De Abram a Abraham | El Mundo de Mañana

De Abram a Abraham

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¿Por qué pensamos y creemos lo que pensamos y creemos? ¿Qué ha moldeado y formado nuestras perspectivas con el paso de los siglos? ¿Qué ha hecho del mundo lo que es? En esta serie analizaremos los individuos, las ideas y los sucesos que han tenido un impacto grande en el mundo y que alteraron el curso de la historia.

Muchos creen que la historia se desarrolla al azar, que las cosas ocurren porque sí. Otros sospechan que hay un propósito y una dirección, y piensan que una fuerza externa está guiando la historia. Digan lo que digan los críticos, la Biblia asevera más de una vez que Dios determina el auge y caída de las naciones y guía el curso de la historia (Job 12:23; Daniel 2:21; 4:17).

En estas columnas sobre momentos decisivos, miraremos la evidencia de que Dios existe, que está cumpliendo un plan sobre la Tierra y que se ha valido de individuos y naciones para cumplir sus propósitos. Es una historia asombrosa, especialmente cuando estamos dispuestos a ver la Biblia no como un simple libro de fábulas, sino como historia.

Uno de los hombres más extraordinarios que encontramos en los anales bíblicos es Abram, a quien Dios luego llamó Abraham (Génesis 17:5). Vivía en la ciudad de Ur en el sur de Mesopotamia alrededor del año 2000 AC, o sea unos 350 años después del diluvio y más de un siglo antes del famoso rey babilonio Hamurabi. La vida y la influencia de Abraham, vistas desde una perspectiva histórica, marcaron un punto decisivo en la historia de la civilización. En su libro: La marca de un gigante, Ted Stwart escribió: "Nació en un mundo donde la idolatría y el culto a múltiples dioses eran algo universal. Murió con la práctica del monoteísmo, o el culto a un Dios único, firmemente implantada para no extinguirse jamás". En el mundo moderno, tres grandes religiones monoteístas hallan sus raíces en el patriarca Abraham.

El Dios de Abraham antes de Abraham

Abraham no "inventó" el monoteísmo. Según cuenta la Biblia, Noé, antepasado de Abraham, quien vivió siglos antes, conocía a Dios; como lo conocían generaciones anteriores hasta Adán. Pero con el tiempo, el mundo rechazó y perdió el conocimiento del Dios verdadero y de su camino de vida. La Biblia cuenta que Dios le habló a Abraham cuando tenía unos 75 años de edad y que trabajó con él durante cien años (Génesis 12:4; 25:7). Durante ese siglo de instrucción personal, Dios observó la fe y la obediencia de Abraham (Génesis 12:1-4; 22), así como su generosidad y su amplitud de espíritu (Génesis 13:7-12). Le dio instrucción moral (Génesis 12:10-20; 20:1-18) y Abraham pudo darse cuenta de las terribles consecuencias de la depravación moral cuando Dios destruyó las ciudades de Sodoma y Gomorra por sus pecados. Viendo la fe de Abraham y su obediencia a los mandamientos y las instrucciones divinas (Génesis 26:5), Dios le hizo unas promesas que se cumplirían en sus descendientes; promesas que tendrían grandes repercusiones en la historia universal hasta un futuro muy lejano.

Las Escrituras revelan que Dios se interesó especialmente por Abraham y que lo formó como el individuo que enseñaría a sus descendientes sobre su experiencia con el Dios único y verdadero (Génesis 18:19). Con el tiempo, Abraham llegaría a ser el "padre de todos los creyentes", es decir, de las futuras generaciones de creyentes (Romanos 4:11-16). Dios estaba preparando a Abraham para que alterara el rumbo de la historia, para que restaurara el conocimiento del Dios único en un mundo dominado por la idolatría y el politeísmo o culto a varios dioses.

El Dios de Abraham es único

Lo que Abraham introdujo en el antiguo mundo pagano fue más que monoteísmo. Fue la adoración de un Dios único en toda la historia. El Dios de la Biblia y de Abraham no es una fuerza impersonal, sino un Dios personal que caminaba con Abraham, le hablaba, lo instruía y lo aconsejaba (ver Génesis 18). El Dios de Abraham actúa conforme a normas éticas, no por capricho. La historia babilónica del diluvio cuenta que Dios envió un diluvio para destruir a los seres humanos porque hacían demasiado ruido, cosa que de algún modo le molestaba. La narrativa de Génesis dice que Dios envió un diluvio para acabar con la civilización humana que se había hecho malévola, corrompida y llena de violencia (ver Génesis 6). Noé y su familia se salvaron por ser un hombre recto y justo, no por ser el preferido de los supuestos "dioses". El relato bíblico tiene que ver con ética y moral; la versión babilónica presenta acciones caprichosas de dioses veleidosos. El Dios ético del monoteísmo bíblico tiene que ver con los valores absolutos del bien y del mal. El Dios único y verdadero tiene una ética y unamoral para todos, la cual se aplica a los pueblos lo mismo que a sus líderes. El escritor hebreo Dennis Prage observó: "No hay palabras para señalar la magnitud del cambio producido por la introducción al mundo, mediante la Biblia hebrea, de un Dios que gobierna al mundo moralmente".

El Dios de la Biblia que habló con Abraham siente algo por su creación y se envuelve en la vida de aquellos con quienes está trabajando. El plan de Dios es para todos. Este Dios que siente y ama, creó a los seres humanos capaces de amar a otros. El Dios de la Biblia que hizo a la humanidad a su propia imagen (Génesis 1:26-28), tiene por sagrada toda vida humana. De ahí que el sacrificio humano y el asesinato de adultos, niños o nonatos sea algo absolutamente malo (Génesis 4:8-12; Éxodo 20:13). El Dios de Abraham también exige santidad en sus seguidores (Levítico 19:2), y ello implica mostrar amor al prójimo y tratar a los demás como uno desea que lo traten (Levítico 19:18).

Los dioses paganos quedan atrás

Este Dios personal, todopoderoso, ético y amoroso es el que Abraham conoció por experiencia propia, y transmitió este conocimiento a sus descendientes. Se trata de un Dios totalmente distinto de los ídolos fríos, insensibles, impersonales e impotentes de las naciones politeístas en tiempos de Abraham. El patriarca y sus descendientes rechazaron los ritos paganos de fertilidad y las perversiones sexuales que se practicaban en las naciones vecinas, resaltando en su lugar al Dios verdadero que exigía una moral sexual en sus seguidores. El Dios de Abraham exigía honradez, conducta recta y respeto por la vida humana en todo el pueblo, incluidos sus dirigentes. Stwart agregó: "Dondequiera que se halle la influencia más fuerte de Abraham, la filosofía y la religión han sido muy diferentes de lo que son allí donde no existe tal influencia".

Aunque críticos y eruditos modernos hagan de lado la narrativa bíblica, los indicios históricos y bíblicos revelan que la vida y el legado de Abraham y el Dios a quien conoció han tenido repercusiones enormes y duraderas en el mundo. La influencia del monoteísmo ético que Dios reintrodujo al mundo por medio de Abraham, alteró el curso de la historia. Y esa influencia persiste en nuestro mundo, donde la mitad de los habitantes siguen una fe monoteísta con raíces que se remontan a Abraham. La vida de Abraham y sus enseñanzas acerca del Dios único y verdadero representan un cambio decisivo en la historia del mundo, ¡uno que continua decidiendo cómo pensamos y qué creemos! El Dios de Abraham vive. Tiene un plan. Continúa trabajando en la vida de los seres humanos ¡y continúa guiando el rumbo de la historia!

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