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El 28 de junio del 2018, la revista NewScientist publicó un artículo en línea titulado: “Un Universo perfectamente ajustado será polémico, pero no se puede ignorar”. ¿A qué se refería?
Cuanto más ahondan los cosmólogos y los físicos en las profundidades de las leyes que rigen nuestro Universo, más se sienten perturbados. Han encontrado que las leyes de la naturaleza parecen finamente calibradas para hacer posible la existencia misma del Universo y la vida en la Tierra. Si uno solo de los muchos principios y constantes que gobiernan el cosmos variara un ápice, entonces no podría existir el Universo ni la vida tal como la conocemos.
Cuando examinamos el Universo, no parece algo formado al azar y sin planificación. Muy al contrario, parece que hubiera sido diseñado para que pudiera existir y subsistir. Una manera de manifestarse el diseño es en los muchos factores que tuvieron que ajustarse y afinarse con la máxima precisión, para hacer un Universo a la medida para nosotros.
El número de ajustes cósmicos del tipo que hacen posible la vida en la Tierra es demasiado grande para citarlos exhaustivamente en un breve artículo. Pero veamos algunos, para luego considerar lo que implica esta calibración precisa.
Por ejemplo, los físicos han descubierto que la relación entre las masas de las partículas que componen el átomo no puede variar ni en lo más mínimo. Aun con la menor variación, la vida de las estrellas sería demasiado corta o, en el peor de los casos, no podrían existir los átomos. En su famoso libro: Breve historia del tiempo, Stephen Hawking escribió: “El hecho notable es que los valores de estos números parecen haber sido ajustados con mucha precisión para hacer posible el desarrollo de la vida” (pág. 125, énfasis nuestro).
Consideremos también la constante cosmológica, número difícil de comprender pero de vital importancia, que tiene que ver con la densidad energética del Universo. Los científicos descubrieron con sorpresa que era muchísimo menor de lo predicho por las teorías, pero si esta constante cósmica no estuviera finamente calibrada hasta 120 decimales, entonces, dice el físico Steven Weinberg, ganador del Premio Nobel: “El Universo habría colapsado hace mucho tiempo, o bien, se habría expandido tan rápidamente que no podrían existir ni estrellas ni galaxias” (Life in the Universe, Scientific American, 1994). La ciencia confirma categóricamente la existencia de un Diseñador supremo “quien sustenta todas las cosas [el Universo] con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3).
La lista de números calibrados a este grado de precisión y que hacen posible la subsistencia del Universo ¡es larga! Si la fuerza de gravedad fuera mayor de lo que es, las estrellas arderían con demasiado calor, demasiada rapidez y en forma muy dispareja… pero si fuera menor, las estrellas serían demasiado frías y no darían comienzo a la fusión nuclear que es esencial para la vida. Si el estado fundamental del grado energético del átomo de helio, elemento presente en la atmósfera del Sol, fuera ligeramente más alto o más bajo, el carbono y el oxígeno en el Universo serían insuficientes para la vida. Si la fuerza electromagnética no fuera de la magnitud precisa que es, no podrían ocurrir los enlaces químicos que hacen posible la vida. La ciencia nos ofrece un ejemplo tras otro de esta clase de coincidencias, situaciones en que los números son justo lo que tienen que ser.
Si hubiera una diferencia de la más mínima fracción en estos factores que controlan las fuerzas y leyes del Universo, nosotros no existiríamos. Y pese a todos sus esfuerzos, los físicos y cosmólogos no han podido descubrir una razón convincente de por qué estas condiciones están fijadas con tal grado de precisión. Sigue siendo un misterio para ellos, y continúan en la búsqueda de una explicación satisfactoria. La explicación se encuentra en dos frases simples, profundas y poderosas: “Tú afirmaste la Tierra, y subsiste. Por tu ordenación subsisten todas las cosas [el Universo] hasta hoy” (Salmos 119:90-91).
