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¿Controla usted sus pensamientos? Esto puede ser más difícil de lo que usted cree. ¿De dónde vienen los pensamientos y qué hacemos con ellos?
Leer en diccionarios lo que significa el pensamiento no es muy esclarecedor. El pensamiento es intangible, como la luz y el magnetismo. Sabemos que el pensamiento existe, pero ¿qué es? Tenemos ideas, opiniones, recuerdos, sentimientos y emociones, todos los cuales atribuimos a la mente y al corazón.
Nuestros cerebros contienen miles de millones de neuronas y billones de sinapsis químicas y eléctricas que transmiten rápidamente innumerables y complejas señales. ¿Es eso lo que genera un pensamiento? No somos conscientes de los procesos autónomos de nuestro cerebro y no tenemos control consciente sobre ellos. No podemos acceder ni controlar las señales cerebrales enviadas y recibidas desde nuestros diversos órganos mientras realizan el maravilloso trabajo de mantenernos vivos.
¿Cómo controlamos nuestros pensamientos? Aparentemente no tenemos control sobre un pensamiento que nos viene a la mente. Cuando de repente tomamos conciencia de un pensamiento, ¿qué hacemos con él? Podemos centrar nuestra atención en el pensamiento y determinar si es algo que merece nuestra atención o que debemos descartar.
Jesucristo instruyó a sus discípulos: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Estos pensamientos equivocados nos contaminan. Muchos pensamientos erróneos provienen de Satanás, llamado “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). Debemos controlar estos malos pensamientos. Esta es la batalla mental que tienen los cristianos, descrita por el apóstol Pablo como “la destrucción de fortalezas, derribando argumentos [la palabra original griega significa razonamiento, lo que es hostil a la fe cristiana] y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento [la palabra original griega significa percepción mental, pero con un propósito malvado] a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:4-5).
Algunos estudios sugieren que tenemos alrededor de 6.000 pensamientos al día. Descartando pensamientos ordinarios como "¿Qué voy a almorzar?" o "¿Qué me pongo?" Pero todavía nos quedan muchos pensamientos para evaluar si están en “obediencia a Cristo”. Cristo dijo a sus discípulos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” y “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama” (Juan 14:15, 21). Debemos descartar cualquier pensamiento que no esté de acuerdo con los mandamientos de Dios.
La Biblia “es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Saber lo que la Biblia instruye nos ayudará a determinar si cada pensamiento es correcto o incorrecto. Podemos ver que controlar todos nuestros pensamientos es, efectivamente, una batalla diaria.
Tener un plan de batalla es útil. Cuando descartamos un pensamiento equivocado, debemos reemplazarlo inmediatamente con un pensamiento correcto. Pablo instruyó a la iglesia de Filipos a pensar en las cosas que son verdaderas, nobles, justas, puras, amables, de buen nombre, virtuosas y dignas de alabanza (Filipenses 4:8). Esto nos hace pensar en algo bueno. También podemos centrar nuestra mente en una actividad saludable, como leer un buen libro (especialmente la Biblia), hablar con un buen amigo que comparte nuestro deseo de obedecer a Jesucristo, dar un paseo o muchas otras actividades buenas.
También debemos evitar las fuentes de pensamientos erróneos, ya sean personas, entretenimiento o medios de cualquier tipo, ya sea Internet, televisión, radio o medios impresos.
Otra forma de controlar nuestros pensamientos es humillarnos y someternos a Dios. El apóstol Santiago aconseja: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:7–8). Cuando nos humillamos y nos sometemos a Dios, Él se acercará a nosotros. El diablo, que influye erróneamente en nuestros pensamientos, huirá. Con Dios tan cerca, seremos más capaces de “purificar nuestro corazón” (v. 8) y tener pensamientos piadosos.
Es más fácil descartar un pensamiento erróneo antes de que eche raíces y crezca, del mismo modo que es más fácil arrancar una mala hierba recién germinada que una mala hierba a la que se le permite crecer y echar raíces profundas.
¡Es muy importante controlar nuestros pensamientos!
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