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Leamos la siguiente parábola en Lucas 19:12-13:
“Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo" (“ocuparse” Versión King James en inglés) (Lucas 19:12-13). En los días de Jesús, las minas y los talentos de oro o plata representaban enormes sumas de dinero.
Y aconteció, que cuando regresó, habiendo recibido el reino, mando a llamar ante él aquellos siervos, a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. “Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará” (Lucas 19:15-26).
El punto de la historia es que Jesucristo, representado aquí por el “noble”, espera que Sus siervos, aquellos que lo aceptan como Señor, Maestro y Mesías, sean productivos. Juan, citando a Jesús, dijo: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.” (Juan 15:8). ¿A qué tipo de “fruto” se estaba refiriendo? La Gran Comisión que Jesús dio poco antes de ascender al cielo da detalles importantes: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el Cielo y en la Tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-20).
La Iglesia tiene la importante responsabilidad de llevar colectivamente a cabo esta comisión, pero cada persona también es individualmente responsable de su crecimiento espiritual. El apóstol Pedro lo expresó de esta manera: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Pedro 3:18). Pablo también enfatizó esto en Filipenses 2:12 cuando escribió: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor…"
Este importante principio se ilustra en la parábola de las minas: “…porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lucas 12:48).
Considere los talentos, las habilidades y los dones físicos que Dios le ha dado. ¿Está "ocupado" usándolos de una manera productiva para servir a los demás, mientras crece en "gracia y conocimiento"?
La revista El Mundo del Mañana, los folletos, el Curso de bíblico y los programas en el canal de YouTube, son herramientas gratuitas que serán de gran ayuda a medida que busque ser productivo espiritual y físicamente.