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En un estudio de Harvard entre 159 pacientes de salud mental, se encontró que: "La creencia [en Dios] está asociada no solo con mejoría psicológica, sino que también disminuye la depresión y la intención de autoagredirse" (PsychCentral, 26 de abril; Journal of Affective Disorders, 25 de abril).
Pero "los pacientes con ‘ninguna’ o ‘poca’ creencia en Dios tenían el doble de probabilidades de no responder al tratamiento, que los pacientes con mayor grado de creencia [en Dios]" (ibídem). Los autores del estudio calcularon que "los resultados revelan que la credibilidad en el tratamiento psiquiátrico y las expectativas de beneficiarse del tratamiento podrían ser mecanismos por los que la creencia en Dios podría ayudar a los resultados del tratamiento" (ibídem). Con todo, esto deja por fuera lo que los cristianos considerarían como "obvio": que es Dios quien sana (Éx. 15:26; Sal. 103:3). No es creer en el procedimiento, sino más bien creer en Dios para ser sanados (Sal. 119:165). Pero la fe en Dios también requiere la obediencia a sus mandamientos, como: "No matarás" (Éx. 20:13), que prohíbe autoagredirse o abrigar ideas de suicidio. El camino de Dios "lleva a la vida" (Mt. 7:14), y quienes ponen su fe en Él cosechan verdaderas recompensas.—Scott Winnail, Justin Ridgeway y Michael Tyler