2016 Noviembre-Diciembre
Recuerdo muy bien mi primera experiencia con un colibrí. Mi esposa había colgado un comedero en un poste detrás de la casa, y días después el aire se llenó del zumbido de los pajaritos. Era claro que uno de ellos pretendía dominar el espacio, como que espantaba a los demás para alejarlos del comedero. Al mismo tiempo, dos o tres de ellos persistían en regresar. Pronto, presenciamos lo que virtualmente era una “guerra de colibríes”.
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