Si nos remontamos a la torre de Babel, vemos que desde entonces la humanidad ha soñado con un solo gobierno mundial. Aunque Dios le mandó que se dispersara sobre la faz de la Tierra, la humanidad prefirió estar junta en un mismo lugar, desafiando así la voluntad del Creador. No era la voluntad de Dios unir a todos los seres humanos en ese momento, en un solo lugar bajo un gobierno; y por eso intervino confundiendo sus idiomas para dispersar a los habitantes de la Tierra (Génesis 11:1-9). Desde entonces, cada reino de los hombres que alcanza ese grado de poder ha terminado en fracaso.