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Se acerca el inicio de la cuenta regresiva más dramática y espectacular de la historia humana. La civilización tiene los días contados en el sentido literal de la palabra.
Pronto ocurrirá en el escenario del mundo una señal espectacular que dará comienzo a la cuenta regresiva que marcará el fin de los últimos seis mil años de historia humana y el lanzamiento de una nueva era gloriosa que colmará los anhelos recónditos de paz y felicidad que alberga el ser humano.
Esa era gloriosa será el establecimiento de un gobierno único y perfecto que abarcará toda la redondez de la Tierra.
El nombre de ese gobierno es el Reino de Dios y estará encabezado por Jesucristo mismo, quien regirá personalmente el destino de todos los pueblos del mundo desde la ciudad de Jerusalén, futura sede y capital mundial de su gobierno.
¿En qué nos basamos para tener la absoluta certeza de lo que aún no se ve? ¡En los cumplimientos verificables e irrefutables de sucesos históricos que habían sido anunciados de antemano! Como veremos a continuación, son hechos que constituyen la prueba y la garantía de que lo que falta por cumplirse también ¡se cumplirá!
Veremos unos cuantos ejemplos que servirán como testimonio contundente, para quienes tengan "oídos para oír" (Mateo 13:43). Los demás se convencerán cuando se cumplan las cosas que, con toda sinceridad les queremos transmitir.
El propósito primordial es que se produzca en sus vidas un cambio radical y profundo que se llama "arrepentimiento", lo cual significa dejar de transgredir las leyes de Dios, y empezar a caminar por la senda de sus mandamientos (Salmos 119:1-10, 32; Mateo 19:16-19).
Los que se decidan de todo corazón a emprender y a seguir la senda estrecha "que lleva a la vida" (Mateo 7:14), serán considerados "dignos de escapar" (Lucas 21:33-36) de los sucesos cataclísmicos que marcarán el fin de esta era, y el establecimiento del gobierno de Dios sobre toda la faz de la Tierra (Daniel 2:35, 44; 7:27).
Si el amigo lector desea tener un concepto claro de lo que significa "arrepentirse" y seguir el camino de vida que conduce al Reino de Dios, lo invitamos a que nos solicite el folleto Los diez mandamientos; el cual con mucho gusto le enviaremos absolutamente gratis. También lo puede descargar de nuestro sitio en la red: www.mundomanana.org.
He aquí lo que Dios declara con respecto a su poder para anunciar de antemano lo que sucederá en el futuro. El Dios Creador nos lanza un desafío a los seres humanos:
"Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir. Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses" (Isaías 41:22-23).
¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir" (Isaías 44:7).
"Así dice el Eterno, tu Redentor, que te formó en el vientre: Yo el Eterno, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que deshago las señales de los adivinos, y que enloquezco a los agoreros; que hago volver atrás a los sabios, y desvanezco su sabiduría" (Isaías 44:24-25).
"Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no se ha hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero" (Isaías 46:9-10).
Con esta introducción de parte del Omnipotente, traeremos a la memoria "cosas pasadas desde los tiempos antiguos" que fueron anunciadas "desde el principio" y que tuvieron su cumplimiento:
Por boca del profeta Jeremías, Dios anunció en dos ocasiones para que no quedara duda, ¡que el Imperio Neobabilónico, cuyo rey más destacado fue Nabucodonosor, habría de dominar durante 70 años la región del Oriente Medio que incluía a Israel y las naciones circundantes.
"Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho el Eterno" (Jeremías 25:11-12).
"Así dijo el Eterno: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar" (Jeremías 29:10).
Los hechos históricos innegables confirmaron el cumplimiento exacto de estas palabras inspiradas por Dios, las cuales se han preservado hasta nuestros días para que nos sirvan como testimonio de su veracidad.
Babilonia extendió sus dominios en el Oriente Medio después de la batalla de Harán, acaecida en el año 609 ac. Harán era el último bastión que le quedaba al Imperio Asirio después de la destrucción de Nínive, su capital, ocurrida en el año 612 ac. Desde entonces, Nabopolasar, rey de Babilonia, y su hijo Nabucodonosor II, llenaron el vacío de poder que los asirios habían dejado en todo el Oriente Medio. Así se inició el cumplimiento de las palabras que acabamos de citar: "Servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años".
El principal gobernante de Babilonia fue Nabucodonosor II, el que llevó cautivos a los judíos desde Jerusalén y de Judea hasta Babilonia. Después de la muerte de Nabucodonosor en el año 562 ac, sus descendientes reinaron en Babilonia hasta el otoño del año 539 ac; cuando Ciro el Grande, rey de los medos y de los persas, se tomó Babilonia, exactamente 70 años después del inicio del período profetizado por Jeremías.
