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Dios anhela llenar la vida de usted con esperanza, optimismo, bendiciones y éxito… pero hay un paso que debe dar para que todo se haga realidad. ¿Lo dará usted?
Lo que será su vida durante los próximos años depende de su voluntad para cambiar. ¡Su eternidad depende de lo que haga con la verdad que le ha sido revelada!
En los últimos años, millones de personas han visto el programa El Mundo de Mañana, han leído la revista El Mundo de Mañana o han visitado nuestro sitio en la red. Con cada mes que pasa, otros miles y miles están recibiendo este mensaje por primera vez. Están leyendo los artículos fuertes y claros que aparecen en la revista y están estudiando nuestros folletos y otras publicaciones, aprendiendo en ellos la verdad acerca de la existencia de un Padre celestial y divino, el Creador que les da el propio aire que respiran.
Han comprendido la equivocación de la fantasía evolucionista y de otras enseñanzas falsas. Escuchan, leen, y hablan; quizás conversan con miembros de su familia, con amistades o con sus compañeros de trabajo. Quizás hablan con otras personas en la Iglesia o la escuela.
Estos millones ya escuchan, leen, y hablan. Así es: escuchan, leen y hablan… pero, ¿qué harán?
¿Qué hará usted?
Dios dice: "Vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra. Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo profeta entre ellos" (Ezequiel 33:31-33).
¿Qué vamos a necesitar para comprender, personalmente, que los verdaderos siervos del Dios todopoderoso se están dirigiendo a nosotros mediante el programa El Mundo de Mañana?
¿Qué será necesario para obedecer y actuar conforme a los conocimientos que estamos recibiendo del programa, de la revista y del sitio en la red de El Mundo de Mañana?
¿Cuánto castigo sobrenatural y profetizado tendrá que afectarnos personalmente, para disponernos a cambiar nuestros caminos y obedecer a Dios?
Porque esta es la clave: ¡la buena voluntad para cambiar!
Muchas personas con mente abierta se convencen intelectualmente por lo que oyen en el programa El Mundo de Mañana o por lo que leen en las páginas de la revista El Mundo de Mañana. Comprenden que es cierto. Sin embargo, se resisten ¡y les amarga tener que alterar su modo de vivir!
En esta era, más que en ninguna otra, la voluntad para cambiar, aceptar y obedecer la verdad que Dios está revelando por medio de sus siervos, en estos tiempos del fin, es la clave para la supervivencia… de ahora y ¡eternamente!
Dentro de poco, usted verá que no se trata de una simple idea sentimental, sino de un hecho. Lea nuestros esclarecedores artículos en este número, y si Dios le está abriendo los ojos para comprender, ¡prepárese para actuar! El mundo a nuestro alrededor está en crisis como nunca antes, como explica el señor Rod McNair en su artículo: Tiempos difíciles, en la página 4 de esta edición. Y no deje de leer el artículo del señor Richard Ames: Utopía mundial: ¿Un sueño imposible?, en la página 13, para entender qué le depara el futuro a los verdaderos cristianos. Y para llegar ser uno de esos cristianos verdaderos, ¡hay que actuar!
Los verdaderos siervos de Dios en todos los tiempos han predicado un mensaje de cambio. Sencillamente porque la inclinación de las personas siempre ha sido hacia el camino de las tendencias primarias del ser humano, a saber: el camino de la vanidad, el egoísmo, la lujuria, el odio y la guerra.
Esos fieles seguidores de Dios han clamado casi a una voz por los delitos y pecados de sus pueblos. Ha sido un clamor no solo de justa indignación o de enojo, sino de profunda inquietud y dolor personal. Ezequiel clamó: "¿Por qué moriréis, casa de Israel?" (Ezequiel 18:31). Jeremías observó: "[Dios] no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres" (Lamentaciones 3:33).
Grandes patriotas veían con aguda percepción los excesos y pecados repulsivos de su pueblo. Veían, por revelación especial de Dios, los castigos profetizados que traían esos pueblos sobre sí. Instaban a esa gente a arrepentirse de sus pecados: a cambiar; gente a la cual amaban y deseaban servir de todo corazón.
Generalmente respondieron como responde un pueblo con problemas innumerables, diciendo: "Solo se limita a hablar mal de la nación, ¡nunca ofrece soluciones!"
Los profetas sí ofrecían soluciones: grandes soluciones de enorme alcance para los problemas del mundo y de los individuos. Lo que ofrecían era la respuesta del propio Dios.
