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¿Qué será la inteligencia artificial para nosotros? ¿Será un transformador de la civilización humana? O, ¿un enemigo que nos llevará al borde de la aniquilación? ¿Qué le depara el futuro a la humanidad?
¿Hallará la ciencia un modo de exteriorizar e incluso sobrepasar la inteligencia humana por medios mecánicos, trayéndonos así cada vez mayor prosperidad y más tiempo libre? ¿O será que el avance científico nos traerá resultados fatídicos?
Cuando Dios creó a Adán y Eva, los primeros dos seres humanos, los dotó de un inmenso potencial. Entre todos los seres del mundo, solamente los humanos son un reflejo físico del aspecto de Dios (Génesis 1:26-27), quien los creó con extraordinarias capacidades de inteligencia y creatividad.
Tristemente, Adán y Eva optaron por rebelarse contra su Creador en el huerto de Edén. Decidieron comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, que era prohibido. Al hacerlo, optaron por decidir por su propia cuenta lo que era el bien y lo que era el mal.
Desde entonces, cada ser humano ha seguido sus pasos y la experiencia humana ha sido, en consecuencia, una mezcla de acierto y error, de bien y de mal. Tal parece que con cada descubrimiento o innovación tecnológica, la gente ha empleado la inteligencia que Dios le dio para buscar maneras de aplicarla para bien y para mal, para mejorar y para dañar.
Esta paradoja de la inteligencia humana es válida incluso en los intentos del hombre por comprender su propia inteligencia. Ahora que la inteligencia humana se está aplicando a la creación de inteligencia artificial (IA), en uno de los proyectos de investigación más audaces que jamás se hayan intentado. ¿Qué podemos prever? ¿Se vislumbran milenios de paz y prosperidad bajo el mando de computadoras superinteligentes, tan benignas como sabias? O, ¿continuaremos la tendencia de los últimos milenios, encontrando un mal uso por cada buen uso del conocimiento? ¡Quizá le sorprenda saber que la Biblia revela la respuesta!
Hacia mediados del siglo 20, cuando se daban grandes pasos en la novedosa ciencia de la computación, los investigadores comenzaron a preguntarse si sería posible hacer una máquina con una inteligencia humanoide, es decir, un cerebro mecánico que compitiera e incluso sobrepasara el poder cerebral biológico.
Los primeros avances fueron prometedores, con computadoras que jugaban ajedrez y damas contra oponentes humanos. Pero fueron éxitos efímeros, y los científicos descubrieron que más allá del emparejamiento de patrones simples, como en un juego de tres en raya o ajedrez, los misterios de la inteligencia humana y el razonamiento eran, con mucho, demasiado complejos para reproducirlos directamente en un programa de computadora. El intento por duplicar la inteligencia humana, de modo que una computadora emulara el espíritu del hombre que distingue a la humanidad del mundo animal (Job 32:8), ha resultado ser mucho más complicado de lo que se creía.
Últimamente, en el siglo 21, se está viviendo un renacimiento en el ámbito de la inteligencia artificial, si bien los investigadores han desistido en sus intentos por lograr esa inteligencia mediante una reproducción de la inteligencia humana y su modo de resolver problemas. Abandonado ese camino, ahora están aprovechando el poder del procesamiento de datos y las probabilidades estadísticas. El resultado ha sido la creación de máquinas que no solo reciben datos en cantidades enormes, sino que aprenden de los datos. Esto lo hacen encontrando patrones y relaciones de causa y efecto que les permiten inferir conexiones entre bits de información.
La consecuencia ha sido que si bien las máquinas aún no reproducen los procesos humanos de razonamiento; sí pueden, a su propia manera, generar resultados muy "inteligentes". Esto ha llevado a tantos avances técnicos y comerciales, que si usted vive en el mundo desarrollado, probablemente no es ajeno a los efectos de la inteligencia artificial. Cuando lee su correo electrónico o emplea el sistema de navegación de su auto, o cuando cambia el filtro del refrigerador y en muchas otras acciones; ¡la inteligencia artificial probablemente ya es parte de su vida diaria!