Alguien podría asegurar que a Jeremías le fue fácil anunciar 70 años del dominio babilónico, puesto que vivió en esa misma época. La respuesta, sin embargo, es que la Biblia señala con precisión las fechas del inicio del fin del ministerio del profeta Jeremías:
"Las palabras de Jeremías… Palabra del Eterno que le vino en los días de Josías hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado" (Jeremías 1:1-2). El año decimotercero del reinado de Josías corresponde al año 626 ac. Estas fechas han sido establecidas después de meticulosa investigación por eruditos, expertos en la cronología del mundo antiguo.
"Le vino también en días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año undécimo de Sedequías hijo de Josías, rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto" (Jeremías 1:3). El mes quinto del año undécimo de Sedequías corresponde al mes de agosto del año 585 ac, fecha en la cual Jerusalén y el templo fueron destruidos (2 Reyes 25:8-10). Poco tiempo después de estos sucesos, habiendo concluido cuarenta años de ministerio, Jeremías desaparece de la escena. Aún faltaban cuarenta y seis años para que se cumplieran los setenta años que Dios había predicho por medio de él; acerca de la duración del dominio del Imperio Neobabilónico sobre la tierra de Israel y las naciones circundantes.
Veamos otra prueba asombrosa del poder de Dios cuando dice: "Anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no se ha hecho" (Isaías 46:10).
Por medio del profeta Isaías, Dios le puso el nombre propio a Ciro el Grande, fundador del Imperio Medopersa, más de 150 años antes de que naciera. El profeta Isaías escribió inspirado por Dios entre los años 740 y 720 ac acerca de Ciro, quien nació en el año 576 ac: "Así dice el Eterno a su ungido, a Ciro… te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy el Eterno, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste… Para que se sepa desde el nacimiento del Sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo el Eterno, y ninguno más que yo" (Isaías 45: 1, 3-4, 6).
Dios también declaró por medio de Isaías la función para la cual había predestinado a Ciro: "Yo [el Eterno], el que despierta la palabra de su siervo… que dice a Jerusalén: Serás habitada; y a las ciudades de Judá: Reconstruidas serán, y sus ruinas reedificaré; que dice a las profundidades: Secaos, y tus ríos haré secar; que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado" (Isaías 44:26-28). Al decir que habría de secar las profundidades y "tus ríos haré secar", la palabra "ríos" está en plural. En este contexto en el idioma hebreo se llama "plural de majestad" para indicar que se trata del gran río Éufrates. Dios predijo exactamente la forma como Ciro el Grande se iba a tomar Babilonia, cuyas murallas eran inexpugnables.
Ciro, simplemente, por medio de un canal desvió el caudal del gran río Éufrates, el cual penetraba en la ciudad de Babilonia por debajo de las murallas. Al bajar el nivel de las aguas, en medio de la noche, parte de las tropas de los medos y los persas entraron en la ciudad por el cauce casi seco del río, y abrieron las gigantescas puertas de bronce al resto del ejército de Ciro, quien fácilmente tomó la ciudad que festejaba, totalmente desprevenida, creyéndose invencible.
Acerca de las puertas de Babilonia, Dios había anunciado de antemano con respecto a Ciro: "Para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán… quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos" (Isaías 45:1-2). Como antes señalamos, Dios también había dicho de Ciro: "Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero". Como un pastor que lleva las ovejas al redil, el primer decreto de Ciro después de conquistar Babilonia fue publicar la libertad de los cautivos judíos, que habían sido llevados por Nabucodonosor, para que regresaran a su tierra:
"Al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra del Eterno por boca de Jeremías, el Eterno despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito, por todo su reino, diciendo: Así dice Ciro, rey de los persas: el Eterno, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la Tierra; y Él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea el Eterno su Dios con él, y suba" (2 Crónicas 36:22-23).
Sabemos que hay quienes no pueden creer que Dios tenga poder para anunciar de antemano, con tanta precisión, sucesos futuros. Un poco más adelante, en este artículo, pondremos "en orden" (Isaías 44:7) a manera de cuenta regresiva, una serie de sucesos que aún no se han cumplido, los cuales algunos de los que leen este escrito, vivirán para presenciar con asombro, cómo se harán realidad en su debido orden.
Hasta hoy Dios es quien traza y dirige el rumbo de la historia: "Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos" (Daniel 2:21).
