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Si usted pudiera pedir algo y recibirlo, ¿qué sería? ¡Hubo un hombre en la antigüedad que tuvo un gran deseo! Pidió una de las cosas más grandes que alguien pudriera desear, ¡y la recibió! Siga leyendo para conocer quien fue, qué solicitó y cómo se concedió su solicitud.
Muchos están familiarizados con el antiguo cuento del genio y la lámpara, la historia de Aladino. Esta historia se encuentra en libros infantiles, películas, dibujos animados y, más recientemente, se produjo como una obra de teatro de Broadway. En la historia, un genio concede tres deseos a aquel que tiene la gran “fortuna” de encontrar y frotar la lámpara mágica y liberar al genio de su lugar de confinamiento. De nuevo, ¿qué pediría usted si pudiera pedir algo y recibirlo?
Primero, consideremos cuáles podrían ser algunos deseos comunes. Por supuesto, algunos pedirían dinero. Después de todo, como dice el viejo refrán ¿no es el dinero lo que hace girar al mundo? Vemos ejemplos de personas increíblemente ricas. La revista de negocios estadounidense Forbes revela que Jeff Bezos, fundador del gigante del comercio electrónico Amazon, tiene un valor asombroso que supera los $177 mil millones de dólares. Pisándole los talones está el empresario Elon Musk, famoso por Tesla, SpaceX y The Boring Company, con un valor estimado de $151 mil millones de dólares. Y la lista continúa.
Sin duda, el dinero puede brindar oportunidades, emoción y seguridad, pero no todo es color de rosa, como dicen. Considere este revelador pasaje de la Santa Biblia: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10). Claramente, una solicitud como esta puede venir con su propio conjunto de "espinas". Entonces, ¿qué otra cosa podría ser?
Podríamos pedir larga vida. Como muchos se dan cuenta por medio de sus propias experiencias personales, una larga vida puede ser una bendición si va acompañada de una buena salud física, mental y emocional. Sin estos, la vida puede convertirse en un tiempo de intenso sufrimiento. Usted puede decir: Bueno, si tuviera tres deseos, ¡pediría dinero, salud y una larga vida! Si está familiarizado con la historia de Aladino u otras por el estilo, sabrá que los deseos egoístas nunca acaban siendo concedidos al pie de la letra; siempre vienen con una trampa o un inconveniente oculto.
Entonces, ¿quién fue el hombre de antaño que pidió un deseo y vio que se le concedió? Esta historia proviene de la Santa Biblia, y a diferencia de la fábula de Aladino no es una obra de ficción en lo más mínimo. El joven rey Salomón de Israel había heredado la gran responsabilidad de su padre, el rey David. “Apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé” (2Crónicas 1:7).
Salomón respondió: “Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande? (2 Crónicas 1:8–10).
¿Y el resultado? Los versículos 11–12 revelan la respuesta de Dios: “Sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria”. Dios no solo le concedió a Salomón su deseo; sino que, en Su generosidad, también añadió bendiciones que Salomón no había pedido.
También podemos hacer nuestras peticiones a Dios. Así como a Dios le agradó el deseo de Salomón de usar la sabiduría y el conocimiento en beneficio de los demás, Él también concederá nuestras peticiones sinceras cuando están acompañadas de la actitud correcta.