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Parece que cuando la oportunidad llama, muchos no la reconocen, porque se camufla como algo que requiere mucho trabajo. Algunos piensan que las oportunidades ocurren por “suerte”. Sin embargo, esta “suerte” parece acompañar a aquellos que trabajan duro cumpliendo con sus obligaciones y compromisos. En algunos lugares de trabajo, debido a las nuevas tecnologías y los cambios en los mercados, muchos no logran mantenerse al día y se quedan atrás, perdiendo oportunidades. El cambio es implacable y requiere disposición para adaptarse y aprender constantemente. Esto no es nuevo, pero el ritmo del cambio se ha acelerado drásticamente, dejando a muchos atrás.
El libro de los Proverbios está repleto de instrucciones concisas sobre este tema. Veamos algunos ejemplos: “En toda labor hay fruto; mas las vanas palabras de los labios empobrecen” (Proverbios 14:23). Se requiere trabajo para tener éxito. Otra faceta de esta filosofía se encuentra en Proverbios 24:27, “Prepara tus labores fuera, y disponlas en tus campos, y después edificarás tu casa”. Tener objetivos, prioridades y la ética correctos nos asegura que estamos en el camino hacia el éxito. “El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa” (Proverbios 28:20).
Una persona fiel encontrará oportunidades para servir a su prójimo. “El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente” (Proverbios 22:9). Santiago, el hermano del Señor, lo expresó de esta manera: “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:15–17).
Las oportunidades que se pierden, a menudo se pierden para siempre. Hay un ejemplo conmovedor que se encuentra en Marcos 10:17–22. Un joven se acercó a Jesús y le preguntó qué necesitaba hacer para obtener la vida eterna. Jesús explicó que debía guardar los Mandamientos. El joven respondió: "Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud". Jesús lo amó por eso (v. 21), pero se dio cuenta de que el hombre tenía una piedra de tropiezo en su vida, algo que se había interpuesto entre él y Dios: “y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”. ¡Lamentablemente, el hombre perdió la oportunidad de cambiar su vida!
¿Y usted? ¿Aprovechará la oportunidad que tiene en esta vida y “buscará primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33) o, como el joven que “se fue triste”, dejará que algo le haga perder su oportunidad de estar en el Reino de Dios?
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