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Cuando se trata de la Biblia, algunas personas quieren saberlo todo. Tener un deseo correcto y equilibrado de aprender y crecer en el conocimiento de las Escrituras es bueno. Puede ayudarnos a crecer en nuestra relación con nuestro Creador. Pero este mismo deseo se vuelve desproporcionado cuando se hace hincapié en tratar de comprender temas en los que Dios ha retenido intencionalmente detalles determinantes, o donde la Biblia simplemente guarda silencio. Aunque queremos aprender más acerca de Dios y su camino de vida, necesitamos aprender a usar el conocimiento correctamente. ¿Cómo podemos hacer esto?
El punto más importante que debemos tener en mente es aferrarnos a lo que sabemos con certeza. La escritura en 1 Tesalonicenses 5:21 que dice: "Examinadlo todo; retened lo bueno” es un poderoso recordatorio.
Las Escrituras nos dicen que recordemos a aquellos que nos han enseñado la verdad, y también se nos instruye a recordar y aplicar lo que nos han enseñado. Recibimos y aprendemos de su sabiduría. Pablo le dice al joven evangelista Timoteo, y también a cada uno de nosotros "Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido" (2 Timoteo 3:14). Recordar a nuestros maestros nos ayuda a ser humildes. No llegamos al conocimiento correcto por nuestro propio entendimiento, sino que Dios usó a sus siervos para nos lo enseñaran.
Aquellos individuos que creen que lo saben todo acerca de las Escrituras deben reconocer que, aprender y estudiar las Escrituras, es una parte vital de nuestro conocimiento del Dios verdadero, y de saber lo que Él espera de nosotros para que podamos mantener una relación sana y positiva con Él. También es de vital importancia mantener el equilibrio en lo que pensamos sobre la adquisición del conocimiento ya que muchos adquieren conocimiento para su propio beneficio, sin importar cómo lo utilizan.
El hecho es que, incluso si tuviéramos todas las respuestas, de todos modos, no las recordaríamos todas. Dios ha hecho que nuestras mentes humanas requieran recordatorios y, afortunadamente, que también tengan la capacidad de olvidar algunas cosas. Nuestras mentes humanas son limitadas, y es simplemente imposible tener todo el conocimiento, retenerlo y recordarlo perfectamente. Sí, adquirir conocimiento es bueno, siempre y cuando sea para un buen propósito, con la motivación correcta y el equilibrio apropiado.
Pablo habló sobre el conocimiento en 1 Corintios 13, el capítulo del "amor", diciendo: “Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:2). Si carecemos de la motivación correcta para adquirir y utilizar el conocimiento de una manera amorosa y edificante, nos quedaremos cortos. Si bien algunos temas de la Biblia son temas interesantes, pueden no ser el tipo de cosas en las que deberíamos invertir mucho tiempo y meditación.
En cambio, deberíamos invertir tiempo en tratar de entender cómo cada uno, individualmente, podemos convertirnos en personas más amorosos, amables y afectuosas, y tener un carácter más parecido al carácter de Dios, lo que supera la acumulación de conocimiento.
Thomas Jefferson reflexionó con precisión: "El que sabe más sabe lo poco que sabe". Ese enfoque humilde del conocimiento realmente puede guiar nuestro estudio de las Escrituras. Entonces podemos estar seguros no solo de que sabemos cosas y de que lo que sabemos es correcto, sino también de que entendemos cómo usar correctamente lo que sabemos; comprendiendo y edificándonos los unos a los otros, obedeciendo a Dios más plenamente en nuestra vida diaria. Ese es el propósito de obtener conocimiento, siempre para compartir, dar, amar, aplicar el conocimiento de Dios correctamente en nuestra vida diaria y obedecer.