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No es raro escuchar debates sobre el conflicto entre los intereses masculinos y femeninos en el lugar de trabajo, en la educación y en el hogar. La llamada "batalla de los sexos" se desata en todos los medios. Por supuesto, hay diferencias entre hombres y mujeres, y no hay duda de que, de varias maneras, y en todos los estratos de la sociedad, existen desigualdades que resultan en conflictos y sentimientos negativos.
En algunas culturas y religiones, las mujeres son tratadas como inferiores y están muy limitadas en oportunidades de educación y progreso económico. A menudo leemos sobre abusos impactantes y tristes que son comunes en esas culturas. Hay sentimientos fuertes con respecto al papel de la mujer en la sociedad, y lograr un cambio es difícil, que a menudo llega acompañado de conflictos.
Entonces, ¿cómo debe una persona, hombre o mujer, que cree en la Biblia, abordar el tema? Todos tienen su opinión, pero ¿realmente importa de quién es la opinión? Después de todo, ¿no es lo que el Dios Creador piensa sobre un tema lo que realmente importa? Y la Biblia es muy clara sobre este importante tema.
En el Libro de los Proverbios, encontramos el relato de una mujer increíble que da un buen ejemplo y que sin duda merece ser imitada. Encontramos la historia en Proverbios 31, comenzando en el versículo 10, “¿Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. Los versículos 11 al 25 describen que ella trabaja con sus manos, siendo diligente en proporcionar alimento y ropa para su familia. Establece que ella compra propiedades, se beneficia de su negocio y que ayuda a los pobres y necesitados. Al hacer estas cosas, hace que su esposo se sienta orgulloso de ella. El versículo 25 habla de su fuerza y de su honorabilidad.
Si bien todas estas actividades muestran sus maravillosos rasgos de carácter, el versículo 26 lo pone todo en perspectiva de la siguiente manera: "Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia (o bondad) está en su lengua". ¿Este maravilloso ejemplo indica una posición de subyugación o un estado inferior para una mujer? ¡Ciertamente no! Demuestra los logros valiosos de una mujer capaz, honrada por su esposo y, muy seguramente, amada por su familia.
A pesar de todo, ella habla con sabiduría y con la "ley de clemencia o bondad". Ahora, ¿cuál podría ser esa ley de clemencia? Jesús lo describió en un pasaje que es familiar para la mayoría de nosotros: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mateo 7:12). Todos queremos ser tratados con bondad, por lo que debemos tratar a los demás con bondad. Esta es la esencia de la Ley y los Profetas, según Jesucristo.
Este es un tema recurrente en toda la Biblia. Por ejemplo, "Contentamiento es a los hombres hacer misericordia" (Proverbios 19:22). Sin embargo, debemos admitir que la historia muestra que la bondad no es una virtud que la humanidad desarrolle naturalmente. La inhumanidad del hombre hacia su prójimo (hombre o mujer) se ha demostrado a lo largo de los siglos. Entonces, ¿cuál es la fuente de la verdadera bondad y donde se encuentra? Gálatas 5:22 declara que la bondad es un "fruto" del Espíritu Santo, que es un regalo de Dios.
Así es como Pablo lo describió a un grupo de cristianos del siglo primero: "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia" (Colosenses 3: 12-13).
Podemos ver cómo la fricción entre hombres y mujeres, sin importar la cultura, puede eliminarse aplicando la ley de la bondad. Es importante entender que, si bien las Escrituras brindan pautas claras y establecen ciertas limitaciones con respecto al papel de las mujeres que sirven en la Iglesia del Nuevo Testamento, su servicio no debe ser devaluado. Y aunque existen claras advertencias que enseñan a las esposas a ser sumisas a sus esposos, no hay absolutamente ninguna base bíblica para considerar a las mujeres, de ninguna manera, "inferiores" a los hombres.
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