Para hacer una búsqueda avanzada (buscar términos específicos), escriba juntamente los criterios de interés como se muestra en los siguientes ejemplos:
¿Ha conducido su vehículo últimamente? ¿Alguna vez se ha detenido en una luz roja y en el instante en que se vuelve a poner verde, el carro que está frente a usted gira rápidamente, violando su derecho a la vía? ¿Con frecuencia ve carros pegados al parachoques de su carro? ¿O tal vez mientras lee esto está pensando: "Bueno, soy yo el que generalmente me pego a otros carros, ¡pero es que las personas conducen muy lento!
Vivimos en un mundo acelerado y dependemos del automóvil. Muchos de nosotros tenemos que viajar largas distancias al trabajo o a la escuela. O tal vez, vivimos en una ciudad muy congestionada, donde conducir cortas distancias nos toma mucho tiempo. En el año 2016, había más de 268,000,000 de vehículos registrados en los Estados Unidos, lo que representa aproximadamente una quinta parte de los vehículos en circulación en todo el mundo. Estar detrás del volante de cien o más caballos de fuerza que pueden viajar a velocidades superiores a los 112 kilómetros por hora es una gran responsabilidad. ¡Si se toma a la ligera, un error en el volante podría costarle la vida!
Durante los diecisiete años que manejé por las congestionadas calles de Los Ángeles, estuve involucrado en cuatro accidentes automovilísticos, uno de ellos fue significativo. Aprendí que con la experiencia viene una mentalidad más defensiva pero muchas personas hoy en día, incluso los conductores experimentados, no resisten la tentación de mostrar sus habilidades de NASCAR y superar el límite de velocidad, infringiendo las "reglas del tráfico" para llegar a tiempo a la próxima reunión, o para obtener una descarga de adrenalina por su "necesidad de velocidad".
Si Jesucristo estuviera sobre la Tierra hoy y se encontrara al volante de un automóvil o camioneta, ¿qué tipo de conductor sería? ¿Cómo deberían comportarse los cristianos en la carretera?
Dios inspiró al Apóstol Pedro para animarnos a seguir el ejemplo del carácter perfecto de Cristo: "Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca" (1 Pedro 2:21).
Jesucristo nunca infringió la ley de Dios. Él también obedeció las leyes del gobierno secular de los lugares donde vivía y enseñaba. Y nos enseñó a hacer lo mismo. La Biblia deja claro que los cristianos deben someterse a las autoridades y advierte que si no lo hacemos, acarreamos condenación para nosotros mismos (Romanos 13:1-3).
He sufrido esa corrección personalmente, cuando un momento de descuido detrás del volante me llevó a la destrucción de mi vehículo (y, afortunadamente, solo tuve lesiones menores). Si hubiera tenido más cuidado y hubiera ejercido los frutos del espíritu, como la paciencia, la bondad, la amabilidad y el autocontrol (Gálatas 5:22) mientras conducía, posiblemente hubiese evitando ese accidente en particular.
Los cristianos deben esforzarse por caminar con Dios a diario, y, si estamos al volante de un vehículo, debemos esforzarnos por conducir con Dios, teniendo temor de Dios. Podemos hacer una gran diferencia en el camino obedeciendo las leyes de tránsito que se crearon para nuestra propia seguridad y siendo corteses con otros conductores. Al encender nuestros motores, recordemos las palabras de Jesucristo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31).
Solicite una copia gratis de nuestro folleto, Los Diez Mandamientos. Este explica claramente con base bíblica cómo las leyes de Dios que viven en nosotros por medio del Espíritu Santo pueden darnos la guía espiritual para amar verdaderamente a nuestro prójimo como a nosotros mismos.