Como antes señalamos, Dios se valió de Nabucodonosor para llevar cautivos a los judíos a Babilonia. El primer grupo de cautivos fue trasladado en el año 604 ac. Entre los prisioneros se encontraban cuatro jóvenes de la familia real de Judá, cuyos nombres eran: Daniel, Ananías, Misael y Azarías (Daniel 1:6). Estos fueron asignados al palacio real de Nabucodonosor para ser instruidos en el idioma y la cultura de Babilonia, con el fin de que ulteriormente prestaran servicio como consejeros del Rey.
Poco tiempo después, Nabucodonosor tuvo un sueño que lo dejó perplejo; porque no se acordaba del contenido del sueño sino del profundo impacto que le había causado. El Rey convocó a todos los sabios, astrólogos, encantadores y magos de Babilonia. Daniel y sus amigos no fueron convocados, tal vez, porque eran considerados como principiantes. Nabucodonosor les exigió a los astrólogos, encantadores y magos; que le dijeran qué era lo que había soñado y cuál era su interpretación: "Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación" (Daniel 2:9).
Ante semejante exigencia, acompañada de sentencia de muerte si no cumplían la orden, aquellos hombres respondieron abrumados: "No hay hombre sobre la Tierra que pueda declarar el asunto del Rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. Porque el asunto que el Rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al Rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne" (Daniel 2:10-11).
Ante esta respuesta, Nabucodonosor enfurecido ordenó que ejecutaran a todos los sabios de Babilonia. Daniel y sus amigos, pese a que no fueron convocados, figuraban entre los sabios, razón por la cual los fueron a buscar para matarlos. Dios permitió que se suscitaran tan dramáticas circunstancias para que quedara constancia escrita de que Él es el único que "revela lo profundo y lo escondido" (Daniel 2:22). Y el que anuncia "lo por venir desde el principio" (Isaías 46:10).
Daniel se presentó ante el Rey y le pidió que le diera tiempo y que le daría la interpretación. Este fue un acto de fe admirable puesto que la fe se define como "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1).
Dios respondió a la oración de Daniel y sus amigos, revelándole a Daniel en una visión nocturna el sueño del Rey y su significado.
Cuando Daniel fue llevado ante la presencia del Rey, este le preguntó: "¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió, diciendo: El misterio que el Rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al Rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y Él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días" (Daniel 2:26-28).
Daniel empezó recordándole al Rey cómo aquella noche, antes de dormirse se preguntaba en sus pensamientos qué habría de ocurrir en el futuro. Y cómo Dios, quien revela los misterios, le mostró lo que habría de acontecer. Daniel se dispuso entonces a recordarle a Rey qué era lo que había soñado:
"Tú, oh Rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la Tierra" (Daniel 2:31-35).
La Biblia nos revela que este sueño provino de Dios (Daniel 2:29) y que fue Dios mismo quien le dio su interpretación (v. 30).
El sueño constituye una visión panorámica, una síntesis magistral de una sucesión de cuatro imperios de origen humano como lo indica la estatua. Cuatro reinos que habrían de marcar el rumbo de la historia desde Babilonia hasta nuestros días, "los postreros días" (v. 28). En los cuales "el Dios del Cielo levantará un Reino que no será jamás destruido [como lo fueron los anteriores], ni será el Reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre" (Daniel 2:44).
Daniel, bajo inspiración divina, le explicó a Nabucodonosor cómo él y el Imperio Babilónico estaban representados por la cabeza de oro de la imagen. Fue un imperio que duró hasta el año 539 ac, cuando fue conquistado por los medos y los persas al mando de Ciro el Grande.
La interpretación continúa en los siguientes términos: "Después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo" (Daniel 2:39). Obviamente el imperio de los medos y los persas, representado por el pecho y los dos brazos de plata de la imagen, puesto que estaba constituido por dos naciones.
El imperio de los medos y los persas se prolongó hasta el año 331 ac, un poco más de 200 años, cuando empezó a ser rápidamente absorbido por las fuerzas grecomacedonias de Alejandro Magno, quien derrotó a Darío III rey de los medos y de los persas en la batalla de Arbelas.
El Imperio Grecomacedonio corresponde al vientre y los muslos de bronce de la imagen del sueño de Nabucodonosor. Cada uno de estos imperios absorbió el territorio de los reinos que los precedieron y extendieron aún más sus dominios. Por eso dice que se levantaría "luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra" (Daniel 2:39). Fue el Imperio Grecomacedonio que duró hasta el año 31 ac.
