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Los empresarios ambiciosos, los atletas, los políticos y los fanáticos de todo tipo dedican todas sus energías a promover sus agendas personales. Perderán el sueño, se esforzarán y no se detendrán ante casi nada para lograr sus objetivos. Algunos pueden luchar con integridad y honestidad, pero muchos usarán cualquier táctica engañosa, mentira o maldad para salirse con la suya. ¿Y para qué? ¿Vale la pena eso por lo que tanto luchan? ¿Beneficiará de algún modo su carácter y la calidad de vida de quienes lo rodean? ¿Cuál es la verdadera meta por la que todos deberíamos esforzarnos?
La Biblia habla elocuentemente de la vanidad del hombre. La vanidad en cierto sentido es egocentrismo y egoísmo. ¡En un sentido más amplio, es la inutilidad, la futilidad y la indulgencia a corto plazo que no lleva a ninguna parte y termina en la muerte! El salmista lo expresó de esta manera: "He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive" (Salmo 39:5). La NTV lo expresa así: “cada uno de nosotros es apenas un suspiro". La NBLA 2005 dice: " Ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es solo un soplo". Ciertamente, sin Dios en el panorama, sin la visión a largo plazo de la eternidad, los seres humanos no logran nada de valor eterno. ¡Mueren habiendo vivido toda su vida en vano!
La parábola del rico insensato en Lucas 12 revela la vanidad de hacer la acumulación de posesiones físicas la meta en la vida. El necio era tan próspero que solo se enfocaba en sus propias recompensas. "Y dijo: [en Lucas 12:18] Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios".
Este rico necio estaba obsesionado con la ambición egoísta y la vanidad. Una vez más, ¿cuál es la verdadera meta que se nos plantea a todos? La vida tiene un propósito y un significado que dura más allá de nuestra existencia física. Hay un espíritu en el hombre. Hay una búsqueda espiritual y un potencial mucho más allá de las imaginaciones y filosofías de los seres humanos vanidosos. La Biblia nos da muchas metas sublimes, pero la meta más importante la dio el Mesías, Jesús de Nazaret: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33). El Reino de Dios es el venidero gobierno mundial de Dios, regido por el Príncipe de Paz y Rey de reyes, Jesucristo.
Los verdaderos cristianos saben que esta debe ser su meta en la vida. Esperamos con ansias el regreso del Salvador para salvar al mundo de sí mismo e instituir una paz y una prosperidad duraderas para toda la humanidad. Mientras tanto, seguimos Sus preceptos, particularmente Lucas 4:4, “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”. En nuestro compromiso con la verdadera meta de la vida, no podemos permitirnos el lujo de las distracciones mundanas. Jesús nos advirtió que "el afán de este siglo y el engaño de las riquezas [que] ahogan la palabra, y [la persona llamada por el evangelio] se hace infructuosa" (Mateo 13:22).
Es hora de que todos los cristianos renueven su compromiso de buscar de todo corazón el Reino de Dios por encima de todo lo demás en la vida, y de resistir las muchas distracciones y desvíos que conducen a la vanidad. Si no está seguro de su meta, por favor lea nuestro artículo de El Mundo de Mañana, "¿Cuál es la meta del cristiano?" o vea nuestra transmisión, "¿Su destino cúlmine?"
Jesús nos pidió: "Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre" (Lucas 21:36). Anticipamos la segunda venida de Cristo a esta Tierra y el establecimiento triunfal del Reino de Dios sobre todas las naciones. Podemos ser parte de ese reino por toda la eternidad. Esa es la verdadera meta y propósito de la vida. ¿Es esa su meta?