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Un importante ferrocarril de los Estados Unidos tenía un letrero cerca de la entrada de su amplia instalación de reparación, donde mantenía el material rodante del ferrocarril. El letrero decía: "Todo accidente es el resultado de la falla del hombre, de los métodos o del material".
Puedo decirles por experiencia que este letrero es correcto. Durante muchos años estuve trabajando en la investigación de accidentes, incendios y daños a propiedades de todo tipo. Al lidiar con pérdidas que trabajaban con viviendas, edificios comerciales, plantas de fabricación y varios tipos de equipos, descubrí que estas pérdidas casi siempre eran causadas por la falla de un dispositivo hecho por el hombre, materiales defectuosos o un error en la operación.
La humanidad y sus dispositivos a menudo no funcionan como se espera, y cuando fallan, los resultados pueden ser catastróficos.
Los ejemplos históricos de esto son numerosos y reconocidos: el desastre de Hindenburg de 1937, cuando un dirigible alemán explotó, matando a 35 de las 97 personas a bordo; el famoso trasatlántico Titanic que se creía insumergible antes de hundirse en las gélidas aguas del Atlántico en abril de 1912; el desastre nuclear de Chernobyl de 1986, que sigue causando sufrimiento en la actualidad; el trágico e impactante desastre del transbordador espacial Columbia en 2003; los diques de los ríos que fallaron en las inundaciones de primavera del Medio Oeste de los Estados Unidos en 2019; y, más recientemente, dos accidentes aéreos que involucraron al avión Boeing 737 MAX que resultaron en la pérdida de 346 vidas. En asuntos del diario vivir, escuchamos que se retiran diferentes productos del mercado, al igual que automóviles, electrodomésticos y otros artículos de uso generalizado debido al mal funcionamiento.
La Biblia también registra algunos fracasos impresionantes de la humanidad. Por ejemplo, Egipto, que alguna vez fue la nación más poderosa del mundo, fue destruida cuando sus líderes se negaron a responder a la demanda de Dios de liberar a los israelitas de la esclavitud (Éxodo 10:7). Más tarde, Jericó, la ciudad amurallada más grande de su tiempo, quedó reducida a escombros cuando los israelitas siguieron las instrucciones de Dios (Josué 6:20-21). Babilonia, el primer imperio que gobernó el mundo, ahora es solo parte de la historia antigua. En su día, todas estas naciones y ciudades-estado parecían invencibles, pero no duraron mucho tiempo. Fracasaron porque las bases en las que se fundaron eran defectuosas.
El hombre confía en la riqueza, pero la riqueza fracasará en algún momento, por lo que al final es una confianza vana. El profeta Ezequiel escribió: “Arrojarán su plata en las calles, y su oro será desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor del Eterno” (Ezequiel 7:19).
El hombre confía en las armas para protegerse, pero todas las máquinas de guerra eventualmente fallarán. “El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo, la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar” (Salmo 33:16-17).
El hombre confía en la religión, pero toda religión que no se base en verdades eternas fracasará. Jesucristo dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23).
Con todo esto en mente, ¿Con quien podemos contar? El profeta Isaías aclara la respuesta: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de Su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo del Eterno de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6–7). Dios nos asegura más allá de toda duda que el establecimiento de Su gran plan para la humanidad no fallará. Llevará a cabo Su gran plan para la humanidad y establecerá Su reino eterno.
¿Cuándo ocurrirá esto? Al regreso de Jesucristo en poder y gloria. El Libro del Apocalipsis da los detalles. “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
¡Tarde o temprano, todos los dispositivos de la humanidad fallan! Sin embargo, los dispositivos del Dios Creador pondrán fin al fracaso y traerán paz, abundancia y verdadero éxito a la Tierra y más allá.
La advertencia profética que se encuentra en el libro de Ezequiel predice una gran calamidad antes de un tiempo de verdadera restauración. ¿Cuál es ese mensaje y quién lo proclama? Entérese. Vea el programa de El Mundo de Mañana "La advertencia del atalaya" hoy.