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En diciembre del año pasado, el popular programa de televisión 60 Minutos presentó un segmento sobre un grupo de monjes que viven solos en una apartada montaña de Grecia, con el propósito de "acercarse más" a Jesucristo.
Las reglas de estas comunidades no permiten la presencia de mujeres en sus predios. Se aíslan casi totalmente del mundo. Cultivan sus propios alimentos, y en general han formado su propio "mundo" para no tener necesidad de estar en contacto con el exterior.
Esto lo hacen porque se imaginan que su reclusión les ayudará a acercarse más a Jesucristo.
Amigos, ¿acaso esesta la manera de acercarse al verdadero Jesucristo de la Biblia? ¿Acaso es así como Él mismo vivió? ¿Es así como vivieron sus apóstoles y discípulos, los que aprendieron directamente de Él y vieron su ejemplo en persona? ¿Es así como debemos vivir usted y yo? ¿Es así como debe vivir todo el que pretenda imitar el modo de vida de Cristo?
¡Piénselo! Jesucristo dio uno de sus mandatos más importantes al comienzo de su ministerio: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios" (Lucas 4:4). La Palabra de Dios revela la mente de Dios, la manera como piensa y actúa y la manera como desea que actuemos nosotros. La Palabra de Dios, la Biblia, es el "Manual de instrucciones" para la humanidad, ¡que revela qué es el verdadero cristianismo!
No obstante lo anterior, a lo largo de la historia incontables millares de personas se han aislado de la humanidad en general, viviendo en monasterios y conventos y practicando el ascetismo; en un esfuerzo por "acercarse a Cristo". Es obvio que la mayor parte de esas personas proceden con toda sinceridad. Pero ¿basta ser sincero? El punto básico y esencial es este: ¿Debemos permitir que sea Dios Todopoderoso quien nos diga cómo adorarlo, o debemos inventar nuestra propia versión del cristianismo?
El apóstol Pablo conoció a muchos que añadían toda suerte de reglas a los mandamientos de Dios, inventando, en cierto sentido, su propia religión. Pablo escribió lo siguiente: "Ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios" (Romanos 10:3).
¿Será que, con las mejores intenciones, estos monjes griegos, y miles de personas como ellos, han tratado de "establecer su propia justicia?" Por medio de la Biblia y el ejemplo de Jesucristo, sus apóstoles y seguidores inmediatos, Dios revela claramente que sus siervos deben "ir a todo el mundo" y "predicar" la verdad a fin de llevar una advertencia y un ejemplo visible para los demás, aun en medio de este mundo lleno de pecado. (Juan 17:15-19).
Si bien Jesús salió al desierto a ayunar y "buscar a Dios" al comienzo de su ministerio, y aunque sí ayunó y oró con frecuencia a lo largo de su vida, la mayor parte del tiempo lo pasó en contacto constante con sus semejantes, instruyéndolos, sanándolos, atendiéndolos y dando un ejemplo perfecto del camino de vida que el Dios Eterno desea que todos sigamos. Sus discípulos hicieron otro tanto. Cuando regresaron de un viaje evangelístico, durante el cual estuvieron muy ocupados ayudando e instruyendo a centenares de personas, Jesús les dijo: "Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco" (Marcos 6:31).
La narrativa bíblica muestra que habían estado tan ocupados ayudando y sirviendo a las personas, que no habían tenido tiempo ni para comer. Entonces intentaron irse a un lugar desierto a descansar, como Jesús les había dicho, pero cuando se bajaron de la barca, se encontraron con "una gran multitud" que rodeó a Jesús. ¿Y qué hizo Él? ¿Acaso se alejó de ellos e insistió en "estar solo"? ¡Al contrario! "Tuvo compasión de ellos" y comenzó a enseñarles el camino de Dios (vs. 33-34).
Los apóstoles también andaban ocupados predicando, enseñando, ayudando, atendiendo… y rodeándose de otros seres humanos a quienes podían ayudar y servir. Rara vez se mantenían separados de los demás, salvo por períodos breves y especiales de oración y ayuno. El apóstol Juan estuvo asilado únicamente hacia el final de su vida, cuando fue desterrado a la isla de Patmos. El apóstol Pablo, aun siendo prisionero civil en su propia "casa alquilada", no se aisló ni dejó de ayudar, servir e instruir a otros. Al contrario, "Pablo… recibía a todos los que a él venían, predicando el Reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento" (Hechos 28:30-31).
