Cómo conocer a Dios | El Mundo de Mañana

Cómo conocer a Dios

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Muchas personas creen conocer a Dios, ¿pero lo conocen realmente? ¡Prepárese para una sorpresa! "¡Qué bueno es conocer al Señor esta mañana!" dijo el fogoso y emotivo predicador."Amén", respondieron en coro varios miembros de la congregación.

¿Ha oído usted a la gente hablar de este modo superficial sobre su Dios y Creador? Sin duda, creen sinceramente que están glorificando al Dios Eterno con esta palabrería.

En general, son personas muy sinceras. Pero muchas personas no religiosas, especialmente las menos dadas a dejarse llevar por la emoción, se sonríen al oír algo así. Consideran que se trata de gente sentimental y desorientada, que se vale de la religión como manera de "desahogarse".

¿Acaso estas personas "conocen al Señor"? Dejando de lado nuestros sentimientos personales y nuestras ideas preconcebidas, preguntémonos con sinceridad cómo podemos conocer a Dios.

Dios revela su naturaleza

Hay fundamentalmente tres maneras de llegar a conocer y realmente entender al verdadero Dios, el Creador del universo. La primera manera es estudiar atentamente lo que Dios ha producido: su obra creada, aquello que a veces llamamos "naturaleza". El apóstol Pablo lo sabía, pues escribió por inspiración lo siguiente: "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas" (Romanos 1:20).

La suprema inteligencia de Dios es tan obvia en su creación que deja al ateo totalmente sin excusa por negar la existencia divina. Nuestro universo está regido por leyes. Dios se revela claramente en la naturaleza como un Dios de leyes y de orden, de suprema sabiduría y con un propósito para todo lo que hace.

¡Trate de quebrantar la ley de gravedad! La unidad de la naturaleza—la constancia de las leyes inexorables—señala hacia la naturaleza y carácter del Creador. ¡La creación divina no es algo que evolucionó! Sus leyes siguen siendo las mismas. El propio hijo de Charles Darwin dijo: "No podemos comprobar que haya cambiado una sola especie". Dios decretó en Génesis 1:25 que toda planta y animal debe reproducirse " según su género". Es un decreto que jamás se ha dejado de cumplir.

¡Las leyes de Dios no cambian! Toda la creación proclama esta verdad con voz de trueno. Es un principio que se aplica tanto a lo espiritual como a lo físico. Si realmente quiere entender a su Creador, estudie la creación de Dios. La naturaleza enseña, como lo hace la Biblia, que el plan de Dios y sus leyes no cambian. "Las obras de sus manos son verdad y juicio; fieles son todos sus mandamientos, afirmados eternamente y para siempre, hechos en verdad y en rectitud" (Salmos 111:7–8).

Un segundo testigo necesario

En contraste con el testimonio unido de la naturaleza, los seres humanos se encuentran divididos y confusos en sus ideas sobre Dios. Se ha dicho que "el hombre crea a Dios a su propia imagen". En la mayoría de los casos ¡es cierto!

Los pueblos de todas las naciones y de todas las lenguas siempre han adorado algo. Pero su "dios" generalmente es un producto de su imaginación—un dios que se conforma a las normas, leyes y modos de ver de los humanos en un momento dado de la historia.

Aun hoy, la mayoría de los "cristianos" le agregan a la Biblia sus propios conceptos de Dios. Todos conocemos personas que ven en Dios un vejete bonachón, sentimental y bastante mojigato que se escandalizaría si alguno de sus hijos se atreviera a ir a un baile o a beber una copa de vino. Su concepto de Dios resulta tan estrecho y limitado como son su medio, su formación y sus actitudes.

Otras personas se van al otro extremo. Piensan en Dios como una potencia espiritual lejana que tiene poca o ninguna interacción directa con la familia humana. Se imaginan que Dios es lo bastante "sabio" para dejarnos a que escojamos nuestras propias diversiones, sociedades y leyes, e incluso nuestra propia religión tal como nos plazcan. Tales personas se sienten filosóficas, abiertas y "modernas". Entonces ¡visualizan a Dios a su propia imagen!

