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Recientemente, muchos de nosotros compartimos el dolor por la trágica muerte accidental de una joven muy querida durante su servicio en un campamento de verano patrocinado por la Iglesia. En su corta existencia, tocó la vida tanto de aquellos que la conocieron como de aquellos que solo llegaron a conocerla después de su muerte.
Los homenajes que le rindieron familiares, ministros y amigos describieron a una joven amorosa, amable, curiosa, independiente y convertida. A muchos de nosotros nos dio la oportunidad de reflexionar sobre las preguntas: “¿Qué dirá la gente de mí después de mi muerte? ¿Qué tipo de legado estoy dejando? Uno de los significados de la palabra “legado” es algo que alguien ha hecho y que es recordado después de su muerte. Pensé que sería interesante examinar a dos mujeres que la Biblia dice que son dignas de recordar. Hay varias enseñanzas que aprender de ellas, pero quiero centrarme solo en una que es común en ellas dos.
La primera es una mujer del Antiguo Testamento, la esposa de Lot. Estamos familiarizadas con el relato del juicio de Dios sobre Sodoma y Gomorra en Génesis 19. El único residente justo de estas ciudades era Lot, pero Dios en Su misericordia quería salvar la vida de su esposa e hijas. Las instrucciones que los ángeles les dieron eran que escaparan a las montañas y no miraran atrás. La esposa de Lot miró hacia atrás y se convirtió en una estatua de sal. Sin embargo, esta no es la última vez que leemos sobre ella. En Lucas 17:32 se nos dice: “Acordaos de la mujer de Lot”. ¿Qué es lo que debemos recordar y qué debemos aprender?
Luego examiné el relato de la mujer en Betania que se encuentra en Mateo 26:6–13. Nos dice que Jesús estaba en casa de Simón y vino una mujer que ungió la cabeza de Cristo con un aceite muy caro. Después de que los discípulos expresaron su descontento, diciendo que ese aceite debería haber sido vendido y el dinero dado a los pobres en lugar de desperdiciarlo, Jesús explicó que la mujer estaba ungiendo Su cuerpo para prepararlo para la sepultura y que sus acciones serían para memoria de ella.
Es de destacar que fue Jesús quien hizo esos comentarios sobre el legado de cada mujer.
Entonces, ¿cuál es el vínculo entre estas dos mujeres cuyos nombres no se conocen, y que vivieron con una diferencia de unos 2000 años? ¡Posesiones materiales! La esposa de Lot miró hacia atrás con pesar por todas las posesiones que dejó atrás. La mujer de Betania prestó poca atención al hecho de que el aceite valía el salario de un año. Como discípulo de Cristo y quizás una de las mujeres que viajaron con Él, ella pudo haber sentido que Sus días estaban contados.
¿Hay una lección vital que debemos sacar de los ejemplos de estas mujeres? Tal vez deberíamos preguntarnos si hay algo en nuestra vida a lo que no le daríamos la espalda para seguir la dirección de Cristo. ¿Podría ser un esposo, hijos, padres, casa, riqueza o posesiones? La esposa de Lot se detuvo en seco, para nunca volver a avanzar, para nunca ver que los planes futuros de Dios para ella eran mucho mejores que lo que había dejado atrás. Por otro lado, la mujer de Betania consideraba sus posesiones materiales sin importancia en comparación con la devoción, el amor y la fe que tenía por su Mesías y su futuro Reino.
El Libro de los Hechos nos da una breve historia de la Iglesia primitiva. He oído señalar que no hay un "Amén" al final del libro. Así que posiblemente en el Reino de Dios habrá una continuación de la historia de los Hechos incluyendo relatos adicionales de los hombres y mujeres fieles a lo largo de la historia de la Iglesia de Dios. Debemos tomarnos el tiempo para reflexionar sobre nuestras vidas para poder determinar el ejemplo que estamos dando ahora, y para estar seguros de que el legado que dejaremos sea positivo.