La solución es arrepentirse: estar dispuesto a cambiar. Arrepentirse no es solo remordimiento, sino lamentarse al punto de querer dejar esa conducta para dar media vuelta y tomar un camino diferente.
El auténtico arrepentimiento implica un cambio verdadero.
Entre sus preparativos para la primera venida de Jesucristo, Juan el Bautista predicó en el desierto de Judea, diciendo: "Arrepentíos, porque el Reino de los Cielos se ha acercado" (Mateo 3:1-2). Poco después, Jesús dio comienzo al ministerio suyo predicando el evangelio del gobierno venidero de Dios, "diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio" (Marcos 1:14-15).
Una y otra vez Jesús advirtió al pueblo que el único modo de salvarse era arrepentirse de los caminos, hábitos y costumbres de la gente que nos rodea; y comenzar a obedecer a Dios. Esta fue su advertencia: "Os digo:… si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:3, 5).
Al iniciarse la Iglesia del Nuevo Testamento, Pedro planteó así el camino hacia la salvación: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38).
Más adelante agregó: "Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio" (Hechos 3:19). La palabra conversión es un término que se emplea en la química y significa "cambiar".
Para que haya una conversión espiritual, es preciso que el individuo se lamente y arrepienta genuina y activamente de su desobediencia al Dios verdadero, y luego debe alterar su modo de vida a fin de conformarse a la voluntad divina.
Usted sin duda habrá notado que en los artículos de la revista El Mundo de Mañana continuamente se muestra que muchas prácticas, costumbres y creencias del mundo son contrarias a lo que Dios manda. ¿Qué días deben guardarse como santos? ¿Cuál es la recompensa y la meta del cristiano? ¿Qué debemos hacer ante las continuas exhortaciones a obedecer los mandamientos divinos… todos los mandamientos? ¿Qué hacer ante las instrucciones sobre cómo vivir por cada palabra de Dios?
¿Está usted haciendo algo con este conocimiento precioso que Dios le está brindando?
Entre muchas cartas que recibimos, a continuación transcribo una por ser típica de lo que opinan las personas que saben que deben cambiar: "Agradezco mucho las publicaciones que me han enviado desde hace dos años. He aprendido muchas cosas y quizás he estado cerca de entregar todo mi ser a Dios. Lástima que no fui capaz. Como iré a la universidad este otoño, me parece que el material que ustedes me han estado enviando se echaría a perder. Veo claramente que la atracción materialista y las influencias sociales, especialmente de mis compañeros de cuarto, me harían dejarlo de lado. Como ustedes probablemente lo noten, no me preocupa mucho la ira de Dios. Dejo de lado el asunto y pienso que Dios me sacará adelanta tarde o temprano. Al menos sé adónde recurrir cuando las cosas se pongan graves. Es casi como recibir algo a cambio de nada, ¿verdad? No tengo excusa. He visto la verdad y he hecho caso omiso. No estoy desencantado ni busco solución para los males del hombre. He encontrado la solución en la obra que ustedes realizan. Tampoco estoy confundido. Sencillamente, soy pecador. Lástima que sus publicaciones se desperdiciaran. No soy más que un ser humano entre muchos".
¿Demasiado "débil" para cambiar?
¿También se resistiría usted si sintiera esa necesidad de cambiar? ¿Le parece demasiado difícil cambiar su vida actual por seguir el camino de vida de Dios?
¡Es preciso entender que hemos venido actuando conforme a una parte de la naturaleza humana de la cual debemos arrepentirnos! Dios dice: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jeremías 17:9). ¡Dios aquí está describiendo nuestra naturaleza! Probablemente no nos agrade cambiar. Probablemente no nos agrade la idea de reconocer que nuestra religión o nuestra forma de vida han sido equivocadas.
Consideremos esta interesante descripción de la mente humana según el profesor James Harvey Robinson en su libro The Mind in the Making (La mente en formación):
"Somos increíblemente descuidados en la formación de nuestras convicciones, pero las deseamos con pasión ilícita cuando alguien pretende que prescindamos de su compañía. Obviamente, lo precioso para nosotros no son las ideas amenazadas, sino nuestra estimación propia amenazada… La palabrita mío es la más importante en los asuntos humanos, y tomarla debidamente en consideración es tan solo el comienzo de la sabiduría. Tiene la misma fuerza ya se trate de mi cena, mi perro, mi casa o mi fe; mi patria o mi Dios. No nos ofende tan solo la insinuación de que nuestro reloj esté mal, o que nuestro auto se vea maltratado, sino también que alguien pretenda revisar nuestro concepto de los canales de Marte, o la pronunciación de "Epícteto", o el valor medicinal de la salicina, o la fecha de Sargón I… Nos gusta continuar creyendo lo que ya nos acostumbramos a aceptar como cierto, y el resentimiento que nace cuando se cuestiona alguna de nuestras premisas nos lleva a buscar toda suerte de excusas para aferrarnos a ella. El resultado es que la mayor parte de nuestro supuesto razonamiento consiste en buscar argumentos para continuar creyendo lo que ya creemos".
