Para hacer una búsqueda avanzada (buscar términos específicos), escriba juntamente los criterios de interés como se muestra en los siguientes ejemplos:
Los informes noticiosos de todo el mundo hablan de oleadas de calor sin precedentes, sequías extensas, inundaciones y una violencia sin tregua que han reducido las cosechas en regiones normalmente productivas de los Estados Unidos, Sudáfrica, Australia y Rusia. Como resultado, millones de personas afrontan peligrosa escasez de alimentos.
Ya suman miles las que dependen de esas cosechas y que han muerto de hambre y diversos males relacionados con la desnutrición. Y en nuestro mundo cada vez menos religioso, pocos saben que las profecías bíblicas predijeron desde hace mucho tiempo que tales serían las condiciones reinantes justo antes del regreso de Jesucristo a la Tierra. Las antiguas profecías están cobrando vida, ¡a plena vista!
Los discípulos de Jesús le preguntaron: "¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?" En respuesta, Jesús citó una serie de hechos específicos que se harían manifiestos en el escenario mundial, entre ellos "guerras y rumores de guerras… pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares" (Mateo 24:3-7; ver también Marcos 13:8). En su famosa profecía sobre los cuatro jinetes, el apóstol Juan advirtió que los tiempos antes del regreso de Cristo estarían marcados por guerras: un caballo alazán, o rojizo; y por una escasez de alimentos en muchas partes: un caballo negro; además de violencia, hambre y enfermedades que segarán la vida de la cuarta parte de la población mundial (Apocalipsis 6:1-8). Jesús se refirió a estas catástrofes mundiales como el "principio de dolores" que precedería a calamidades aun peores sobre las naciones pecadoras y rebeldes de la Tierra (Mateo 24:8). La Biblia revela el duro significado profético de los fenómenos meteorológicos que anunciarán el pronto regreso de Jesucristo.
Hace poco, las Naciones Unidas advirtieron sobre una "amenazante crisis mundial de alimentos en el 2012", afirmando que "el sistema mundial de suministro de alimentos podría desplomarse" porque las reservas mundiales de alimento han llegado a sus niveles más bajos en decenios, y la población de la Tierra está consumiendo más de lo que se produce cada año (El observador, 13 de octubre del 2012). La serie de sequías e inundaciones sin precedentes, sumadas al agotamiento de las reservas alimenticias, no dejan "lugar para sucesos imprevistos" en los próximos años. Los agrónomos comprenden que otra gran sequía en las regiones productoras de alimentos de los Estados Unidos causaría grave escasez y que una gran sequía en todo el mundo desencadenaría hambre en regiones extensas por cuando han desaparecido los sobrantes de los cuales hemos dependido. Dicho en pocas palabras, ¡puede ser que solo una mala cosecha nos separe de una catástrofe mayor!
Ahora bien, el hambre crónica ya es un hecho establecido en muchas regiones del mundo. Un informe reciente del Instituto Internacional del Agua en Estocolmo, afirmó que "ya pasan hambre 900 millones de personas y 2.000 millones están mal nutridas. La escasez de alimentos podría llevar al mundo al vegetarianismo, advierten científicos" (The Guardian, 26 de agosto del 2012), principalmente en los países en vías de desarrollo de África, Oriente Medio, Asia, el Pacífico, el Caribe y América Latina. Año tras año el hambre cobra más vidas, entre estas las de cinco millones de niños, que el sida, la malaria y la tuberculosis juntos. La desnutrición interfiere con el desarrollo cerebral de los niños y reduce severamente la capacidad del sistema inmunológico de proteger al individuo contra enfermedades infecciosas.
¿Por qué se encamina el mundo hacia la escasez de alimentos y el hambre difundida? ¿Cómo es posible que las profecías bíblicas predigan la presencia de estos fenómenos calamitosos específicos al final de la era? Es posible porque el Dios de la Biblia entiende las leyes físicas de la creación y de la naturaleza humana. El hambre es resultado de causas naturales, humanas y sobrenaturales. La presión incesante del crecimiento demográfico, la reducción de tierras cultivables y las limitaciones físicas de la producción de alimentos eran previsibles. Los fenómenos meteorológicos severos pueden ser resultado de factores naturales, pero también pueden deberse a una intervención divina directa (ver Éxodo 9:18-26; Josué 10:8-11; Jueces 4:15; 5:21). Otro factor es la proclividad humana por la violencia contra otros seres humanos: en regiones del mundo desgarradas por la guerra, facciones beligerantes perturban y destruyen cosechas, desalojan a cientos de millones de seres y reducen a otros al hambre.
