Cómo reconocer una falsificación | El Mundo de Mañana

Cómo reconocer una falsificación

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Neo, el protagonista de la película Matrix, es un hombre del común quien descubre que el mundo que lo rodea—y que parece tan normal y agradable—es, de hecho, una realidad falsificada por sus enemigos para impedir que él se entere de la terrible verdad.

Cuando salió la película Matrix en 1999, muchos aficionados al cine la hicieron a un lado (y no es de extrañar) como una de tantas películas colmadas de violencia hasta el punto de ser impotable para padres e hijos por igual. Pero algo especial había en esa película, algo que cautivó la imaginación de miles de personas. Al tratar un tema milenario, Matrix hizo resonar un anhelo más profundo de lo que quizá comprendieron sus propios productores.

¿Le sorprendería a usted saber que en cierto sentido, The Matrix se acercó mucho a la verdad? ¿Acaso estará usted viviendo, sin saberlo, dentro de una realidad hábilmente falsificada? Si así fuera, ¿cómo lo sabría? Si desea enterarse, ¡siga leyendo este artículo!

La mayoría de las personas pasan la vida sin mayor reflexión ni análisis. Trátese de sus convicciones políticas o de su postura en cuanto a las polémicas del día, la mayoría de las personas prefieren discutir—comprobar que tienen la razón y que el otro está equivocado—antes que detenerse a examinar sus convicciones para ver si concuerdan con lo que realmente es cierto.

Esta falta de introspección y de auto-examen se hace extensiva a nuestras ideas religiosas. ¿Cuántas personas realmente toman sus creencias acerca de Dios y las examinan "bajo el microscopio"? ¿Cuántos analizan sus ideas sobre el sentido de la vida o sobre el bien y el mal? ¿O cuántos persisten en las costumbres y prácticas que aprendieron desde niños, sin asegurarse de que el dios que adoran sea el verdadero Dios?

El apóstol Pablo, escribiendo a los cristianos que vivieron pocos decenios después de la resurrección de Cristo, tuvo que exhortarlos para que se examinaran: "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo" (Gálatas 1:6–7).

Pablo veía que empezaba a arraigarse en la iglesia cristiana un evangelio distinto del evangelio de Jesucristo. Veamos su preocupación: "Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis" (2 Corintios 11:3–4).

Pablo estaba luchando contra la difusión de una enseñanza relacionada con un evangelio diferente, un espíritu diferente—¡y un Jesús diferente! Aunque sus doctrinas y costumbres parecían similares al evangelio verdadero de Jesucristo, ¡era una falsificación! Las similitudes eran engañosas.

La Biblia describe una lucha por conservar la pureza de la fe cristiana, escasos años después que Cristo estableciera su Iglesia. En el penúltimo libro de la Biblia vemos que la lucha aún continúa: "Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" (Judas 3–4).

¿Quién es el falsificador?

¿Cuál era el origen de aquel "cristianismo" falsificado que estaba corrompiendo a la joven Iglesia? Pablo explicó: "Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz" (2 Corintios 11:13–14).

Satanás el diablo dio origen a la confusión y corrupción en la Iglesia primitiva. Pablo lo llama "el dios de este siglo" (2 Corintios 4:4) o "el dios de este mundo" (Bibia de las Américas). Fue él quien estaba infiltrando a la joven Iglesia en el siglo primero, engañando a los incautos y presentando un evangelio falsificado, una fe falsificada y un Cristo falsificado.

¿En qué terminó esta lucha del siglo primero? Han transcurrido veinte siglos desde entonces, el desenlace tuvo que ser bueno, ¿verdad? ¿O no? Sabemos que Jesucristo prometió edificar su Iglesia y que las puertas del Hades, es decir del sepulcro, ¡no prevalecerían contra ella (Mateo 16:18)! Víctima de la persecución, la mentira y la incomprensión, la Iglesia que Jesucristo fundó para enseñar "todo el consejo de Dios" (Hechos 20:27) jamás perecería del todo ¡Y está profetizado que ella estará presente a la venida de Cristo!

No obstante, ¿qué es lo que vemos hoy? Un surtido impresionante de creencias y prácticas que llevan el nombre de "cristianas" pero que no pueden ser todas verdad. El libro de Apocalipsis describe cómo será nuestro mundo en los días anteriores al regreso de Jesucristo. El apóstol Juan escribió: "Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12:9).

Sí, ¡Satanás engaña al mundo entero! ¡Sus falsificaciones nunca pararon! ¡Satanás no ha desistido de su esfuerzo por difundir un cristianismo falso, un evangelio falso y un Cristo falso! Sigue todavía haciéndose pasar por un ángel de luz. Sigue siendo todavía el dios de este mundo y sigue siendo todavía el padre de mentira.