La secuencia histórica de estos reinos es innegable. Cada uno está representado por un metal de menor valor pero más fuerte que el anterior, para señalar su superioridad militar y su decadencia moral. El vientre y los muslos de bronce, lo cual incluye las caderas, designa bien los hábitos y la moral de la civilización griega.
El cuarto reino está representado por las piernas de hierro. Tal como está descrito en la profecía: "El cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrará todo" (Daniel 2:40).
El Imperio Romano absorbió grandemente el territorio de lo que había sido el Imperio de Alejandro Magno. Lo único que faltaba era Egipto, el cual quedó en manos de Roma cuando César Augusto, primer emperador de Roma, venció en el año 31 ac en la batalla de Accio a las fuerzas de Cleopatra y Marco Antonio.
El Imperio Romano se prolongó desde el año 31 ac, hasta el 476 de la era cristiana cuando dejó de existir a causa de las invasiones germánicas. No obstante, a diferencia de los imperios Babilónico, Medopersa y Grecomacedonio; que no fueron nunca restaurados sino reemplazados, Roma, construida sobre siete colinas, habría de ser restaurada siete veces. Así lo predijo Dios por medio del apóstol Juan en el libro del Apocalipsis, escrito a finales del primer siglo de nuestra era.
Para obtener información detallada sobre el cumplimiento profético de las sucesivas restauraciones del Imperio Romano, le invitamos a que escuche los capítulos 13 y 17 de la serie del Apocalipsis consignada en nuestro sitio en la red: www.mundomanana.org.
Hasta el presente, el Imperio Romano ha sido restaurado seis veces. La sexta restauración la proclamó Benito Mussolini el 9 de mayo de 1936, cuando anunció "el resurgimiento del Imperio en las lomas predestinadas de Roma". Poco después, aliándose con Adolfo Hitler, se formó el "eje Italo-Germano" que pereció en las llamas de la Segunda Guerra Mundial, concluida en 1945.
La sexta restauración fue de corta duración, pero la séptima que está a punto de irrumpir en el escenario mundial, será aun más corta.
Las piernas de hierro de la imagen que vio Nabucodonosor representan una sucesión una visión panorámica del Imperio Romano hasta "los postreros días" (Daniel 2:28). "Los postreros días" están representados en "los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido" (Daniel 2:41).
Hoy nos encontramos exactamente en el momento histórico descrito como los pies y los dedos de la imagen. Después del Tratado de Roma, firmado el 25 de marzo de 1957, Europa ha ido avanzando paso a paso hacia la séptima y última restauración del Imperio Romano, el cual como lo describe la profecía, estará conformado por diez reyes representados por los diez dedos de los pies de la imagen. "En los días de estos reyes el Dios del Cielo levantará un Reino que no será jamás destruido, ni será el Reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano… El gran Dios ha mostrado al Rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación" (Daniel 2:44-45).
Hasta ahora hemos visto cumplidas en la historia las profecías anunciadas en la Biblia. Alemania llegó a ser parte integrante de las restauraciones del Imperio Romano. Por eso se le dio el nombre de Sacro Imperio Romano Germánico. Hoy vemos a esta nación, representada en la dureza del hierro en los pies y los dedos de la imagen, pero el hierro está mezclado con barro cocido, el cual representa las frágiles economías de los demás países de la actual Unión Europea. Por eso dice la profecía: "El reino será en parte fuerte, y en parte frágil" (Daniel 2:42).
Además, las culturas y los idiomas de estos países difieren mucho entre sí. El resultado ya estaba escrito desde hace más de 25 siglos: "Se mezclarán por medio de alianzas humanas [el Tratado de Roma, el Tratado de Maastricht, el Tratado de Lisboa]; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro" (Daniel 2:43).
Nos encontramos actualmente en la profecía en la mezcla de hierro y barro cocido de los pies de la imagen. Los diez dedos de los pies, los cuales representan diez jefes de gobierno, aún no se han perfilado en el escenario europeo.
Es interesante observar que los dedos de los pies, por su tamaño, representan el período de gobierno más corto de todos los que están representados por la imagen del sueño de Nabucodonosor. Es tan corto que la Biblia lo describe simbólicamente como de una hora de duración (Apocalipsis 17:12).
Como acabamos de explicar, las piernas de hierro de la imagen representan una visión panorámica del Imperio Romano desde su inicio hasta "los postreros días" (Daniel 2:28). No nos da detalles de las sucesivas restauraciones, pero nos da detalles de las circunstancias de los últimos días, antes de que "la piedra" hiera a la imagen en sus pies y en sus dedos en parte de hierro y en parte de barro cocido.