Considere que cuando usted mira el buzón de entrada de su correo electrónico, probablemente esté protegido contra el 70 por ciento de correos no deseados. Esto se logra gracias a programas de inteligencia artificial que revisan el correo recibido para sacar toda la basura.
Algo inimaginable hace unos pocos años: Si usted posee un "teléfono inteligente", probablemente tiene acceso a una aplicación para el estado del tiempo con una interfaz de voz. Pregunte: "¿Qué tiempo tendremos para mañana?" Siri (de Apple) o Cortana (de Microsoft) le dará una respuesta audible como: "Mañana será un día nublado a 10°C y con lluvia".
Los robots ya no están destinados a las películas de ciencia ficción, sino que han entrado en los hogares. La empresa estadounidense iRobot ha vendido más de 10 millones de robots para uso personal, incluido el "Roomba", que aplica una inteligencia algorítmica computarizada muy sencilla para aspirar el piso de la casa.
Si usted ha empleado un GPS para transitar por las calles, si ha comprado un libro recomendado por un proveedor como Amazon o Barnes & Noble o si ha visto una película sugerida por un portal como Netflix o Hulu; ¡entonces ha interactuado con una inteligencia artificial!
Muchos televidentes conocieron los alcances de la inteligencia artificial cuando una computadora de IBM llamada "Watson" compitió en el popular programa de televisión Jeopardy en enero del 2011. En esa competencia de conocimientos, la computadora derrotó a dos oponentes que se habían destacado entre los mejores campeones humanos en el programa. Pese a competir contra un gran caudal de conocimientos humanos, Watson demostró una extraordinaria capacidad para entender y responder preguntas hechas en el lenguaje humano natural, más allá de lo que habían visto la mayoría de los televidentes en una computadora.
Los creadores de Watson tenían mayores esperanzas para su tecnología. Ahora, la inteligencia artificial que ganó esa competencia de televisión está sirviendo para mejorar los índices de diagnósticos correctos en los hospitales. La revista Forbes informó en el 2013 que las enfermeras que se valen de Watson como recurso están siguiendo los consejos de la inteligencia artificial el 90 por ciento de las veces.
Watson no es el único aparato de su tipo que se emplea para salvar vidas. Los investigadores en la Universidad de Stanford han desarrollado un sistema de inteligencia artificial que en horas después de un nacimiento prematuro, pueden determinar el riesgo que tiene el niño de sufrir complicaciones fatales. En la Universidad de Tokio, los investigadores están desarrollando sistemas de inteligencia artificial para identificar señales sutiles en los movimientos corporales de un nadador, y advertir a los salvavidas cuando una sola persona entre una multitud está a punto de ahogarse.
Algunos están utilizando sistemas de inteligencia artificial para resolver casos de asesinato. En Holanda, un sistema de inteligencia artificial llamado Bonaparte resolvió un asesinato ocurrido hacía 13 años. Lo hizo analizando muestras de ADN y nexos familiares para identificar al asesino, quien más tarde confesó haber cometido del crimen.
Es innegable que nos está rodeando una serie cada vez mayor de sistemas de inteligencia artificial, y que estos cumplen un papel cada vez mayor en la vida. Tras bastidores, toman decisiones por nosotros y acerca de nosotros.
À muchos les preocupa el constante auge de la inteligencia artificial. Un artículo en agosto del 2013 de la revista New Scientist afirmó: "El peligro es que dejemos de hacer preguntas. ¿Iremos a acostumbrarnos a que decidan por nosotros al punto de que no nos demos cuenta? Ahora hay en juego algo más, pues las máquinas inteligentes empiezan a tomar decisiones inescrutables sobre solicitudes de hipoteca, diagnósticos médicos e incluso la culpabilidad en un crimen".
Los investigadores se plantean estas preguntas dándose cuenta de que la inteligencia artificial, a diferencia de la inteligencia humana, se basa en el procesamiento y comparación de cantidades enormes de datos en volúmenes que ningún ser humano puede manejar. Por lo tanto, si una de estas máquinas se equivocara identificando a un inocente como el autor de un crimen, ¿tendrían los jueces la capacidad de hallar el error dentro de este "razonamiento" artificial? En un mundo donde la inteligencia artificial se emplea para decisiones cada vez más complejas, la pregunta es importante. Más aun, se está convirtiendo en asunto de vida o muerte, y que podrá alcanzar al mundo entero.
