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Hace años, un anuncio de televisión planteó la siguiente pregunta: "Si no vas a ninguna parte hoy, ¿dónde estarás mañana?" Me impresionó el mensaje ya que, siendo un joven adolescente, estaba en esa edad donde la mente comienza a madurar y a enfocarse más en el futuro. A medida que crecemos, inevitablemente miramos más allá del día de hoy y desarrollamos un "plan de vida”.
Tradicionalmente, las personas toman decisiones con respecto a objetivos a mediano y largo plazo. ¿Qué quiero hacer para ganarme la vida? ¿Qué tipo de preparación o educación se necesita para trabajar en esa carrera o trabajo? ¿Quiero vivir en las montañas, en la ciudad o en la costa? ¿Debo mudarme o quedarme dónde estoy? ¿Con quién debo establecerme para tener una familia? A medida que maduramos hacia la edad adulta, deberíamos enfocarnos más en las respuestas a estas y otras preguntas.
En estos días, parece que un número creciente de nuestros jóvenes están flotando por la vida sin una estrategia, paralizados sin avanzar hacia la madurez. Mucha gente parece no ir a ninguna parte, como el tema de la canción de los Beatles "El hombre de ninguna parte": “sentado en su tierra de ninguna parte, haciendo todos sus planes de ninguna parte para nadie. No tiene un punto de vista, no sabe a dónde va…”.
¿Qué lo mantiene a usted en marcha diariamente? ¿qué es lo que espera? La esperanza es un motivador que apunta hacia el futuro. Esperamos lo que aún no tenemos, pero al menos si tenemos esperanza en algo tenemos un objetivo.
Mirándose a sí mismos y al mundo, muchos luchan por encontrar un nexo para comprometerse con algo. Ven un mundo lleno de contradicciones y conflictos. Pensando que se benefician poco con algún compromiso, más o menos se establecen en una zona desprovista de esperanza, ocupando el tiempo en una fantasía o escapismo sin fin.
Las ideas tienen consecuencias. Una idea o filosofía, promovida a mediados del siglo XIX, fue el nihilismo, un punto de vista de que los valores y creencias tradicionales son infundados y que la existencia no tiene sentido ni utilidad ya que no existe una base objetiva de la verdad, especialmente para las verdades morales.
Damascene Christensen, en su prólogo para NIHILISMO: La raíz de la revolución de la era moderna de Eugene Rose, escribió: “El nihilismo, la creencia de que no existe una verdad absoluta, que toda verdad es relativa, es… la filosofía básica del siglo XX: 'Se ha vuelto, en nuestro tiempo, tan generalizado y penetrante... que ya no hay ningún 'frente' en el que pueda ser combatido'". El corazón de esta filosofía fue "expresado más claramente por Nietzsche y por un personaje de Dostoyevsky en la frase: 'Dios ha muerto, por lo tanto, el hombre se convierte en Dios y todo es posible'.
No es casualidad que el surgimiento de varias filosofías, como el nihilismo, haya ganado prominencia con la disminución de la devoción religiosa. El rey David escribió dos veces: “Dijo el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1 y Salmo 53:1). Pero Dios está vivo, mientras que Nietzsche está muerto.
No puede haber satisfacción en la vida sin objetivos que valgan la pena. En lugar de simplemente darse por vencido, abrazar una filosofía como el nihilismo y perderse en un escapismo sin fin, hay un camino mejor. Si el estado actual de las cosas parece poco atractivo, ponga su esperanza en el futuro. Hay un futuro brillante por delante para todos en el Reino de Dios que pronto vendrá. David también escribió en el Salmo 33:15 que Dios “formó el corazón de todos ellos; atento está a todas sus obras”.
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