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Muchos han visto los avisos de advertencia en cercas o puertas: "Cuidado con el perro". Los perros pueden ser astutos y peligrosos, incluso los pequeños "mordedores de tobillo". ¿Sabía que la Biblia advierte a los cristianos que deben "cuidarse de los perros"?
Muchos de nosotros amamos a nuestros amigos peludos. El perro es llamado a menudo “el mejor amigo del hombre" y ciertamente son maravillosos compañeros y siervos. Los perros sirven a la humanidad de muchas maneras, ya sean simples compañeros que ladran cuando alguien toca a nuestra puerta, o como perros guía, perros policía, perros de rescate o rastreadores y detectores de drogas o explosivos.
Pero los perros tienen rasgos indeseables, como hacer ruido al masticar, cavar o arrastrar cosas malolientes. Cuando era niño, mi familia tenía un perro beagle al que le encantaba llevar a casa los "regalos" más malolientes. Algunos perros también son ruidosos, incontrolables, imposibles de entrenar, agresivos y destructivos. Quizás es por eso que "perro" también se usa como un insulto, un epíteto de desprecio para desprestigiar a un individuo o grupo. Hay muchos epítetos y "perro" es uno muy popular. Podemos decir: "el mundo se ha convertido en un mundo de perros", "Es un mundo donde los perros se comen a los perros", "he estado trabajando como un perro", "él está llevando la vida de un perro" o "es un perro sucio", etc.
Por ejemplo, en 1 Samuel 17:43, el gigante guerrero filisteo, Goliat, le dijo al joven David, quien obviamente no era un guerrero: "¿Soy un perro al que vienes con palos?" David estaba desarmado excepto por una vara y una honda. Goliat maldijo a David por sus dioses, pero la mayoría de la gente conoce el resultado de este enfrentamiento, ya que David venció fácilmente al campeón guerrero. Otro ejemplo es 2 Reyes 8:13, donde Hazael le pregunta a Eliseo: "Pues, ¿qué es tu siervo, este perro, para que haga tan grandes cosas?”
Cuando Cristo dio el "Sermón del monte", instruyó a sus seguidores: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.” Es obvio que Cristo está dando instrucciones para no dar el Evangelio, la verdad, la “perla de gran precio” a aquellos no dispuestos a escucharlo, que son, metafóricamente, perros y cerdos. No todos están siendo llamados en este momento, y si Dios no ha abierto sus ojos, su mente esta aún cegada por Satanás. Cristo continuó diciendo que el camino y la puerta a la vida es estrecha, y que pocos la encontrarían.
En Mateo 15, una mujer de Canaán (una gentil), se acercó a Jesús y le pidió misericordia para que sanara a su hija poseída por demonios. Jesús dijo que Él había sido enviado solo a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Pero la mujer persistió, y Cristo respondió: "No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos (gentiles)". La mujer reconoció que su declaración era verdadera, pero dijo: "Si, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Cristo exclamó que su fe era grande y le concedió su petición, y su hija fue sanada en aquel momento.
En su carta a los Filipenses, el apóstol Pablo advierte: "Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo" (Filipenses 3: 2). Pablo no se estaba refiriendo a nuestros amigos peludos, sino que usaba la palabra "perro" como símbolo de los falsos maestros que se aprovechaban de las ovejas desprevenidas, particularmente aquellos que enseñaban que la circuncisión era necesaria para la salvación (Hechos 15: 1), lo que seguía siendo un asunto de contienda. En otras cartas, Pablo habla de falsos maestros que predicaban un evangelio pervertido (Gálatas 1: 7, 9) y falsos apóstoles (2 Corintios 11:13). Pablo estaba advirtiendo a los cristianos filipenses que se cuidaran de ellos.
Del mismo modo, todos debemos tener cuidado con los falsos maestros. En nuestro programa El Mundo de Mañana y en nuestra literatura, alentamos a nuestros subscriptores y miembros a "probar todas las cosas" (1 Tesalonicenses 5:21) en su propia Biblia y verificar lo que la Biblia dice realmente.