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¿Es usted el resultado de un golpe de azar? ¿O hay motivos para creer que existe con un propósito y que le espera un destino maravilloso?
Cuando Charles Darwin escribió su tesis: El origen de las especies, abrió la puerta a la idea de una existencia sin propósito. À causa de esta teoría, no debe sorprendernos que haya tantas personas sin otra expectativa en la vida que la de ser felices ahora, ¡antes de desaparecer para siempre!
Si la vida es una explosión pasajera y fortuita entre eones de la nada, ¡entonces nada importa! La narcomanía, las perversiones, el egoísmo en todas sus formas: si nada dura, si nada es permanente, si nada tiene sentido; entonces, ¿qué importa lo que hagamos?
El apóstol Pablo entendía las consecuencias de este modo tan miope y vacuo de mirar la vida cuando escribió en 1 Corintios 15:32: "Si como hombre batallé en Éfeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos".
Una cosa es segura: Si Darwin y sus seguidores tuvieran razón, ¡la vida no tendría un sentido permanente y duradero! En cambio, si Darwin se equivocó y si hay un Dios Creador, es importante que descubramos el transcendental propósito que ese Creador tiene para nosotros.
En este artículo, trataremos brevemente una falla en la teoría de Darwin. Mostraremos que esa teoría se basa en una religión secular que ha alterado la visión que tiene el hombre del mundo y veremos qué dice la Biblia sobre el tema del propósito de la vida. Efectivamente, nuestra existencia se debe a un acto de creación con una finalidad, y el conocimiento de esa finalidad puede cambiar nuestra vida, como no podría hacerlo jamás la teoría de Darwin.
Es importante aclarar desde el principio a qué se refiere el término "darwinismo". La teoría de Charles Darwin abrió la puerta para creer en un universo sin propósito, el cual existe y evoluciona al azar. Sin embargo, con el tiempo los científicos han comprendido que algunos detalles fundamentales de la teoría no funcionan. En consecuencia, ahora se emplean términos como "neodarwinismo" y "síntesis evolucionaria moderna", para explicar cómo los científicos han alterado su visión de la tesis original. Pero en resumidas cuentas, la conclusión es la misma: toda vida, según esas teorías, es consecuencia del naturalismo; es decir, de procesos naturales independientes de todo origen externo. Dicho de otra manera, ni Dios ni la inteligencia se pueden considerar como causas de la vida.
Un problema con el concepto evolucionista es su falta de pruebas. Extrañamente, muchos se han abstenido de considerar esta posibilidad, ¡ciegamente convencidos de que la ciencia tiene pruebas abundantes e incontrovertibles! Todos hemos visto en los libros de ciencias los árboles de la evolución que señalan el desarrollo de una forma de vida a partir de otra. También están las imágenes de figuras transicionales míticas entre los reptiles y las aves. He aquí el problema: son figuras míticas ¡y árboles de vida míticos! Los hechos narran una historia muy diferente.
El término evolución en sí indica que algo cambia por incrementos. Para que un tipo de ser evolucione hasta convertirse en otro, tiene que haber muchos cambios incrementales. Esto significa que se hallarían incontables fósiles intermedios, pero no es así. En su obra: La evolución: una teoría en crisis, Michael Denton menciona la ausencia de pruebas fósiles: "Como según esta teoría tuvieron que existir innumerables formas transicionales, ¿por qué no las hallamos incrustadas en números incontables en la corteza de la tierra?". Como ejemplo, se considera que las ballenas evolucionaron a partir de un mamífero terrestre desconocido, pero ¿cómo? Denton ofrece una lista abreviada de las modificaciones necesarias para que esto ocurriera:
"Modificaciones de las extremidades anteriores, evolución de aletas en la cola, adquisición de una forma aerodinámica, reducción de las extremidades traseras, modificaciones del cráneo para llevar los orificios de la nariz a la coronilla, modificación de la tráquea, modificaciones de los patrones de conducta, tetillas especializadas para que las crías se alimenten debajo del agua ¡la lista completa sería enorme! Uno se inclina a pensar en términos de quizá centenares, aun millares, de especies transicionales en el camino más directo entre un antepasado terrestre hipotético y el antepasado común de la ballena moderna".
