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Desde el 2005, el número de estadounidenses que se declaran "religiosos" se ha reducido en un 18%, mientras los que se dicen "ateos" ha aumentado de 1 a un 5% (BBC Magazine, 21 de agosto).
¿Por qué? Un comentarista observó: "los jóvenes abandonan las iglesias conservadoras por no aceptar los puntos de vista tradicionales sobre la homosexualidad". Incluso llamó a este asunto una "apostasía generalizada", señalando que muchos de los que dejan el "cristianismo organizado" eligen permanecer "espirituales" pero a su manera. "Si Dios no espera nada de usted, excepto que sea amable y feliz, ¿para qué levantarse el domingo por la mañana, incluyendo a los más progresistas de la liturgia?" (ibídem). Aproximadamente el 17% de los estadounidenses prefieren "quedarse en casa". Entre los 18 y los 29 años de edad, ¡el número es 30%! En los últimos años, los evangélicos conservadores han sido etiquetados como críticos, antihomosexuales, hipócritas y obsoletos. Muchos creen que la asistencia a la iglesia seguirá disminuyendo a menos que las iglesias "cambien" lo suficiente como para ser populares (ibídem). El pueblo de Dios nunca debe intencionalmente ser "tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la Iglesia de Dios" (1 Co. 10:32). Pero Jesucristo enseñó que su mensaje y su Iglesia no serían populares (Mt. 10:22; Jn. 15:18). Dios espera que su Iglesia enseñe la verdad independientemente de su popularidad. Esta verdad, cuando se crea y se practique, finalmente "os hará libres" (Juan 8:32).—Scott Winnail y Justin Ridgeway