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La palabra "pestilencia" evoca inmediatamente una imagen amenazante y siniestra de una epidemia fatal. Podemos pensar en la peste bubónica, en la infame "Peste Negra", la influenza pandémica, etc. Algunos también pueden pensar en advertencias bíblicas severas con respecto a los "últimos días". ¿Podemos encontrar protección contra las pestilencias?
Haciendo un poco de investigación, uno descubre rápidamente que hoy las enfermedades y las pestes siguen siendo una amenaza real para la vida humana. Si bien a veces escuchamos que la medicina moderna ha "eliminado" ciertas enfermedades, muchas enfermedades mortales, aunque aparentemente erradicadas en áreas desarrolladas del mundo por la medicina avanzada y el saneamiento, están muy vigentes.
La Organización Mundial de la Salud enumera los brotes actuales y potenciales, incluidos el cólera, la gripe, la viruela, la fiebre amarilla, la meningitis, el MERS, el SARS y las enfermedades emergentes más recientes como el Ébola y el Zika.
Jesucristo profetizó que las pestes serían una de las señales que preceden a su regreso al final de esta era (Mateo 24:3, 7). El profeta Ezequiel menciona “pestilencias” numerosas veces en sus advertencias al Israel moderno (Ezequiel 14:19, 21; 28:33; 33:27; 38:22). Aquellos que creen en la palabra verdadera del Dios Todopoderoso deben percatarse de que se acerca una gran pestilencia.
Durante el siglo XIV dC, la peste bubónica golpeó Asia central y se propagó en dos direcciones:
La Peste Negra ... devastó Europa desde 1347 hasta 1352 d.C., matando a unos 25-30 millones de personas. La enfermedad, transmitida por pulgas en roedores, se originó en Asia central y fue llevada de allí a Crimea por guerreros y comerciantes mongoles. La plaga entró en Europa a través de Italia, transportada por ratas en los barcos comerciales genoveses que navegaban desde el Mar Negro. Con hasta dos tercios de los pacientes que murieron a causa de la enfermedad, se estima que entre el 30% y el 50% de la población de los lugares afectados murieron por la Peste Negra ... hubo tantas muertes y tantos cuerpos que las autoridades no sabían qué hacer con ellos, y ver los carros llenos de cadáveres se convirtieron en algo común en toda Europa ("Black Death", Ancient History Encyclopedia, 20 de junio de 2018).
Ahora sabemos que las condiciones inmundas e insalubres condujeron a la rápida propagación de la "Peste Negra". Las ciudades medievales estaban sucias: los desperdicios y excrementos eran arrojados por las ventanas y hacia los canales, y la sanidad era inexistente sobre manera.
Un médico judío llamado Balavignus instituyó un movimiento de limpieza entre los judíos. En consecuencia, las ratas abandonaron los guetos judíos y se mudaron a los sectores "gentiles" de la ciudad, ¡y la tasa de mortalidad de los judíos por la peste fue una reducida cantidad en comparación con lo que fue entre sus vecinos no judíos! (Ben Hobrink, Ciencia moderna en la Biblia, 2011, págs. 26–29). Horriblemente, los judíos fueron acusados de envenenar los pozos para causar el brote, y sufrieron persecución, tortura y muerte (ibid.).
Sin embargo, la peste negra fue finalmente controlada cuando se instituyó el principio bíblico de la cuarentena (Hobrink, pp. 29-30). Dios había dado ese principio en sus leyes para el antiguo Israel casi más de dos mil años antes. ¡Si solo la humanidad no rechazara tercamente las instrucciones del Dios Creador!
A lo largo de los siglos, varias plagas de pestilencia han diezmado las poblaciones de la Tierra. La Biblia predice más, y mucho peor por venir. La ciencia y la medicina modernas no podrán detenerla. La comunidad médica ya advierte de enfermedades resistentes a las drogas, incluso a "drogas de último recurso".
Pero, así como Dios le ofreció a la antigua nación de Israel la oportunidad de protegerse de las enfermedades, simplemente escuchando diligentemente su voz, escuchando y guardando sus mandamientos (Éxodo 15:26), también protegerá a aquellos que en esta era lo buscan con todo su corazón para obedecerle. "Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.... Porque has puesto al Eterno, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” (Salmo 91:3, 9–11).
Debido a los abominables pecados cometidos por la humanidad en los últimos tiempos, Dios castigará a los malhechores; "Una tercera parte de ti morirá de pestilencia..." y los que sobrevivan enfrentarán el hambre y la espada (Ezequiel 5:12).
Las epidemias de enfermedades comprenden una de las señales del regreso de Cristo, pero ciertamente no es la única. Puede obtener más información haciendo clic en este enlace y suscribiéndose a la revista El Mundo de Mañana y otras publicaciones.