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"La Corte Suprema de México dictaminó que los gobiernos de todo el país deben conceder reconocimiento legal a los matrimonios entre personas del mismo sexo. La decisión del 19 de junio del tribunal se basó en el hallazgo de que la procreación no es un propósito esencial del matrimonio.
El tribunal determinó, en base a eso, que todas las leyes estatales que restringen el matrimonio a parejas entre un hombre y una mujer son inconstitucionales" (Catholic World News, 22 de junio del 2015). Es irónico que la nación históricamente de la Iglesia católica concluya que "la procreación no es un propósito esencial del matrimonio", cuando Dios claramente creó al hombre y la mujer, les mandó a unirse entre sí (Génesis 2:24) y a "fructificad y multiplicaos; llenad la Tierra" (Génesis 1:28). Además, Dios ordenó que un hombre y una mujer se unan en matrimonio porque "buscaba una descendencia para Dios" (Malaquías 2:15). Es fácil descartar la procreación como "un propósito no esencial del matrimonio" cuando la Biblia es rechazada y todo el mundo hace "lo que le parece bien a sus propios ojos" (Deuteronomio 12:8, LBLA). México es solo una nación más (como muchas otras) que ha sucumbido a la presión de grupo internacional, rechazando los valores bíblicos de hace siglos a favor de la decisión personal. Lo aleccionador es que "Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará", la sociedad y las personas enfrentarán las consecuencias de estas decisiones (Gálatas 6:7). Para más información lea nuestro artículo "¿Cuál es el error del matrimonio homosexual?"