¿Podrá tratarse de un fenómeno del azar? ¿Es acaso un simple golpe de suerte que casualmente recibimos un Universo ideal? Geoff Brumfiel resume en la prestigiosa revista de ciencias Nature, lo que significa vivir en un Universo propicio para la vida como el nuestro: “Si hemos de creer las ecuaciones de los más destacados cosmólogos del mundo, la probabilidad de que el Universo resultara así por casualidad es infinitesimal: una entre alguna cifra excesivamente grande” (5 de enero del 2006).
Un ateo acérrimo cambia de opinión
Antony Flew fue uno de los ateos más conocidos en el mundo, autor de varios libros y exponente en debates y conferencias públicas. Sostenía que Dios no existía e incluso que la idea misma de Dios carecía de lógica.
Para sorpresa y desconcierto de muchos, a principios del siglo 21 cambió de parecer. Resumió el camino que lo llevó a su nueva conclusión en su libro publicado en el 2008: Hay un Dios. Este libro, escrito en compañía de Roy Varghese, detalla por qué tuvo
que afrontar la realidad y reconocer lo que era evidente: “Sin duda tiene que haber un Dios tras el mundo visible que nos rodea”.
En el capítulo titulado: ¿Esperaba el Universo nuestra llegada? Flew comenta sobre pruebas como las que hemos presentado aquí y resume la conclusión inevitable con una analogía sencilla:
Sugiere: “Imagine que usted se detiene en un hotel durante un viaje de vacaciones, pide una llave y sube a su habitación. Cuando entra y deja las maletas, empieza a notar una serie de extrañas coincidencias. La música que se escucha suavemente en el cuarto es la preferida de usted. Siente la fragancia que más le agrada y la habitación está bien surtida con sus bebidas y golosinas favoritas. Hay un libro en el escritorio que por casualidad es de su autor preferido y en el baño encuentra los productos que más le gustan. El televisor está apagado, pero tan pronto usted lo enciende, presenta su canal preferido”.
Una serie de coincidencias que se van acumulando así lo llevaría a la conclusión de que la administración del hotel tuvo que saber con anticipación que usted llegaba. Y Flew argumenta que las “coincidencias” en el mundo y el cosmos que permiten la presencia de la vida, y que son mucho más numerosas, debe llevarnos a la misma conclusión: alguien ha dispuesto este Universo especialmente para nosotros.
Algunos pretenden descartar la idea del Universo finamente calibrado recurriendo a diferentes ideas, como el hipotético multiverso, o colección de varios universos, en el que el nuestro pasa a ser uno que funciona. (Este tema lo tratamos en nuestro artículo: ¿Vivimos en un multiverso?, en la edición de enero y febrero del 2015, pág. 14 de esta revista). Otros han sugerido que no debe sorprendernos el hecho de que el Universo nos venga tan bien, por excesivamente improbable que sea. Según este argumento, el Universo dispuesto de esta manera es de una improbabilidad alucinante, pero si no hubiera resultado como resultó, ¡no estaríamos aquí para maravillarnos de lo improbable que es!
En su evaluación de esas reacciones, el exateo señala que un examen serio de semejantes respuestas revela que sencillamente evaden la pregunta central: ninguna excusa, ninguna situación imaginaria cambia el hecho de que estas leyes de la naturaleza exigen una explicación, y en palabras de Flew: “La única explicación viable es la Mente divina”.
Nada de esto debe sorprender a los estudiosos de la Biblia. El profeta Isaías nos dice que el Eterno “que creó los Cielos” es el mismo “que formó la Tierra... no la creó en vano, para que fuese habitada la creó” (Isaías 45:18). Su intención desde el principio fue crear un Universo donde pudiéramos vivir y llegar a conocer a Dios. Fue brindar un hogar a la obra de sus manos.
En realidad, el Universo también fue hecho para nosotros por otra razón. Al crear el cosmos que nos rodea, el Creador ha hecho mucho más que elaborar un medio finamente calibrado que nos diera la oportunidad de vivir una breve vida física. Para quienes
dediquen esta vida que reciben a buscar la voluntad y el camino de Dios, nuestro Universo es más que un hogar temporal: es una herencia. [MM]