La Santa Biblia es la palabra revelada del Dios Creador. Se escribió para hacernos ver la naturaleza de Dios y la manera como debemos vivir y adorarlo a fin de convertirnos en hijos suyos. La segunda manera de llegar a conocer a Dios es estudiar la Biblia con diligencia. Este es el segundo testigo necesario para despejar la confusión de la humanidad en cuanto a sus ideas sobre Dios.

La autoridad de la Biblia

Si usted ha comprobado que la Biblia es la revelación inspirada de Dios al hombre, y realmente la cree, entonces debe comprender claramente que con la palabra de Dios no se discute—ni se interpreta con falsedad para respaldar doctrinas preconcebidas.

Quizá hayamos tenido nuestras propias ideas preconcebidas de Dios. Pero si queremos hallar la verdad, debemos poner esas ideas de lado y escudriñar la palabra divina para descubrir cómo se revela Él a nosotros. Recuerden: " Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16, Biblia de las Américas). La Biblia está para corregir e instruirnos, para mostrar en qué estamos errados. ¿Lo permitiremos?

Dios dice: "Yo el Eterno no cambio" (Malaquías 3:6). Leemos que Jesucristo es " es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13:8). El Padre y el Hijo no cambian sus planes y principios—ni sus leyes—por capricho. Ellos "no cambian".

En este punto, es importante comprender que Cristo fue el Dios o "Yahvé" del Antiguo Testamento. En Juan 1:1–5, encontramos que Cristo fue el "Verbo" o "Vocero" que estuvo con el Padre desde el principio. Todas las cosas fueron creadas por medio de Jesucristo (v. 3; Colosenses 1:16). Cristo fue la "Roca" espiritual que protegía a los hijos de Israel y fue Él quien les dio los diez mandamientos (1 Corintios 10:1–6).

El que dio la ley, que la mayoría de los predicadores parecen despreciar hoy, ¡fue el propio Jesucristo! ¿Por qué deja la gente de mirar hacia Cristo, el Dador supremo de la ley? ¿Acaso piensan que Cristo cambió? ¡La Biblia dice que Él no ha cambiado!

Los métodos y las leyes de Dios permanecen inmutables desde Génesis hasta Apocalipsis. La mayoría de los predicadores no se dan cuenta de ello, y hablan de "el Dios del Antiguo Testamento" en contraste con el Cristo del Nuevo Testamento. Se llega al extremo de decir que Cristo predicó el evangelio pero que el apóstol Pablo predicó otro evangelio distinto. Estos predicadores están confundidos.

En Apocalipsis 17:5, Dios se refiere a este sistema confuso y dividido como "Babilonia la grande", nombre que significa precisamente "gran confusión". El verdadero pueblo de Dios debe salir de ese sistema por mandato del propio Dios. (Apocalipsis 18:4).

¿Por qué? ¡Porque la gente en ese sistema no conoce al Dios verdadero! Satanás cuenta con sus propios ministros falsos, que aparentan ser ministros de justicia (2 Corintios 11:15). Estos ministros falsos son seres engañadores, "en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento" (2 Corintios 4:4).

¿Cómo se dejan engañar tan fácilmente estas personas? En primer lugar, porque siguen ciegamente la tradición humana y sus falsos ministros, y por consiguiente tienen un concepto falso de Dios. En segundo lugar, porque espiritualmente son demasiado perezosas para estudiar la Biblia y llegar a conocer al Dios verdadero y sus caminos.

La coherencia de la Biblia

De Génesis a Apocalipsis, Dios se revela como Creador, Gobernante y potencial Padre espiritual de la humanidad. En Génesis 2:17, Dios mandó a los seres humanos que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal. Pero Adán y Eva desobedecieron este mandato e incurrieron en la pena de muerte. Dios se había revelado como Gobernante y sus súbditos lo habían desobedecido.

Mucho antes de instituir el Antiguo Pacto, Dios bendijo a Abraham porque obedeció las leyes divinas y cumplió los mandamientos (Génesis 26:5). Abraham conocía a Dios como su Gobernante Supremo.

Cuando los israelitas salieron de Egipto, Dios les dio sus mandamientos, que habían perdido desde tiempos de Jacob. Ellos debían regirse por las leyes de Dios, las únicas que pueden traer auténtica felicidad. Mas los israelitas, dotados de la misma naturaleza que tenemos nosotros hoy, desobedecieron a Dios y cayeron en cautiverio.

