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Hace poco renunciaron algunos líderes de la comunidad de Bell, pequeña ciudad al suroeste de Los Ángeles, debido a una publicación que expuso sus altos salarios.
El año pasado, el administrador de Bell tuvo ingresos por casi $800.000 dólares, prácticamente el doble del sueldo del presidente Barack Obama. El jefe de la policía ganó más de $450.000 dólares, 50% más que el jefe de la policía de Los Ángeles. Miembros del Concejo Municipal que trabajan tiempo parcial ganaban por año más de $100.000 dólares. Sin embargo, la semana pasada, el Alcalde de la ciudad defendió los sueldos diciendo que eran "equivalentes a puestos similares" en otras comunidades. Los residentes de la ciudad se indignaron y con toda razón, al saber que sus altos impuestos se usan para pagar sueldos extravagantes a los llamados "servidores públicos" (PA, 27 de julio).
Las profecías de Ezequiel 34 se refieren principalmente a los líderes religiosos corruptos, pero esas profecías describen con exactitud los hechos de muchos líderes actuales. Aunque este artículo se refiere a una situación cercana a Los Ángeles, el mismo escenario lo vemos representado por líderes de todo el mundo. À Ezequiel se le dijo: "¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas… sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia" (Ez. 34:2-4).
Dios previó que el fin de esta presente era traería consigo la codicia y el egoísmo desenfrenados. Hoy la gente es amadora de sí misma y amadora "de los deleites más que de Dios" (2 Ti. 3:1-4). Que Dios traiga pronto el día cuando la gente se alegre porque líderes justos gobiernan (Pr. 29:2).