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Hay una tendencia reciente con respecto a las niñas entre las edades de 8 a 14 años. Estas niñas hacen videos preguntando a los espectadores: "¿Soy bonita o fea?" y lo publican en la Internet. Hay aproximadamente 500,000 videos en YouTube publicados por niñas preadolescentes y adolescentes que hacen esta pregunta a los espectadores y solicitan comentarios en forma cruda y honesta sobre su apariencia. Estos videos son un síntoma de una sociedad obsesionada con la apariencia física mientras pasa por alto un rasgo mucho más importante del carácter moral.
Hollywood normalmente recluta a personas físicamente atractivas para retratar una "realidad" en la que todos son delgados, están en forma y no tienen imperfecciones. Esta “realidad” es lo que los jóvenes ven en la televisión y en las películas. Entonces, no sorprende que las jóvenes de nuestra cultura sientan una presión inalcanzable para estar a la altura de ese ideal.
Como madres de hijas impresionables, debemos preguntarnos, ¿qué valora Dios? ¿Qué debemos valorar en los demás? ¿Dónde debería estar nuestro enfoque en la vida? ¿Deberíamos centrarnos en nosotras mismas y en cómo nos vemos, o deberíamos centrarnos en los demás y en usar el cuerpo como un instrumento para hacer la voluntad de Dios? ¿Qué es importante para Dios?
En 1 Samuel 16:7, Dios explica claramente cómo ve la apariencia física humana, “El Eterno no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Eterno mira el corazón.” Lo que es más importante para nuestro Dios que es perfecto, es nuestro corazón y nuestro carácter. Nuestra sociedad defectuosa da un valor incorrecto en la apariencia exterior, una belleza superficial y vana que se desvanece naturalmente con el tiempo. Las celebridades de Hollywood invierten tiempo y dinero en muchos tratamientos, como tratamientos de Botox (o veneno de serpiente sintético, que produce el mismo efecto), cirugía plástica, liposucción, cabello, uñas y pestañas postizas. Imagine cómo sería nuestro mundo si el mismo esfuerzo se dedicara a prestar atención a la decencia, la bondad, la honestidad y la humildad, cualidades que realmente pueden mejorar a una persona.
Por otro lado, ¿es pecado lucir lo mejor que podamos? ¿Debemos, como mujeres, hacer un esfuerzo por ser atractivas? La Biblia describe cómo los asistentes del rey Asuero escogieron a la joven Ester para que sirviera en los aposentos de las mujeres del palacio del rey. En Ester 2:9 y 12, vemos que Ester pasó por un año completo de preparativos para realzar su belleza física antes de ser presentada al rey. Ella no fue condenada por permitir estos preparativos, y no se llevaron a cabo por alguna vanidad personal de su parte. Sin embargo, fue su carácter, no su belleza física, lo que agradó a Dios.
Ester arriesgó su vida para seguir la voluntad de Dios, siguiendo el consejo de Mardoqueo. Ester primero ayunó, poniendo la situación en manos de Dios Y fue su humildad y su voluntad de servir a los demás lo que la hizo hermosa y valiosa para Dios.
En Proverbios 31:30–31 leemos: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme al Eterno, ésa será alabada”. El apóstol Pedro observó lo que es más valioso para nuestro Padre celestial en 1 Pedro 3:3–4: “Vuestro atavío no sea el externo…sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”.
Dios pudo usar a Ester por su actitud dócil y su voluntad de obedecerle, que era su belleza interior. Esas jovencitas de hoy que le preguntan a todo el mundo: “¿Soy bonita o fea?” Necesitan recordar que Dios estima su valor por lo que son en lo interior, no por su forma física.
En el Reino de Dios que pronto llegará, las niñas pequeñas no estarán obsesionadas con su apariencia, preocupadas si son bonitas o feas. En vez de ello, aprenderán a centrarse en la formación del carácter y en servir a los demás, y la sociedad enseñará y aprenderá qué cualidades tienen un valor verdadero y duradero. ¡Hagamos nuestra parte como madres para infundir esas cualidades en nuestras hijas hoy!