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El gobernador de Nueva York quiere legalizar el matrimonio homosexual.
El gobernador Paterson lo compara con una "lucha por los derechos civiles" y, por extensión, compara a los que se oponen con los intolerantes raciales. Finalmente, señala que es un "solemne deber" de la sociedad reconocer tales "matrimonios". Paterson, una vez bautizado católico, regresó a sus raíces religiosas, afirmando que "desde un punto de vista espiritual el matrimonio homosexual es ‘correcto’" (Reuters, 16 de abril).
Las Sagradas Escrituras claramente denuncian la homosexualidad como pecado (Ro. 1:24-32) y definen el matrimonio ordenado por Dios como entre un hombre y una mujer (Gn. 2:22-25; 1 Ti. 3:2). Los cristianos no juzgan a nadie (Mt. 7:1), ni se enojan con aquellos que pecan (Mt. 5:22-23). Pero Dios advirtió que llegaría un tiempo, al fin de la era, cuando la sociedad llamaría a lo malo y erróneo como "bueno" y juzgaría como "malo" lo que es correcto (Is. 5:20). Esto es exactamente lo que vemos hoy. Algo que nos debe motivar a orar aun más, siguiendo la instrucción de Jesucristo: "¡Venga tu Reino!"