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La "supertormenta Sandy" pasó por el Caribe dejando a su paso 68 muertos y escasez de alimentos en Haití (MSNBC.com y BBC.com, 31 de octubre). Después Sandy azotó la costa Este de Estados Unidos, matando a decenas más y causando miles de millones de dólares en daños.
Como resultado de la tormenta, más de 8 millones quedaron sin servicio eléctrico y más de 15.000 vuelos fueron cancelados. En Ontario y Quebec, otros 90.000 se quedaron sin servicio eléctrico. Reflexionando sobre la devastación que ocurrió en su estado, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, comentó: "Nunca pensé que vería lo que vi hoy… Reconstruiremos, no tengo duda de ello, reconstruiremos… Pero para quienes tenemos mi edad, nada será igual. Será diferente porque muchos de los íconos que representaban lo que era, ya no están y han sido arrastrados por el océano" (CNN.com, 30 de octubre). La marca de más de 4 metros de marejada que inundó la ciudad de Nueva York llenó los subterráneos con agua. Más de un metro de nieve cayó en las montañas de Virginia Occidental y se esperan grandes inundaciones cuando se derrita (Infowars.com, 31 de octubre). El huracán Sandy es solo una tormenta, pero ha tenido un impacto devastador en una importante región densamente poblada de los Estados Unidos, que no está acostumbrada a tales condiciones climáticas. Pero ante las profecías bíblicas, parece que el huracán Sandy puede ser un "anticipo" de lo que está por venir. Hace mucho tiempo Dios advirtió que las ciudades serían destruidas si se apartaban de sus leyes (Lv. 23:31), ¡y hoy es todo un testimonio! El huracán Sandy ilustra la escalada de desastres que serán más frecuentes conforme nos acerquemos al fin de esta era. Jesucristo advirtió que grandes desastres precederán a su segunda venida (Mt. 24:4-14). Felizmente, Dios no destruirá a la humanidad. Su deseo es que los seres humanos se arrepientan y comiencen a obedecer sus leyes. Cuando esto suceda, desastres como esta "supertormenta" terminarán en las páginas de la historia y ya no habrá más (Lv. 26:13).