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Sabía que estaba fallando en mi vida espiritual porque había perdido el hábito de orar y de estudiar mi biblia. Aunque estaba consciente de esto, realmente no me había percatado de cuán serio era el problema, hasta que solicité consejería para bautismo con un ministro de mi iglesia. Estaba en la universidad, no tenía dinero y vivía en un apartamento con otros tres compañeros que no tenían ningún respeto por Dios. Trabajé en un restaurante de comida rápida, y como el trabajo no pagaba mucho, trabajaba tantas horas como me era posible. Después de ocho horas de clase durante el día, iba directamente al trabajo y trabajaba durante la noche para ganar tanto dinero como me era posible para pagar mis cuentas.
El ministro y yo hablamos de mi vida y le conté sobre mi dilema de tener que trabajar muchas horas para pagar mis cuentas y del tiempo que exigía mi estudio universitario. El comparó mi situación con la parábola del sembrador (Lucas 8). Me mostró cómo, aunque yo estaba entusiasmado con la verdad que estaba aprendiendo, necesitaba asegurarme de no permitir que las distracciones me hicieran "apartarme de la verdad" (v. 13). También me ayudó a comprender claramente que, aunque era importante trabajar y hacer mi parte, no podía dejar que las preocupaciones de este mundo me tomaran ventaja, afectando mi estudio bíblico y mi vida de oración, pues no produciría fruto espiritual viviendo así (v. 14).
Después de entender mi pecado de poner todo antes que Dios, incluso con las cosas que parecían tan importantes en ese momento, me arrepentí y comencé a buscar a Dios. Trabajé solo las horas que me dieron y no busqué trabajar horas extra intencionalmente. Aunque no entendía cómo funcionarían las cosas sin ese dinero extra, puse mi fe y mi confianza en Dios sabiendo que tenía que obedecerle y acercarme a Él por encima de todo lo demás. Sabía que Dios es amoroso y fiel, y que de alguna manera abriría una puerta.
Algunos días más tarde, después de ayunar y confiando en que el Dios Todopoderoso proveería, Dios abrió una puerta. Un caballero mayor y su esposa me ofrecieron vivir con ellos en su casa. No solo me permitieron quedarme en su casa, sino que ¡no me permitieron pagarles nada! Aún más, el mismo caballero bondadoso me dio un trabajo en donde ganaba más del doble del dinero que en el restaurante de comida rápida. No solo estaba ganando más dinero que antes, sino que era un trabajo en la misma área para el que yo estaba estudiando en la Universidad, y me brindó una experiencia importante y fundamental para el resto de mi carrera. En el mismo período de tiempo, me dieron otro trabajo también en la misma área, que me permitió aprender diferentes aspectos de mi futura carrera.
Una lección muy importante de esta experiencia fue que, incluso cuando no podemos ver cómo van a funcionar las cosas cuando hacemos cambios para buscar el camino de Dios, debemos confiar en Él y poner nuestras prioridades completamente en sus manos. Cuando aprendemos a obedecer con fe, Él siempre nos abre una puerta y proporciona un camino (Proverbios 3: 5–6). ¡Podemos tener plena confianza y fe en que sus caminos son mejores que nuestros caminos y Él nos sostendrá y proveerá para todas nuestras necesidades!
Si usted está enfrentando un problema aparentemente sin solución, puede dirigirse a Dios con todo su corazón y Él le revelará la solución. Para aprender más acerca de cómo permanecer cerca de Dios, vea el programa “Repuesta a la oración”.