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¡Compruébelo directamente en las páginas de la Biblia!
Durante milenios, el ciclo de vida humana ha proseguido su marcha. Nacen hijos, crecen, se reproducen y mueren. Como dijo el rey Salomón, “generación va y generación viene”. Con todo, son muy pocos los que han comprendido la respuesta a la Incógnita que a muchos tarde o temprano nos asalta: “¿Cuál es el propósito del ciclo incesante de la vida?” Para los que están sumidos en el sistema erróneo de creencias sobre la evolución, la única conclusión es que el ciclo de la vida humana existe solamente para la reproducción de la especie. Según piensan, la vida carece de sentido. No tiene un propósito.
Para los que estamos convencidos, por haberlo demostrado, de que el Dios Creador existe, la conclusión es que Él nos hizo para un propósito. La palabra de Dios revela claramente cuál es aquel extraordinario propósito: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Los humanos fueron creados a imagen de la Familia de Dios. Si nos dejamos formar por la Familia de Dios (Dios Padre y su Hijo Jesucristo), y si estamos dispuestos a desarrollar en nosotros el carácter y la mentalidad del propio Dios, entonces cuando Jesucristo regrese podremos nacer como miembros de esa Familia, cuyo “primogénito entre muchos hermanos” es Jesucristo (Romanos 8:29).