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Según una encuesta de la Fundación Nacional del Sueño: “El 95% de los ciudadanos estadounidenses utilizan algún tipo de tecnología digital una hora antes de ir a la cama”, y el 60 por ciento de los estadounidenses también experimentan trastornos del sueño casi todas las noches (zmescience.com, 23 de abril de 2017). Lo que muchos no se dan cuenta es que varios estudios han demostrado que la luz azul brillante emitida por las pantallas de los ordenadores portátiles, iPads, teléfonos inteligentes, computadoras e incluso bombillas LED, cuando esa exposición ocurre una hora antes de acostarse, interrumpe la producción de una hormona (melatonina) en el cerebro que induce al sueño (newsmax.com, 7 de enero de 2014). Esta luz azul de onda corta predomina en las horas de luz natural, pero cuando el sol se pone, el cerebro comienza a producir melatonina que induce al sueño. Varios estudios vinculan los trastornos del sueño con bajos niveles de memoria, depresión, mayor susceptibilidad a resfriados y otras enfermedades infecciosas, diabetes, obesidad e incluso enfermedades cardiovasculares. Los jóvenes parecen ser especialmente susceptibles a los efectos negativos de la luz brillante de los dispositivos electrónicos (brown.edu, 26 de agosto de 2015). Salomón nos dice: “El avisado ve el mal y se esconde; más los simples pasan y reciben el daño” (Proverbios 22:3). Basado en pruebas científicas y consejos bíblicos, sería prudente apagar los dispositivos por lo menos una hora antes de acostarse si esperamos dormir bien y evitar las consecuencias que provienen de los trastornos del sueño.