Es una ilustración clásica de la mente humana: ¡nuestra propia mente!
Veamos ahora lo que Dios dice acerca de la mente natural y carnal del hombre: "Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden" (Romanos 8:7). Y en el versículo anterior Dios dice que "ocuparse de la carne es muerte".
En esta forma la Biblia muestra que la clave para la supervivencia es la voluntad de arrepentirnos de nuestros propios caminos, cambiar nuestras ideas, costumbres y creencias; para que realmente se ajusten a las enseñanzas y caminos de Dios revelados en la Biblia.
Dios les ha mostrado a muchos de nuestros lectores que esta es su obra. Mediante las transmisiones de El Mundo de Mañana y las páginas de esta revista, constantemente los estará aguijoneado para que literalmente obedezcan los diez mandamientos, como Dios manda. Están aprendiendo a santificar sus días santos y a salir de las muchas costumbres, prácticas y tradiciones paganas de este mundo. No obstante, muchos se cruzan de brazos diciendo: "Yo estoy de acuerdo con lo que ustedes enseñan, pero no veo que sea necesario hacer nada al respecto". A lo cual Dios responde: "No son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados" (Romanos 2:13). Además: "El que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado" (Santiago 4:17, RV 1995).
En general los fieles lectores de El Mundo de Mañana saben lo que deben estar haciendo. Saben que deben comenzar a actuar conforme a los conocimientos vitales que les llegan por medio de la obra de Dios. Saben que tiene acceso al conocimiento más precioso de Dios si estudian los valiosos folletos gratuitos que ofrecemos sobre diversos temas. Saben que pueden nutrirse aun de más verdades espirituales si concluyen el Curso bíblico por correspondencia de El Mundo de Mañana y actúan conforme a este.
Usted sabe dónde encontrar la verdad. Sabe que no hay otra obra en la Tierra que realmente esté aclarando el sentido de la Biblia como lo hacemos nosotros… nadie que explique con igual claridad los acontecimientos de actualidad en el mundo y su significado profético.
¿Actuará usted mientras haya tiempo?
¿Cómo considera que se sentirá cuando estos sucesos, sobre los cuales ha estado leyendo, súbitamente se hagan realidad delante de sus ojos? ¿Cómo se sentirá si había sabido estas cosas de antemano, que estuvo consciente de que debía comenzar a obedecer a Dios y actuar conforme al conocimiento que Él le estaba dando gratuitamente, pero se negó por pereza o negligencia para cambiar sus caminos y acudir a tiempo a la protección de Dios?
¿Irá a reaccionar como la persona que escribió esta carta?: "Yo no soy cristiano. Para serlo, hay que ser un hombre de verdad. No oro. Nunca oré en mi vida. Tuve la oportunidad de afiliarme a una iglesia pero lo que expresaban no me parecía bien. Tuve una buena oportunidad de seguir el camino de la evolución pero no me pareció correcto… Cuando por fin se me presentó la verdad, no fui tan torpe que no la reconociera. Ayudé a respaldar esta obra económicamente porque creo en ella al cien por ciento. Pero les ruego: no piensen que yo oro. No pude ni comenzar a humillarme así".
¿Le parece absurdo?
Lo es. Y debe serlo para todos, porque comprendemos lo que está en juego.
El Dios de la Biblia afirma: "Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra" (Isaías 66:2).
Sin duda, usted ya debe saber que no estamos en una especie de cristiandad sentimental. Le instamos a verificar lo que decimos sobre los acontecimientos mundiales y sobre el cumplimiento de las profecías bíblicas. Lo que nosotros enseñamos se puede demostrar y se ha demostrado.
El simple hecho de saber estas cosas no le hará el menor bien a usted ni a sus seres queridos. Es preciso actuar conforme a la verdad. Es preciso vivir por todas las leyes de Dios. Es preciso cambiar el modo de ver las cosas y el modo de vivir para seguir el ejemplo y las enseñanzas del verdadero Jesucristo de la Biblia.
¿Actuará como persona valiente y decidida para efectuar este cambio; por el bien suyo, por su vida y su eternidad?