Una profecía para el tiempo del fin, nuestra época, dice: "Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón" (Apocalipsis 13:11). Aquí, en esta descripción de un gran profeta falso, el futuro anticristo, quien ha de revelarse pronto al mundo entero, este parece como un cordero. Tanto es así, que muchos dan por sentado que representa a Cristo. Pero los que saben discernir reconocerán que no habla como el Cordero sino como un dragón, como la serpiente antigua Satanás, el diablo, quien extiende su religión falsificada con intención de engañar a todo el mundo.

¿Un cristianismo falso?

Hemos visto en las Escrituras que Satanás lleva milenios esforzándose por engañar al mundo. Hemos visto que el mundo estará bajo su influencia en los tiempos del fin. Consideremos, pues, una pregunta difícil, que pocos tendrán la valentía de contestar honradamente: ¿Qué representa el "cristianismo tradicional" de hoy, el verdadero cristianismo de Jesucristo, o la falsificación planteada por Satanás?

Muchos historiadores y eruditos ya han dado su parecer al respecto. El siguiente es un comentario de erudito protestante Jesse Lyman Hurlbut: "Después de la muerte de San Pablo, y durante cincuenta años, sobre la Iglesia pende una cortina a través de la cual en vano nos esforzamos en vano por mirar. Cuando al final se levanta alrededor del año 120 d.C., con los registros de los padres primitivos de la Iglesia, encontramos una Iglesia muy diferente en muchos aspectos a la de los días de San Pedro y San Pablo" (Historia de la Iglesia cristiana, p. 39).

Este historiador no es, ni con mucho, el único que juzga así. Mas cabe preguntar si acaso es posible que el cristianismo falso que invadía a la Iglesia primitiva como un virus en el primer siglo esté presente todavía en el siglo veintiuno. Cristo se refiere a sus seguidores como una "manada pequeña" (Lucas 12:32). ¿Es posible que la falsificación se convirtiera en la forma predominante de lo que hoy se conoce como "cristianismo"?

Si fuera así, ¿cómo lo sabríamos? ¿Cómo podemos determinar si la fe que seguimos es la verdadera o la falsa?

En nuestro intento por identificar una fe falsificada, podemos aplicar el mismo método que se usa en la lucha contra el dinero falsificado. Una de las mejores maneras de reconocer una falsificación es conocer absoluta e íntimamente la cosa verdadera. Cuando uno está muy consciente de cómo se siente un billete real de $20 entre los dedos, los delicados detalles del arte, el peso del papel en la mano, el modo como responde al doblarlo, cómo las fibrillas están incorporadas dentro del material, cómo la tinta se mezcla un poquitín con el papel, entonces es más capaz de reconocer un billete falsificado cuando se lo entregan. Para quien conoce "la cosa verdadera", las menores diferencias en la falsificación se destacan como la noche se destaca del día, ¡aunque alguien menos enterado ni siquiera se daría cuenta!

Podemos aplicar la misma estrategia para identificar una fe falsificada, un Cristo falsificado o un cristianismo falsificado. Una vez familiarizados con lo real, no podemos menos de percatarnos cuando aparece una falsificación, ¡por sutil que esta sea!

¿Qué es lo real? La palabra de Dios: la Santa Biblia!

Sigamos el ejemplo relatado en la Escritura. "Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hechos 17:10–11).

La "prueba del billete"

¿Qué encontramos, pues, al aplicar la "prueba del billete" a algún aspecto del cristianismo tradicional? Comparado con la palabra de Dios, ¿cómo se ve?

Consideremos, por ejemplo, la recompensa de los que son salvos. Muchas iglesias enseñan que al morir, vamos al cielo. Para unos, esto es andar flotando en las nubes con un arpa en la mano. Otros han descrito el cielo como una "visión beatífica" donde la persona se limita a mirar, feliz, el rostro de Dios por toda la eternidad.

¿Pero qué enseña la Biblia sobre la recompensa de los que son salvos? En el pasaje de las Escrituras conocido como las Bienaventuranzas, Jesús revela algo importante: "Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra" (Mateo 5:5).

La palabra de Dios siempre describe la herencia de los santos ¡como algo que está aquí mismo en la Tierra! ¿Y qué dice la Biblia que estarán haciendo los santos en la Tierra? "Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre" (Apocalipsis 2:26–27).

También leemos que Cristo nos hará "para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Apocalipsis 5:10). Más adelante vemos que los santos ¡reinarán mil años con Cristo (Apocalipsis 20:6)!

¿Acaso es esto una expresión simbólica o una simple metáfora que podemos hacer a un lado? El apóstol Pablo no lo veía así. Leamos lo que les dijo a los cristianos en Corinto: "¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?" (1 Corintios 6:1–3).

En estos pasajes, y en muchos más, la Biblia explica que la recompensa de los salvos es literalmente ¡gobernar al lado de Jesucristo con poder y gloria! ¿Es esto lo que se oye predicar hoy en la mayoría de las iglesias que se dicen cristianas? La palabra pura de Dios nos da una verdad sólida que nos permite comparar e identificar la falsificación de Satanás.

