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El rey David meditaba: "Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras" (Salmo 139:14, LBLA).
Las investigaciones modernas agregan a la antigua observación de David: "La nariz humana puede detectar mil millones de olores diferentes, muchos más de los que pensábamos… Hasta ahora, la antigua creencia era que podemos olfatear unos 10.000 olores. Los nuevos estimados publicados en la revista Science sugieren que la nariz humana supera a la vista y el oído en cuanto al número de estímulos que puede distinguir" (BBC, 20 de marzo del 2014). El profesor Stephen Liberles, de la Escuela de Medicina de Harvard, dijo: "la nariz tiene un gran número de receptores olfativos, lo que implica que nuestro sentido del olfato podría ser incluso más poderoso que la última estimación" (ibídem). À los científicos les gusta afirmar que la increíble diversidad en el cuerpo humano y la naturaleza surgen al azar, a lo largo de las eras, como una respuesta adaptativa a las demandas que se les imponen. Sin embargo, ¿qué tipo de demandas podrían provocar que el cuerpo humano desarrolle la capacidad de oler mil millones de aromas diferentes o ver hasta 10 millones de colores (ibídem)? ¡Los científicos honestos entienden que la necesidad de sobrevivir requiere menos! ¿Y cuánto tiempo tomaría evolucionar dicha diversidad, sin la presión de la adaptación para sobrevivir? Dios nos creó con sentidos agudos y nos dio un Salvador "para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10). Para más información sobre las pruebas de la existencia de Dios, vea nuestro programa de televisión, "Reconsiderando a Darwin" — Scott Winnail, John Wheeler y Ron Ramsingh