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¿Que han aprendido hoy? No sé ustedes, ¡pero cualquier día en el que aprendo algo nuevo es un buen día! Y la mejor parte es que nunca somos demasiado viejos para aprender cosas nuevas.
Por ejemplo, una vez leí una historia muy inspiradora sobre un estudiante muy especial. Se graduó hace varios años de la Universidad Laval con una licenciatura en bioquímica. ¿Qué tiene eso de especial? ¡Recibió su diploma a la edad de 81 años! En sus propias palabras: “Me inscribí en el programa no porque quisiera el diploma sino porque quería tener acceso a todos los cursos disponibles en ese campo. Si la mayoría de los estudiantes toman 15 créditos por semestre para recibir su diploma en tres años, yo hice lo contrario; tomé tres créditos por semestre para recibir mi diploma 15 años después (“Biochimiste diplômé à 81 ans”, Contacto, Universidad de Laval, otoño de 2012, pág. 7). Además, agregó su esposa, "él siempre tuvo una necesidad de conocimiento, de aprender, de saber". Este caballero tenía sed de conocimiento.
Jesucristo declaró: “De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Marcos 10:15). Un rasgo de carácter común de los niños pequeños es su sed de aprender. ¿Alguna vez ha visto a un niño trabajando en un rompecabezas? La primera vez que lo intenta, trabaja, y se toma su tiempo. Luego, cuando termina, lo mira un momento antes de desarmarlo y completarlo nuevamente. Con cada nuevo intento, lo completa cada vez más rápido, y lo disfruta cada vez más.
Los niños pequeños también están ansiosos por hacer cosas con sus padres. ¿Ha notado alguna vez la felicidad que emana de un niño cuando es capaz de hacer su primer panqueque, o huevos, o un desayuno completo, solo? ¿o cuándo puede completar su primer solo musical? ¿o quizás cuándo llega a casa con su primera calificación perfecta en un examen?
¿Qué hay de nosotros, como adultos? ¿Seguimos teniendo sed de conocimiento sea cual sea nuestra edad? ¿Cuándo fue la última vez que aprendió algo nuevo sobre matemáticas, historia o ciencia? ¿O sobre cómo se hace algo?
Aún más importante, ¿tenemos sed de conocimiento de los caminos de Dios? ¿Qué tan profundo es su conocimiento de la Biblia?
Así como nuestros hijos quieren aprender de nosotros, ¿tenemos la urgencia de aprender de nuestro Padre? ¿Esperamos con ansiedad estudiar la palabra de Dios, abrir las páginas de Su libro y aprender sobre Su estilo de vida? El antiguo rey David estaba sediento del camino de vida de Dios. Escribió: “¡Bendito seas, Señor! Enséñame tus estatutos” (Salmo 119:12). Añadió: “Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído” (v. 66). Diez veces en el Salmo 119, David expresa su sed de que Dios le enseñe Sus caminos. Este gran rey de Israel tenía un ardiente deseo de aprender sobre Dios. “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo.... ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Más que la miel a mi boca! ... Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (vs. 97-105).
¿Qué tan bien aplicamos realmente estas palabras a nuestra vida? Si tiene hambre de aprender más sobre los mandamientos de Dios, solicite su copia gratuita de nuestro folleto, Los Diez Mandamientos. Y para profundizar en el conocimiento de la voluntad de Dios con Su creación, vea el programa de El Mundo de Mañana "¿Qué quiere Dios de mí?"