Curiosamente, ni siquiera se conoce el animal terrestre del cual supuestamente evolucionaron las ballenas. No se encuentra en el registro de los fósiles y mucho menos se encuentran los centenares de formas transicionales. Otro tanto tendría que ocurrir entre reptiles, peces y animales terrestres, y entre cualquier cambio de un tipo a otro; ¡pero el hecho es que no hay formas transicionales! Los muy raros y supuestos ejemplos dados en los libros de texto son exactamente eso: ejemplos supuestos. Los paleontólogos llevan decenios buscando el "eslabón perdido" entre la humanidad actual y los primates más primitivos. Los científicos reconocen que el supuesto eslabón ya no existe como especie viviente, ¡pero tampoco se halla en el registro de los fósiles! Hay muchos fósiles de primates, pero no las huellas de unas formas transicionales, o intermedias, entre nosotros y nuestros supuestos antepasados. Para que la evolución sea cierta, tendría que haber tantos pasos intermedios, que carece de lógica pensar en la evolución de simio a hombre ¡cuando las formas transicionales sencillamente no están!
Denton también afirmó: "La ausencia de formas intermedias fue un golpe, pero no fatal, en 1860, porque era razonable pensar que tarde o temprano, y con el aumento de las actividades geológicas, se hallarían más… Solo una pequeña fracción de los cientos de miles de especies fósiles conocidas hoy era conocida para Darwin. Sin embargo, todas las especies fósiles nuevas descubiertas desde Darwin, o bien están estrechamente relacionadas con formas conocidas, o son, como el paganáfora, entes extraños y únicos y de afinidad desconocida".
Denton continuó: "Hoy el panorama general de la vida en la Tierra es tan discontinuo, las lagunas entre los diferentes tipos es tan obvia, que, como nos recuerda Steven Stanley en su libro: Macroevolución, si nuestro conocimiento de la biología se limitara a las especies que actualmente existen en la Tierra, ‘quizá nos preguntaríamos si la doctrina de la evolución amerita tildarse de algo más que una extravagante hipótesis’. Sin formas intermedias o formas transicionales que cierren las brechas enormes que separan las especies y grupos de organismos actuales, el concepto de evolución jamás podría tomarse en serio como hipótesis científica".
Debemos aclarar que Steven Stanley es paleontólogo y biólogo evolucionista, pero no es el único en reconocer que hay un problema con la evidencia. Michael Ruse es bien conocido como filósofo, evolucionista y agnóstico confeso. En 1981, Ruse testificó en un caso en que un juez de Arkansas, Estados Unidos, dictaminó que la ciencia de la creación, que el estado intentaba introducir en las escuelas, no era una ciencia válida sino un intento anticonstitucional por enseñar religión en el aula. El Tribunal Supremo ratificó la decisión en 1987.
Unos años más tarde, Ruse alteró su opinión sobre el origen de la fuerza que ha tenido la teoría de la evolución. Hacia finales de marzo de 1992, Philip Johnson, profesor de derecho de la Universidad de California, invitó a Ruse a participar en lo que llegó a conocerse como el Simposio del Darwinismo en la Universidad Metodista del Sur. Johnson se había convencido de que la evolución es una teoría con fallas después de leer el libro de Michael Denton, y se convirtió en figura importante del debate. Ruse, que parece una persona bastante razonable, agradeció la oportunidad de tratar la cuestión entre académicos y de un modo cordial.
El aporte de Johnson al debate ha sido destacar el hecho de que la ciencia evolucionista no es una ciencia enteramente objetiva, sino basada en el naturalismo: "Una filosofía que presupone que todo el reino de la naturaleza es un sistema cerrado de causas y efectos materiales y que no puede recibir influencia de nada de afuera".
La discusión cordial entre Johnson, Ruse y demás participantes tuvo repercusiones. Un año más tarde, Ruse habló en Boston en la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, hizo una presentación en el seminario "El nuevo antievolucionismo", organizado para desafiar el nuevo movimiento en favor del Diseño Inteligente. Debía tratar el creciente "problema Philip Johnson". Comenzó con una reseña crítica del libro de Johnson, pero lo que siguió no fue lo que algunos deseaban oír:
Entonces Ruse causó un sobresalto en sus oyentes, diciendo: "que había estado repensando el tema de los fundamentos filosóficos en años recientes, y que después de su participación en el simposio había cambiado de parecer sobre un punto clave: ‘Debo confesar que, en los diez años desde que actué, o comparecí, en el juicio sobre creacionismo en Arkansas, yo mismo he estado llegando a una postura así’. ¿Qué postura? Ruse explicó que los del mundo académico, en especial, ‘deben reconocer que, tanto histórica como quizá filosóficamente, el lado de la ciencia tiene ciertas suposiciones metafísicas incorporadas en el ejercicio de la ciencia, las cuales, quizá no sea bueno reconocer en un tribunal de derecho, pero pienso que honradamente… debemos reconocerlo".