Cuando le preguntaron a Jesús sobre "el camino a la vida eterna", respondió: "Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos" (Mateo 19:17). Ante la pregunta: "¿Cuáles? empezó a citar varios de los mandamiento que indican cómo amar al prójimo. Terminó diciendo: "Amarása tu prójimo como a ti mismo" (v. 19).
¿Cómo se puede "amar" al prójimo si uno se aísla de los demás y de toda la humanidad; si se prohíbe la presencia de mujeres o en el caso de comunidades femeninas se prohíbe la presencia de varones, y si no hay prácticamente ningún trato con otros seres humanos fuera del propio grupo en un convento o monasterio? Esta es, obviamente, una religión "de hechura humana", ¡totalmente contraria a las enseñanzas de Cristo y de la ley de Dios! À muchos les disgusta oír estas palabras claras y sencillas, pero son la verdad.
Debemos recordar siempre las palabras de Cristo: "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nuncaos conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:22-23).
Son demasiadas las personas que, como estos monjes, simplemente dan por sentado que sus dirigentes religiosos les han dicho toda la verdad. Cantan algunos himnos y leen partes de la Biblia, pero es claro que no estudian toda la Biblia para comprender las enseñanzas divinas acerca de todo el camino de vida que deben estar siguiendo. Les agrada tener la aprobación de quienes los rodean, "tener su lugar" entre quienes los rodean. Este fue el mismo problema que tuvieron muchos líderes religiosos en tiempos de Jesús: "Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios" (Juan 12:43) y por eso no aceptaban a Cristo ni seguían sus enseñanzas y su camino de vida.
Si bien la mayor parte de los monjes y monjas que se "encierran" en los claustros lo hacen con sinceridad, están desperdiciando muchas oportunidades de relacionarse con sus congéneres que puedan necesitar ayuda. Cuando consideramos la afirmación de Jesús en el sentido de que amar al prójimo es uno de los dos "grandes mandamientos", entendemos que en realidad estas personas están llevando una vida que, por sus acciones, es contraria a la ley y la intención de Dios. Aunque la religión hecha por ellos mismos quizá "parezca bien" en la superficie, esa vida monástica de ninguna manera es lo que el Dios Todopoderoso dispuso. Al contrario, choca con todo el camino de vida que Dios planeó para la humanidad.
¿Por qué se enclaustran estos monjes y monjas? Veamos la advertencia del apóstol Pablo: "El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios" (1 Timoteo 4:1). Una de estas "doctrinas de demonios" tiene que ver con la prohibición de casarse" (v. 3). Aunque Dios en su Palabra da la opción para que algunos voluntariamente se abstengan del matrimonio, debemos entender que el celibato obligatorio ha llevado, siglo tras siglo, a que millones de sacerdotes sufran honda frustración y angustia por su incapacidad de expresar amor a otro ser humano dentro del matrimonio.
¡Que Dios nos ayude a dejar de "imaginar" lo que pensamos que Jesucristo nos pide! Debemos, en cambio, aprender aestudiar la Palabra inspirada de Dios para saber cómo actuaba el verdadero Jesucristo de la Biblia y qué fue lo que realmente enseñaba y creía. Debemos creer lo que Él creía y vivir conforme a su modo de vida inspirada. Al hacerlo así, Dios será cada vez más real para nosotros y sus bendiciones vendrán sobre nosotros de manera que hoy quizá no podamos prever.
En este mundo confundido y engañado, el cristiano debe aprender a buscar a Dios "de todo [su] corazón y de toda [su] alma" (Deuteronomio 4:29). Entonces el Creador le "abrirá la mente" para comprender la realidad de su Palabra y para empezar a "conocerlo" de verdad y a entender el propósito que tiene para nuestra vida. Estas son palabras que pronunció el Hijo de Dios respecto a nosotros: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3).