seducen a la gente haciéndole creer mentiras (Ezequiel 12:2; 13:2–19). Este es un tema que aparece a lo largo de todo el Antiguo Testamento.
Jesucristo explicó que la profecía de Isaías (Isaías 6:9–10) también se refería a la ceguera espiritual que afectaba a los judíos de su época, que ni lo reconocían a Él como el Mesías ni entendían su mensaje (Mateo 13:10–15). El apóstol Pablo reveló que estas mismas profecías hablan de la ceguera espiritual de las naciones israelitas modernas (Romanos 10:1–3; 11:7–8; 2 Corintios 3:14–15), y del mundo entero que está bajo el engaño de Satanás (ver Apocalipsis 12:9). Si usted desea despejar la ceguera espiritual que afecta a tantos que hoy se llaman a sí mismos "cristianos", empiece a estudiar la Biblia atentamente y pídale a Dios que le abra la mente para captar lo que está leyendo. También puede solicitar el Curso Bíblico por Correspondencia de El Mundo de Mañana. Este curso le ayudará a comprender la Biblia y las centenares de profecías que hoy mismo están cobrando vida.