Ruse prosiguió así: "…para muchos evolucionistas, la evolución ha funcionado como algo con elementos que son, digamos, cercanos a una religión secular". Y sin haber terminado, continuó diciendo: "La evolución, al igual que la religión, implica hacer ciertas suposiciones a priori o metafísicas que en alguna forma no pueden comprobarse empíricamente… Y pienso que la manera de tratar el creacionismo, pero también la manera de tratar la evolución, es no negar estos hechos, sino reconocerlos y ver hacia dónde podemos avanzar desde ese punto".
El microbiólogo Michael Behe fue otro converso de Denton. Como vemos en el popular video: El misterio de la vida, Behe explicó que dio por sentado, por muchos años, que la evolución era cierta, pero al leer el libro de Denton comprendió que había "problemas muy difíciles para la evolución darwiniana que nunca se me habían ocurrido y que nadie se había molestado en mencionar durante todos mis estudios que culminaron con un doctorado… Reconocí enseguida que sí eran problemas difíciles y me enojé pensando que nadie los había expuesto. Sentí que me estaban llevando por un sendero hacia una conclusión que realmente no tenía el respaldo probatorio que yo creí".
El registro de los fósiles ha ocupado un segundo lugar detrás de los desafíos aún mayores presentados a la teoría de la evolución en el ámbito de la microbiología, pero el registro de los fósiles continúa siendo un problema enorme para las teorías evolucionistas. Se podría perdonar a Darwin si planteó su hipótesis hace 150 años, pese a la falta de pruebas en los fósiles, pero es claro que no se ha hallado ni se hallará ninguna de las decenas de miles, o aun millones de formas intermedias, ¡eslabones perdidos! ¡Sencillamente no están!
Entonces, ¿cuál ha sido el aporte de Darwin al mundo? Su legado y el de sus seguidores que continúan trabajando en su teoría, es el de una existencia sin razón.
Denton también reconoció: "Fue porque la teoría darwiniana rompió el lazo del hombre con Dios y lo puso a la deriva en un cosmos sin propósito ni finalidad, que su impacto resultó tan fundamental. Ninguna otra revolución intelectual en los tiempos modernos… afectó tan profundamente la visión que los hombres tenían de sí mismos y de su lugar en el Universo… La idea ha llegado a tocar todo aspecto del pensamiento moderno, y ninguna otra teoría en tiempos recientes ha hecho más que esta por moldear la manera como nos vemos a nosotros mismos y nuestra relación con el mundo que nos rodea… El triunfo de la evolución significó el final de la creencia tradicional en el mundo como un orden creado con un propósito, la llamada visión teleológica que había predominado en el mundo occidental durante dos milenios".
El azar no puede explicar ni puede dar un propósito. No es la evolución, sino Dios, quien da propósito a la vida. No puede haber un propósito duradero sin Dios, porque solamente Dios puede dar vida después del sepulcro. Job hizo la pregunta más importante que se puede plantear y luego dio la respuesta: "Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación. Entonces llamarás, y yo te responderé; tendrás afecto a la hechura de tus manos" (Job 14:14-15).
El hombre es obra de Dios. El primer capítulo de la Biblia declara el propósito de Dios para nosotros: "Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" (Génesis 1:26-27). Otras escrituras ahondan más sobre el tema. "Como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo… Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso" (2 Corintios 6:16, 18).
En vez de empeñarse en una vana búsqueda de los millones de eslabones perdidos que sencillamente no existen, el hombre debería estar buscando y descubriendo al Dios que nos hizo y que nos ofrece un destino grande, glorioso y eterno. Un joven pastor, que más tarde fue rey, reflexionó así mirando el cielo nocturno: "¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?" (Salmos 8:4). El apóstol Pablo, refiriéndose a este Salmo, da la respuesta a la pregunta y la relaciona con Jesucristo. "Convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos [Cristo]" (Hebreos 2:10).
La teoría de la evolución llama la atención a primera vista. Tiene acogida popular. Es políticamente correcta. Siempre se presenta como algo seguro, como un hecho, aunque se parece mucho más a una religión que a ciencia verdadera. El registro de los fósiles no miente. ¡Y tampoco miente el Dios que lo creó a usted con una finalidad extraordinaria!
Para aprender más sobre el propósito de su existencia, no deje de pedir un ejemplar de nuestro folleto gratuito titulado: El misterio del destino humano. Esta publicación explica lo que dice la Biblia acerca del propósito divino para la humanidad: un destino eterno muchísimo más importante que el de ir a una especie de "tienda de golosinas en el Cielo" o tocar el harpa en una nube eternamente. El conocimiento de su propósito traerá un cambio, y no solo incremental, ¡un cambio en la vida de usted!