Ahora consideremos algunas de las celebraciones tradicionales que se asocian con el "cristianismo" moderno. Muchos proclaman que la Navidad es la mejor época del año. La gente intercambia regalos, decora árboles y disfruta muchas tradiciones que se han transmitido de generación en generación, celebrándose en el nombre de Cristo. En el mal llamado "Domingo de Resurrección" o Pascua Florida, los padres les dicen a sus hijos que el "Conejo de la Pascua" les ha traído huevos de colores y golosinas de chocolate, y para todos hay comidas y otras tradiciones que se practican en el nombre de Cristo para festejar el día.

Sin embargo, basta consultar cualquier enciclopedia para ver que estas tradiciones y prácticas tienen su origen en las costumbres del culto pagano que son siglos, y aun milenios, anteriores al cristianismo. Quienes están enterados de estos orígenes suelen decir que es aceptable "cristianizar" las costumbres paganas incorporándolas dentro del culto "cristiano". Pero debemos preguntarnos qué opinaría Dios de que se apliquen tradiciones paganas en el culto a Él y a su Hijo. En las Escrituras, Dios dejó muy en claro lo que opina, al ordenar que no se recurra a las prácticas paganas al adorarlo a Él (Deuteronomio 12:30–32).

Como ya lo saben los lectores habituales de esta publicación, Jesucristo es el Dios que dio ese mandamiento. Y debemos esperar que su Iglesia verdadera lo obedezca. ¿Qué dijo Él respecto de quienes rechazan sus mandamientos para ir tras sus propias ideas? À los fariseos les dijo: "Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición" (Marcos 7:9). Cristo condenó una práctica que hoy se encuentra extendida por todo el "cristianismo tradicional", pretender adorarlo a Él valiéndose de tradiciones ideadas para el culto a los dioses falsos.

¿Qué escogerá usted?

La película Matrix solamente es un cuento de ciencia ficción entre muchos en que el protagonista descubre que el mundo a su alrededor no es como parece sino un hábil engaño; una falsa realidad ideada para impedir que él se entere de la verdad.

En estos cuentos, suele llegar el momento en que el protagonista empieza a ver la verdad y tiene que tomar una difícil decisión: "¿Debo regresar al mundo cómodo que siempre conocí, aun sabiendo que es una mentira, o bien doy el siguiente paso de acoger plenamente la verdad, independientemente de lo incómoda que parezca ser?"

À medida que usted descubra el cristianismo verdadero de la Biblia y a medida que entienda cuánto difiere del "cristianismo" que se practica por todas partes, quizá le llegue un momento así en su propia vida.

En tal caso, usted no estará solo. Yo sé lo que es eso. À mí también me ocurrió. Se requiere valentía para obrar de acuerdo con lo que uno está aprendiendo. Quizá sienta incluso alguna ansiedad al preguntarse dónde irá a terminar ese camino una vez que usted empieza a poner en práctica lo que aprende en la Biblia.

Mas por otro lado, también hay una verdadera felicidad y una alegría enorme cuando uno descubre verdades que nunca antes supo. Los pasajes de la Biblia que usted quizá haya leído muchas veces, sin comprenderlos a fondo, de pronto cobran vida como parte de un panorama completo. Al ir descubriendo partes de la Biblia que antes desconocía, o hacía a un lado, ¡uno empieza a darse cuenta de la maravilla que es la Biblia completa! Empieza a comprender que ciertamente Dios no crea confusión (1 Corintios 14:33). Empieza a vivir aquella vida abundante que él ha prometido a quienes le obedecen (Juan 10:10).

Quizá se pregunte usted a veces si es el único o la única que insiste en buscar el cristianismo verdadero en vez del falso. Aquí también, la respuesta está en la Biblia, específicamente en la promesa de Jesús de edificar su Iglesia, contra la cual jamás prevalecerá el sepulcro (Mateo 16:18). Al leer la Biblia, usted verá que la Iglesia verdadera de Cristo sí existe, que estará presente cuando Él regrese a la Tierra, y que ahora espera ser presentada a Él como una esposa "preparada" para su esposo (Apocalipsis 19:7).

El apóstol Pablo dice de la Iglesia verdadera, no de la falsa, que es "la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad" (1 Timoteo 3:15). En otro pasaje, Jesús dice: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:32). Se necesita valentía para abandonar una mentira cómoda y empezar a poner los ojos en la verdad. Pero en alguna parte, como una joya pequeña pero preciosa entre un montón de falsificaciones, se encuentra una Iglesia que sí enseña la verdad de Jesucristo, el mismo mensaje y el modo de vida que él trajo a esta Tierra.

¿Cuán fuerte es el deseo de usted de hallar esa Iglesia? Y una vez que la halle, ¿estará dispuesto a dejar ir la falsificación?

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