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"La Tierra Santa, con Jerusalén en el corazón, es un lugar donde se juntan las grandes placas tectónicas de la religión, la cultura y el nacionalismo. Las líneas de la falla que corren entre ellas nunca están quietas y siempre son peligrosas. Ignorar el legado de 1967 no es una opción".
Así dice el párrafo de cierre de un artículo reciente de la BBC sobre la Guerra de los Seis Días, el terrible conflicto entre el Israel moderno y sus vecinos árabes. Esta fue una corta guerra con un legado a largo plazo, que ha durado hasta el día de hoy.
El editor de la BBC en el Oriente Medio, Jeremy Bowen, informa sobre los acontecimientos y la atmósfera política que condujeron a la culminación de la Guerra de los Seis Días, y pinta un cuadro familiar a los modernos historiadores. En los años 60, el Oriente Medio y la minúscula nación de Israel todavía hervía a fuego lento por las consecuencias de la crisis del Canal de Suez de 1956. El legado continuo de desconfianza y animosidad entre el mundo árabe (particularmente Egipto, Siria y Jordania, quienes compartían una frágil alianza) y los judíos que se establecieron como resultado del movimiento sionista y la diplomacia internacional, estaba destinado a arrastrar a estos países a la guerra una vez más.
El legado de la guerra, como indican los comentarios finales de Bowen, ha sido uno de los temas más divisorios de los últimos 50 años, en relación con las relaciones internacionales y los crecientes problemas del Oriente Medio. Y, el problema no parece estar cerca de una resolución, aunque muchos hombres famosos de estado han agotado su vida y su salud tratando de encontrarla. Muchos hablan de una solución de "dos Estados", cuyas estadísticas y esfuerzos para lograrlo, parecen no dar más espera.
Lejos de ignorar el legado de los acontecimientos de 1967, gran parte del mundo parece estar bastante preocupado por ello. Palestina e Israel se consumen diariamente por lo mismo, y las potencias internacionales y enteras culturas discuten todavía asuntos de derechos humanos, maniobras políticas, el destino de Jerusalén y la amenaza de violencia continua y guerra total.
Pero, ¿qué lección podemos aprender de ese legado?
Una lección, la que los observadores modernos a veces notan, pero no pueden ver el verdadero significado bíblico, es que Dios guía el curso de la historia. Frente a las aparentemente abrumadoras, si no imposibles, probabilidades de que un país de apenas 20 años de edad repetidamente haya frustrado los esfuerzos de una gran cantidad de enemigos, sin la intervención directa de potencias extranjeras. Aislada, expuesta, con una pequeña población en comparación con otros, los compromisos de Israel con Egipto y sus aliados a menudo terminaron, si no en victoria total, al menos con la humillación de los enemigos de los judíos. En la Guerra de los Seis Días, fue con ambos.
Después de un asalto rápido y abrumador, Israel destruyó completamente las fuerzas aéreas egipcias y estableció total superioridad aérea. La guerra terminó tan rápidamente como comenzó, y el éxito asombroso sacudió a todos, incluyendo a los mismos israelíes. Muchos vieron esto como una victoria milagrosa, pero si así fue, no fue porque la pequeña nación de Israel fuera más grande o mejor en alguna forma que "cualquier otro pueblo" sobre la tierra; todo lo contrario, hoy es como en tiempos antiguos (Deuteronomio 7: 7). Antiguamente, Dios llamo a los descendientes de Abraham su "pueblo escogido", no porque fueran mejores, sino porque Dios dijo que ellos serían "Mis siervos ... una luz para los gentiles" (Isaías 49: 3-6). Ellos fueron elegidos para mostrarle al mundo una mejor manera de vivir, no porque fueran mejores.
Pero ¿qué acerca de hoy? Los judíos de hoy en día son sólo una rama de los descendientes sobrevivientes del antiguo Israel, y Dios todavía tiene un futuro para ellos, de acuerdo con sus promesas (Génesis 16:10, Isaías 10: 20-21, 11: 10-12) aunque ellos se han olvidado de sus caminos y deben ser probados verdaderamente (Levítico 26: 27-28, Jeremías 31). Pero para cumplir esas promesas y para cumplir la profecía con respecto a los acontecimientos del tiempo del fin, todavía debe haber un remanente de Judá que habite en Jerusalén.
Dios ha preservado un pueblo para llevar a cabo su propósito, y no es por su propia fuerza solamente que los israelíes prevalecieron en 1967, o en cualquier otro momento.
Pero esas "placas tectónicas" de la religión, el nacionalismo y la cultura siguen cambiando, y todavía hay grandes acontecimientos por ocurrir para Israel y el Oriente Medio. ¿Le gustaría saber más?
Asegúrese de leer el artículo El Medio Oriente en Profecía y el folleto Estados Unidos y Gran Bretaña en Profecía. Y no se olvide de ver nuestro programa de El Mundo de Mañana Este atento al Medio Oriente.