La mala planificación, debida en parte a la falta de previsión y a los malos gobiernos, también puede causar escasez de alimentos y aun hambrunas que afecten a millones de personas (ver Proverbios 29:18). Muchos agricultores en las naciones en vías de desarrollo han quebrado cuando se obliga a esos países a aceptar alimentos sobrantes de los países desarrollados. Los países que dependen de alimentos importados ven graves dificultades presupuestales cuando sube el costo de las importaciones. Si bien la mayoría de los estadounidenses gastan menos del 10 por ciento de sus ingresos en comida, los habitantes de países en desarrollo pueden gastar entre el 50 y el 60 por ciento del suyo. Cuando el precio de los alimentos sube, los más afectados, y los más propensos a sufrir hambre, son los pobres.
Los sistemas de producción de alimentos estructurados sobre el afán de lucro y la codicia generan graves inequidades en la distribución de la comida. Los gobiernos subsidian programas de biocombustibles con miras a producir etanol para combustible de automóviles; así como frijoles, soya y aceite de palma para producir biodiesel, sin tener en cuenta que esto también puede reducir la cantidad de alimentos. En la actualidad los Estados Unidos dedican el 40 por ciento de su cosecha de maíz a la producción de etanol, y con esto el precio del maíz ha subido en más de un 20 por ciento. Esto, pese a que el maíz es un alimento básico para buena parte del mundo. Al aumentar la demanda de maíz, y su precio, los países que importan este alimento sufren mucho.
Los científicos han identificado varios factores humanos y físicos que amenazan al mundo con la perspectiva de hambrunas extensas. En cambio, solamente la Biblia ofrece la perspectiva vital que brilla por su ausencia en los análisis noticiosos. Las Sagradas Escrituras revelan que viene sobre la Tierra un tiempo de juicio, especialmente para las naciones que le han dado la espalda a Dios. La Biblia explica que hay consecuencias serias cuando violamos las leyes físicas y espirituales diseñadas por el Creador (ver 1 Juan 3:4; Levítico 26; Deuteronomio 28). El Dios de la Biblia condena la codicia y la explotación de los pobres (1 Timoteo 6:10; Efesios 4:17-19; Amós 2:6-7; Zacarías 7:7-11), factores estos que reducen al hambre a millones de personas. La Biblia condena la fornicación, el adulterio y el homosexualismo (1 Corintios 6:18; Éxodo 20:14, 17; Levítico 18:22). Sin embargo, las llamadas naciones "cristianas" del Occidente, bendecidas por Dios con tanta abundancia, están promoviendo activamente esas malas maneras de proceder. Las Escrituras dicen claramente que Dios aborrece el divorcio (Malaquías 2:16), pero esas mismas naciones están a la vanguardia del mundo en divorcios y en niños concebidos fuera del matrimonio.
Trágicamente, millones de personas se han dejado engañar, creyendo que no hay Dios y que las leyes divinas son una "cosa extraña", anticuada, abolida y sin razón de ser en nuestros días (Oseas 8:11-14). No obstante, Dios va a intervenir dramáticamente en los asuntos humanos para corregir las condiciones espantosas que han causado tanto sufrimiento a la humanidad. Va a traer condiciones meteorológicas extremas sobre las naciones pecadoras que desprecian sus leyes y oprimen a los pobres. Así nos advierte: "Si no me oyereis… si desdeñareis mis decretos… haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce… vuestra tierra no dará su producto… Haré desiertas vuestras ciudades… vuestra tierra estará asolada" (Levítico 26:14-33). El profeta Joel predijo que justo antes del regreso de Cristo se suspendería el suministro de alimentos y los depósitos quedarían en ruinas debido a condiciones climáticas extremas y otras catástrofes (Joel 1:8-20).
Cuando Dios empiece a intervenir en los asuntos del mundo y a juzgar a las naciones (Isaías 24:1-6), los seres humanos llegarán a comprender por fin que el Dios de la Biblia es real, que su camino es verdadero y que Él sí se ocupa del bienestar de sus hijos (2 Pedro 3:9; Hebreos 12:6).