Las chicas ya no son chicas | El Mundo de Mañana

Las chicas ya no son chicas

Díganos lo que piensa de este artículo

Como padres, ¿estamos realmente atentos a nuestras hijas? Criar una hija en el mundo de hoy es como caminar en un campo minado… ¡con los ojos vendados! El punto quedó bien ilustrado con un artículo reciente de una popular revista canadiense que trataba de las dificultades que afrontan nuestros jóvenes. También quedó ilustrado con un encuentro deportivo entre niñas adolescentes.

En el artículo se explicaba cómo las niñas de hoy se crían dentro de una cultura hiper-sexual, con muñecas que reflejan la pasión por la última moda, avisos publicitarios de inspiración pornográfica, y el mensaje enviado por la música insinuando que los temas sexuales son la ruta más rápida para el éxito de la mujer. Las estrellas del momento muestran estilos de vida relacionados con la borrachera, y pasar días enteros en un salón de camas solares.

Este triste fenómeno quedó demasiado claro para mí en una competencia deportiva de mi hija adolescente. Sus compañeras de equipo eran jóvenes bien portadas, deportistas y de éxito académico. La mayoría venían de familias acomodadas. Estas chicas eran lo que el mundo llamaría estudiantes modelo. No obstante, al retrasarse el partido por el estado del tiempo, ocurrió algo inusitado e inquietante.

Para distraer al público impaciente, el encargado de los altoparlantes comenzó a pasar música que era sexualmente insinuante, con letra explícita e inapropiada, incluso para adultos. Mientras yo buscaba alguien que pudiera corregir este serio error, vi que muchas de las chicas del equipo, que evidentemente conocían bien las tonadas, se habían puesto de pie de un salto y empezaban a bailar al son de la música, haciendo contorsiones bien coreografiadas y sugestivas que parecían más aptas para un burdel que para un encuentro deportivo de la escuela secundaria.

Más aun me asombró ver que ninguno de los otros padres parecía inquietarse. Al contrario, algunos se sumaron a la locura del momento, indicando así su aprobación y afirmación de la conducta sexualmente insinuante de sus preciosas hijitas.

¿Es esta la conducta que deseamos enseñar a nuestros hijos? ¿Es este el camino de vida que nuestras hijas deben aprender? ¿Hemos considerado a dónde llevará? ¿Serán buenos los resultados? ¡De ninguna manera! (Levítico 19:29; Apocalipsis 21:8).

Por fin encontré al individuo encargado de la música, uno de los instructores deportivos de la escuela. Cuando le expliqué mi molestia, quedé atónito ante su justificación. Desatendiendo del todo la idea de que la música fuese inapropiada, sugirió que diferentes personas sencillamente tienen ideas diferentes sobre lo que es apropiado. También observó que este era el tipo de música que los jóvenes escuchan, y que los padres deben comprender que ellos no pueden controlar lo que sus hijos ven y oyen.

¿Estaba en lo cierto? ¡Claro que no! Los padres sí deben tomar nota de lo que sus hijos están viendo y oyendo, y deben enseñarles lo que está bien y lo que está mal. Debemos evitar que estén expuestos a material inapropiado, y debemos enseñarles a tomar sus propias decisiones acertadas para evitar lo que sea inapropiado. Debemos fijar las normas que regirán en la vida de nuestros hijos y no aceptar ciegamente la idea ridícula de que no tenemos responsabilidad por nuestros propios hijos.

Otro artículo de la misma revista ofrece los consejos de un médico de familia sobre cómo los padres pueden superar la influencia de los medios y los compañeros que amenaza con robar la inocencia y corromper la mente de nuestros hijos preciosos: "Los padres tienen una mentalidad de los años ochentas, creyendo que deben darles a sus hijos autonomía e independencia, dejar que sus hijos cometan errores. Un padre me dijo: ’No creo que sea asunto mío lo que mi hija haga en su página de Facebook’. Esa mentalidad de los ochentas es descabellada en el siglo 21. Los padres tienen que comprender que estos adolescentes han creado un mundo peligroso… los chicos de 15 años no son adultos, no son competentes para vigilarse a sí mismos y por eso necesitan que haya adultos metidos en su mundo" ("Macleans’, 10 de mayo de 2010).

Como padres y madres, tenemos que tomar en serio la responsabilidad que Dios nos ha dado de instruir a nuestros hijos (Proverbios 22:6). Lo podemos hacer bien si seguimos las instrucciones dadas por nuestro Padre en el cielo. Si usted desea navegar con seguridad y confianza por el campo virtual minado que es la crianza de los hijos en el mundo de hoy, ¡quítese el vendaje de los ojos, antes de que sea demasiado tarde para su familia!

MÁS ARTÍCULOS DE ESTA EDICIÓN

Mostrar todos