¿Por qué? Porque se negaron a reconocer a Dios, a conocer a Dios, como su gobernante Supremo.

Jesús revela al Padre

Jescristo vino en la carne para "revelar" al Padre, Mostró que la ley de Dios estaría vigente hasta que pasaran el cielo y la tierra (Mateo 5:18). Cristo no vino a acabar con la ley de Dios sino a cumplirla (v. 17). Recuerde que cumplir no significa acabar con algo. Cuando un joven vino a preguntarle a Jesús cómo ser salvo, Cristo le respondió: "Guarda los mandamientos" (Mateo 19:17).

Jesús enseño que los cristianos ya no debían cumplir con la administración de los estatutos y juicios civiles por quebrantamiento de la ley (Juan 8:1–8). Los seguidores de Cristo ya no han de ejecutar juicio sobre los malhechores (Mateo 7:1–5). Los rituales y las ordenanzas físicas del Antiguo Testamento se cumplieron con el sacrificio de Cristo (Colosenses 2:14; Hebreos 7:27). Al mismo tiempo, ese sacrificio, y el Espíritu Santo que vive ahora dentro de los cristianos verdaderos, nos facultan para guardar los mandamientos espirituales (Mateo 5:19).

Efectivamente, todo el ministerio de Jesús se fundamentó en revelar a Dios como Legislador y Gobernante supremo. Cristo predicó la buena noticia del venidero reino, gobierno, de Dios (Marcos 1:14). Este es el verdadero evangelio, ¡la buena noticia del gobierno de Dios!

El fundamento mismo de las enseñanzas de Jesús era ese, "no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"palabra? ¿Qué Dios? Los judíos en tiempos de Jesús sabían muy bien que Cristo se refería al Dios del Antiguo Testamento—dador de la ley—quien había de gobernar a Israel. La única "palabra" del Dios verdadero, en ese entonces, era el Antiguo Testamento—el mismo que forma parte de la Biblia. Jesús se refirió a la "ley"—los escritos del Antiguo Testamento—como escrituras, y dijo: "La Escritura no puede ser quebrantada " (Juan 10:35).

Tenemos el mandato de vivir por cada palabra del verdadero Dios, tal como Jesucristo las revela en el Nuevo y el Antiguo Testamento de la Biblia. ¿Conoce usted a Dios? ¿O cree, por el contrario, que Cristo no sabía de qué hablaba? Por favor ¡abra la mente a esta verdad! (Mateo 4:4).

Cristo, nuestro ejemplo

La mayoría de los predicadores "cristianos" hablan de Cristo como una especie de héroe y Salvador, pero se niegan a reconocer y aceptar su, sus enseñanzas y su ejemplo. Representan a Jesús como un dulce y frágil bebé en la Navidad y como un Salvador que se ha ido "por allá lejos al cielo" en la Pascua de Resurrección (también llamada Pascua Florida).

Su concepto es que Él vino a morir por la humanidad ¡pero que sus enseñanzas carecen de autoridad hoy!

¡La Biblia dice todo lo contrario!

Leemos que la vida de Jesús fue la "luz" de los hombres (Juan 1:4). Fue un ejemplo de cómo vivir conforme a los mandatos de Dios. El apóstol Pedro escribió por inspiración que "Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas" (1 Pedro 2:21). Y también que "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo" (1 Juan 2:6). O, como dice la versión Biblia de las Américas, "el que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió".

¡Jesús es nuestro ejemplo perfecto! evangelio

Los que dicen que son cristianos—que "le pertenecen a Él"—¡deben vivir como Él vivió! ¿Vive usted así? Si no cree en el ejemplo de Cristo y trata de seguirlo, es porque no entiende qué tipo de Dios es el Dios verdadero. Desconoce cómo adorar y obedecer al Dios y Padre de Jesucristo.

¿Qué ejemplo nos dejó Jesús?

