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El viernes pasado un meteoro entró en la atmósfera de la Tierra y se rompió, cayendo una "lluvia de bolas de fuego" sobre el centro de Rusia.
Cerca de 1.200 personas resultaron heridas, mayormente por fragmentos de vidrios de las ventanas destrozadas por las ondas de choque. Creó un destello de luz descrito como ver el cielo nocturno "tan brillante" como si fuese de día (Reuters, 15 de febrero). Según una agencia de ciencias rusa, la energía liberada por el meteoro entrando en la atmósfera era equivalente a una pequeña arma atómica. El servicio de telefonía celular se interrumpió y 300 edificios fueron dañados, con estimaciones de daños por un total de más de US$30 millones (ibídem). Aunque el meteoro en Rusia no es el fin del mundo, pone de manifiesto que un objeto pequeño (relativamente hablando) puede causar grandes daños. ¿Qué pasaría si un objeto mucho más grande golpeara la Tierra? Las profecías bíblicas revelan que en el tiempo del fin "habrá terror y grandes señales del cielo" (Lc. 21:11). Apocalipsis también muestra que una lluvia de poderosos meteoros golpearán la Tierra antes del retorno de Cristo (Ap. 6:13). La experiencia de la semana pasada sobre Rusia es solo un pequeño anticipo de lo que fue profetizado que habría de venir.—Scott Winnail, Justin Ridgeway y James Bennett