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Ha estado esperando en la fila durante un largo tiempo y ha estado ensayado sus palabras. Ha admirado a esta mujer desde lejos, preguntándose cómo ha enfrentado tanta tristeza y dolor. En su corazón ella piensa: “es una persona muy fuerte. No sé cómo lo hace. Si hubiese sido yo, simplemente me hubiese dado por vencida y me hubiese tirado a morir". La fila se mueve un poco, ella se pone ansiosa por consolarla de alguna manera. Sólo dos personas más delante de ella. ¡Finalmente! Ahora puede decir lo que ha estado ensayando y entonces dice: "¿Por qué no se rinde y se muere?". Pero, se percata inmediatamente de que dijo algo indebido.
La mujer que tanto ella admira pone una mirada de desconcierto, pero nada se compara a la expresión de vergüenza que usted sintió en ese momento por haber dicho las palabras equivocadas. Ahora está estupefacta. Tiene miedo de decir algo más por temor a empeorarlo. Se queda parada allí, murmurando "lo siento”, y luego se aleja lamentando lo dicho.
A veces tratamos de decir lo que está en nuestra mente y simplemente sale mal. A veces, decimos cosas que no debemos decir y a veces nuestras intenciones no coinciden con las palabras que usamos. A veces, simplemente estar allí cuando alguien está abrumado por el dolor es suficiente. Dando un abrazo, llorando con la persona o personas, tomándole las manos mientras hablan de un ser querido. Como mujeres cristianas podríamos ser un buen oído u hombro para personas en necesidad. Tratar de ser útil para aquellos que tienen un corazón atribulado disminuirá la probabilidad de buscar palabras y causar malentendidos.
Hay algunos ejemplos a seguir en el Libro de los Salmos: “Pon guarda a mi boca, oh Eterno; guarda la puerta de mis labios (Salmo 141:3). También debemos buscar la sabiduría: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1: 5). Aprender y practicar el tacto en todos los ámbitos de nuestra vida cristiana nos ayudará cuando estas situaciones se presenten.
Ciertamente suena fácil, ¿no es así? Nunca estaremos totalmente libres de estos incidentes, pero tal vez podamos disminuir, el impacto que causa en los demás y en nosotros mismos. La próxima vez que nos acerquemos a alguien para consolarlo o felicitarlo, que nuestras palabras sean "correctas".