¡Toda la vida de Jesús es un ejemplo perfecto de obediencia a la ley de Dios y su gobierno! Dijo: "Yo he guardado los mandamientos de mi Padre" (Juan 15:10). Lo que él enseñaba era simplemente una ampliación de la ley de Dios (Isaías 42:21). En realidad, Él vino en la carne para magnificar su propia ley, ¡los diez mandamientos! Recordemos que Él fue el Dios del Antiguo Testamento, quien dio los diez mandamientos y quien tuvo trato con Israel (1 Corintios 10:1–6).

Cuando vino en la carne, Jesús guardó esa ley para darnos ejemplo. Él fue nuestra "luz", nuestro ejemplo. Un cristiano verdadero es uno que sigue a Cristo, que sigue su ejemplo.

¿Empieza usted a ver la verdadera naturaleza del Dios viviente?

Es Él quien echó a andar todas las leyes físicas y espirituales. Tiene un plan global para la Tierra. Él es el gobernante supremo.

El Verbo vino en la carne como Jesucristo para predicar la buena noticia del Reino de Dios, su gobierno. Jesús siempre predicó ese evangelio. Felipe lo predicó (Hechos 8:12). El apóstol Pablo lo predicó durante todo su ministerio—incluso a los gentiles en Roma (Hechos28:31). ¡Es el único evangelio verdadero!.

El carácter de Dios

Dios es gobernante. Si nos convertimos en hijos engendrados de Él, arrepintiéndonos, bautizándonos y recibiendo el Espíritu Santo (Hechos 2:38), podremos "nacer de nuevo" en su Reino (Juan 3:1–8). Podremos ser transformados, más precisamente nacer, como seres espirituales, ¡literalmenteprimero que aprender cómo vivir.

Debemos desarrollar la sabiduría de Dios, su carácter. Debemos "vivir por toda palabra de Dios". Comprendiendo que nuestro Creador sabe más que nosotros, debemos obedecer lo que Él dice. Negar esto es manifestar una profunda ignorancia de la gran sabiduría y el propósito del Dios Eterno! Revela falta de comprensión del carácter del verdadero Dios.

El apóstol Juan lo resumió así cuando escribió a propósito de Cristo, Dios del Antiguo Testamento y dador de la ley: "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él" (1 Juan 2:4). Dios mismo dice que los ministros sin ley son mentirosos cuando pretenden negar la autoridad de su gobierno, la sabiduría de su ley ¡y la base misma de su extraordinario propósito!

¡Es hora de despertar! Que Dios le ayude a usted a arrepentirse de desafiar su gobierno y de quebrantar su ley. Que lo guía a aceptar a Cristo como Aquel que lo salva del pecado. Entonces podrá empezar a adquirir el carácter de Dios y nacer del Espíritu como hijo o hija suya en la resurrección. Usted necesita llegar a conocer al Dios verdadero como su propio Padre. hijos de Dios! ¡Dios se está reproduciendo a sí mismo! Él, Creador y Gobernante del universo, está engendrando seres humanos por medio de su Espíritu para que nazcan como sus propios hijos, su propia familia, y hereden la vida eterna. Pero antes que Dios nos convierta en hijos e hijas suyos y nos conceda la vida eterna, tenemos.

Hable con Dios

Una vez que usted empiece a conocer al Dios verdadero, el Dios revelado por Jesucristo, va a querer hablar con Él en oración. Esta es la tercera manera de llegar a conocer genuinamente a Dios.

Al ir usted conociendo a Dios de este modo, comprenderá pronto que necesita obedecerlo para recibir una respuesta. También encontrará que Dios es amor y que Él gustoso concederá toda petición que le convenga a usted en las circunstancias dadas. Descubrirá que Él tiene poder para sanar cuando está enfermo, de liberarlo de angustias en forma milagrosa y de bendecirlo de un modo que va más allá de la comprensión humana.

Por tanto, ¡aprendamos a conocer a Dios hablando con Él todos los días!

Y recuerde: los testimonios combinados de la naturaleza, la Biblia y la respuesta a las oraciones revelan al mismísimo Dios, el Dios verdadero. Él es el Gobernante del universo, omnisapiente, todopoderoso y legislador. Él es su Padre. Espero que usted esté dispuesto a reconocer su gobierno, obedecer sus leyes y heredar la vida eterna ¡como hijo suyo!

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