No obstante, en el libro del Apocalipsis, este mismo Imperio está representado como una bestia con siete cabezas y diez cuernos. El mismo libro nos da la clave para entender: "Para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer [Roma]" (Apocalipsis 17:9). En esto concuerdan prácticamente todos los comentaristas. "Y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo" (v. 10). Los siete reyes representan las siete restauraciones del Imperio Romano, de las cuales seis ya se han cumplido.
La historia las reconoce en el siguiente orden: 1. Restauración imperial de Justiniano, año 554 dc. 2. Restauración por medio de Carlomangno, año 800dc. 3. Restauración de Otón I el Grande, año 962 dc. 4. Restauración de Carlos V de Habsburgo, año 1530dc. 5. Restauración por medio de Napoleón Bonaparte, 1804 dc. 6. Restauración de Mussolini, con Víctor Manuel II como rey y alianza con Alemania, año 1936 dc.
La razón por la cual la profecía dice: "Cinco de ellos han caído, uno es, y el otro aún no ha venido" (Apocalipsis 17:10); es porque Dios reveló el significado de esta profecía durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ya habían pasado las primeras cinco restauraciones y la sexta estaba aún vigente. Antes de eso, nadie había podido entender el significado de estas escrituras inspiradas por Dios.
Dios había revelado por medio de Daniel que las profecías referentes al "tiempo del fin" estarían "cerradas y selladas" hasta que llegara esa época. El mismo profeta Daniel declaró: "Oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin" (Daniel 12:8-9).
Veamos ahora cómo concuerdan los pies y los diez dedos de la imagen de Daniel 2, con los cuernos de la bestia de Apocalipsis 17:12: "Los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino… Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes" (vs. 12, 14).
Como ya lo explicamos, actualmente nos encontramos a la altura de los pies de hierro y barro cocido de la imagen de Daniel 2. Los dedos de los pies que son diez reyes, aún no se han manifestado: "Por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil… Y en los días de estos reyes el Dios del Cielo levantará un Reino que no será jamás destruido… de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra" (Daniel 2: 42, 44-45).
La Bibliainterpreta sus propios símbolos: Los diez dedos de los pies representan diez reyes (vs. 42, 44). Los diez cuernos de la bestia de Apocalipsis representan diez reyes (17:12). Estos reyes "pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá" (v. 14). ¿Quién es el Cordero? La misma Biblia nos da la respuesta: "El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios" (Juan 1:35-36).
En Daniel 2, "la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que lleno toda la Tierra" (vs. 35, 44-45). ¿Quién es "la piedra"? Una vez más la Biblia se interpreta a sí misma: "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo" (Hechos 4:11).
Para los que tengan ojos para ver y oídos para oír, el panorama está claro: Están a punto de surgir en el escenario del mundo los diez reyes representados por los dedos de los pies de la imagen, y por los diez cuernos de la bestia. "Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia" (Apocalipsis 17:13). La bestia será un falso Cristo que instalará la sede de su gobierno en la ciudad de Jerusalén. Esta será la séptima y última restauración del Imperio Romano, la cual "cuando venga, es necesario que dure breve tiempo" (v. 10).
La Bibliaseñala esa corta duración como de 42 meses de treinta días, según el calendario hebreo, o sea 1.260 días: "También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses" (Apocalipsis 13:5).
À partir del momento en que esta última restauración instale la sede de su gobierno en Jerusalén, empezará la cuenta regresiva más dramática de la historia humana: "El patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses" (Apocalipsis 11:2).
Cuando se cumplan los 1260 días, Jesucristo, "el Cordero", "la Piedra", aparecerá a la vista del mundo entero: "Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la Tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria" (Mateo 24:30).
Como señalamos al principio, viene a instalar un gobierno mundial: "La piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte [reino] que llenó toda la Tierra" (Daniel 2:35). También vencerá a los reyes del mundo quienes "pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes" (Apocalipsis 17:14).
La batalla se describe en Apocalipsis 19:11-21. En el versículo 16 leemos: "En su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores".
"Vi a la bestia, a los reyes de la Tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta… Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo" (vs. 19-21).
Puesto que estas cosas, como hemos demostrado en este artículo, están a punto de suceder, es tiempo de arrepentirse y comenzar a obedecer las leyes, los diez mandamientos, que van a regir al mundo bajo el mando del Cordero, cuyo Reino "permanecerá para siempre" (Daniel 2:44).
"Porque de Sion saldrá le ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno" (Isaías 2:2-4).