Por ejemplo, la inteligencia artificial se está convirtiendo en ingrediente necesario en los campos de batalla. Muchos buques de guerra ya llevan sistemas de artillería antimisiles como el Phalanx que identifican y además atacan automáticamente un blanco peligroso, como un dron o un misil enemigo. Su funcionamiento se basa en la programación de la inteligencia artificial. Igualmente, se están programando aviones no tripulados con capacidad para tomar decisiones propias, cada vez requiriendo menos del control de seres humanos.
Hay quienes piensan que los sistemas de armas robóticas dotadas de inteligencia artificial, que se controlan a sí mismas y se programan para matar enemigos automáticamente, sin antes obtener permiso de un ser humano, servirán para salvar vidas; ya que eliminaría la necesidad de tantos soldados en el frente de batalla y funcionarían con una precisión mucho mayor. Un exmiembro de la Fuerza de Defensa Israelí en julio del 2014 afirmó que "si el objetivo de los derechos humanos internacionales es reducir el sufrimiento de los no combatientes en la guerra, entonces el empleo de robots de gran puntería sería más que apropiado; sería un imperativo moral… Los robots en el campo de batalla pueden convertirse en un gran avance para los derecho humanos".
Y, como sugirió The Economist en noviembre del 2010: "Dada la propensión al error humano en circunstancias así, es posible que artefactos mecanizados tomen tales decisiones con más acierto que oficiales de carne y hueso. Quizá se acerca el día del ejército del pueblo… o mejor dicho, del ejército de los robots".
Para otros, hay más motivos de preocupación que de optimismo. La organización internacional "Campaña para detener los robots asesinos", nombre que hace pocos años se nos antojaría gracioso y descabellado, se ha propuesto desde comienzos del 2013 para lograr la prohibición de "sistemas letales de armas autónomas" antes que logren amplia aceptación y utilización. En su portal la organización declara: "Dotar máquinas con el poder de decidir quién vive y quién muere en el campo de batalla es una aplicación inaceptable de la tecnología. Es esencial que todo robot de combate tenga un control humano a fin de asegurar tanto la protección humana como un control legal eficaz".
El afamado físico Stephen Hawking también ha intervenido en el debate. En diciembre del 2014, le dijo a un entrevistador de la BBC: "El desarrollo de una inteligencia artificial completa podría señalar el fin del género humano. Despegaría por su cuenta y se rediseñaría a sí misma con creciente rapidez… Los seres humanos limitados por una evolución biológica lenta no podrían competir y serían suplantados".
La fundación Global Challenges, de la Universidad de Oxford, consideró tan grave la amenaza, que la mencionó en su informe de febrero del 2015, que apareció en varios titulares de la prensa: 12 peligros que amenazan a la civilización humana. La fundación señaló que el surgimiento de sistemas de inteligencia artificial superinteligentes podría causar un colapso económico o de la civilización, e incluso llevar a la extinción de la humanidad.
En vista de lo anterior, ¿acabará el género humano por caer en una pesadilla en la que nuestra especie sea erradicada y reemplazada por engendros mecánicos diseñados por nosotros mismos? ¿Estaremos destinados a sufrir la destrucción a manos de unos amos robóticos?
Según las Escrituras la respuesta escueta es: "¡No! No habrá una inteligencia artificial apocalíptica". Pero seamos claros: Si del fin del mundo se trata, ¡la inteligenciahumana común y corriente basta y sobra! La profecía bíblica explica que el género humano sí se llevará a sí mismo al borde de la autodestrucción.
Jesucristo señaló claramente nuestro futuro en sus enseñanzas proféticas: "Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo" (Mateo 24:21-22). En otras palabras, la humanidad será tan violenta en sus acciones, tan egoísta en sus intenciones y tan ilusa en su vanidad que llegaremos al borde mismo de la aniquilación total y completa: ¡La destrucción absoluta de toda vida en la Tierra! ¡Solamente la llegada de Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores logrará impedir el suicidio cósmico del hombre!
No, la Biblia no predice una guerra de hombres contra máquinas, el tipo de conflicto de "ciencia ficción" que se ha hecho popular en películas como Terminator o la serie de Matrix. Lo que sí va a ocurrir es que la humanidad buscará destrozarse así misma, con potencias mundiales resueltas a dominarse unas a otras por medios violentos, sin tener en cuenta a su Creador; quien por el contrario requiere de ella un camino de vida de amor, perdón e interés generoso por los demás.
No obstante, es interesante notar que las Escrituras sí describen en lenguaje profético las armas espantosas y destructoras que los seres humanos van a lanzarse unos contra otros. Es fácil visualizar, entre los formidables recursos para el futuro, algunas de las máquinas de guerra con inteligencia artificial que están desarrollándose ahora mismo. Por ejemplo, el apóstol Juan menciona un ejército del Oriente compuesto de 200 millones, cuyo armamento describe como unos misteriosos "caballos" y "jinetes" de aspecto fantasmagórico, que despiden "fuego, humo y azufre" (Apocalipsis 9:15-18). En el mismo capítulo se menciona algo parecido a "langostas… semejante[s] a caballos preparados para la guerra", con corazas de hierro y alas ruidosas que, a oídos del apóstol, suenan como muchos carros de caballos (vs. 7-9).
Juan dejó constancia de lo que vio en la visión empleando el lenguaje y referencias propias del primer siglo para describir la tecnología que veía 20 siglos en el futuro. Sus dramáticas descripciones, que puntualizan los recursos de guerra y destrucción desatados por los ejércitos, traen a la mente los poderosos sistemas de muerte dotados de inteligencia artificial que la humanidad está desarrollando, al aproximarse el final de esta era.
Los vivos símbolos e imágenes de Juan no nos permiten situar la inteligencia artificial con precisión en los campos de batalla del fin, pero hay una verdad histórica difícil de negar: Siempre que los hombres han desarrollado armas, solo ha sido cuestión de tiempo hasta que las han utilizado. Aunque los seres humanos fueron creados con una enorme inteligencia y creatividad, reflejo de su Creador, no han adquirido la sabiduría ni el amor de su Creador. Por el contrario, quisieron forjar su propio camino. La elección del árbol del conocimiento del bien y del mal significó decidir por sí mismos qué está bien y qué está mal, independientemente de la guía de un Dios lleno de misericordia y amor.
Por consiguiente, mientras la humanidad aplica su inteligencia en todas las generaciones al rápido desarrollo tecnológico, su capacidad moral para aplicar con criterio ético y moral aquello que aprendemos y descubrimos ha quedado muy a la zaga. Al crecer en conocimiento y capacidad, no solamente ha crecido en la capacidad de alcanzar buenos fines, sino también de alcanzar fines malévolos.
Hace miles de años Dios vio a los hombres que trabajaban unidos con un mismo idioma, contrariando su orden de dispersarse y poblar todo el mundo. Observándolos mientras trabajaban, Dios dijo esto del rebelde género humano: "He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer" (Génesis 11:6). Previó que la inteligencia humana sin control descubriría que no hay nada fuera de su alcance… hasta el punto de la autodestrucción. Quienes duden de que el hombre pueda crear una inteligencia artificial con capacidad para erradicar toda vida del planeta, no estarán de acuerdo con el pronunciamiento divino.
Confundiendo los idiomas de los hombres, Dios retardó el día inevitable cuando la creatividad humana llegara al punto en que podríamos aniquilarnos a nosotros mismos y "toda carne" de la faz de la Tierra. Sin embargo, podemos estar agradecidos porque Dios dice muy claramente que vendrá un día, después de las dificultades sin precedentes de la gran tribulación, y después del regreso de Jesucristo como Rey de reyes, cuando la inteligencia humana, libre de Satanás y de una sociedad enferma de pecado, se comportará tal como Dios manda. En una Tierra que estará "llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar" (Isaías 11:9); los seres humanos prosperarán bajo la guía de Aquel que los diseñó, los cuida y les ha dispuesto un futuro extraordinario. Cuando llegue ese día, y la inteligencia humana pueda combinarse no con la inteligencia artificial de las máquinas, sino con la inteligencia divina del propio Creador, Dios sabe cuánto se logrará. ¡Que Dios traiga pronto ese día!