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¿Le gustaría recibir $86,400 dólares al día simplemente por vivir? ¿Qué haría con esa enorme suma de dinero? ¿Sería abrumador para usted? ¿Lo invertiría en el servicio a los demás? ¿Lo desperdiciaría en placeres personales y cosas innecesarias? Podría sorprenderle saber que todos tenemos este ingreso diario desde nuestro nacimiento. Dios nos da una cantidad diaria de 86,400 segundos por día. Después de todo, como dice el viejo refrán, ¡el tiempo es oro!
Nuestro tiempo es una inversión. Al comenzar un nuevo año, es rentable para nosotros invertir nuestro tiempo de manera inteligente, tal como lo haríamos con nuestros ingresos. Cuando invertimos nuestro dinero, esperamos que nuestra inversión produzca un crecimiento duradero a través del interés. Buscamos opciones y tomamos decisiones para maximizar nuestro dinero. Tomamos medidas y damos los pasos necesarios para asegurar que nuestra inversión esté protegida y en proceso de maduración. ¿Por qué no invertimos en nuestro tiempo como hacemos con nuestro dinero? Dios está invirtiendo activamente en nosotros, dándonos tiempo para vivir. Analiza y desarrolla nuestro carácter a través de las decisiones que tomamos con el tiempo que nos proporciona. Las buenas decisiones producen crecimiento; las malas decisiones producen pérdidas.
Piense en el año pasado. ¿Sentimos que no había suficiente tiempo durante el día para lograr todo lo que queríamos hacer? ¿Perdimos nuestro tiempo en las preocupaciones de la vida y las distracciones de la sociedad? ¿Las distracciones digitales desempeñaron un papel importante en la mala administración de nuestro tiempo? ¿Nos sentimos agobiados por nuestra pérdida de tiempo? ¿Deseamos tomar el control y maximizar nuestro tiempo? Si es así, hay esperanza. Dios ofrece una manera de tomar control de nuestro tiempo.
La Biblia nos anima a ver "con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos" (Efesios 5:15–16). Satanás ha creado un imperio global que es extremadamente malvado, que ataca estratégicamente nuestro tiempo a través de distracciones que producen “placer”. Él sabe que, si él puede robar nuestro tiempo, invertiremos menos tiempo en Jesucristo, y así tendremos menos rentabilidad espiritual.
La Biblia nos anima a rescatar y maximizar la inversión que Dios hace en nosotros todos los días. El poeta estadounidense Carl Sandburg lo expresó de esta manera: “El tiempo es la moneda de su vida. Es la única moneda que usted tiene, y solo usted puede determinar cómo se gastará. Tenga cuidado de no permitir que otras personas la gasten por usted. Y cuando la gaste, hágalo sabiamente para que obtenga el mejor provecho” (Ralph McGill, Lo mejor de Ralph McGill: Columnas seleccionadas, 1980, p. 82). Dios presta mucha atención a cómo usamos el tiempo que nos da.
Aquí hay dos formas en que podemos invertir nuestro tiempo:
1. Establezca metas específicas con Jesucristo. Nuestras metas reflejan nuestras prioridades. Solo hay dos maneras verdaderas en que podemos invertir nuestro tiempo: podemos invertir en el árbol de la vida de larga duración por medio de Cristo, o en el árbol del conocimiento del bien y del mal, que pronto desaparecerá, por medio de Satanás. Aquellos que desean la vida eterna invertirán su tiempo en la devoción a Jesucristo. Considere y enfóquese en el objetivo final de convertirse en miembro de la Familia de Dios en su Reino venidero. Centrarse en esa meta nos ayuda en nuestra batalla contra Satanás, que trata de robar y manipular nuestro tiempo. Por favor lea o vuelva a leer nuestro folleto El misterio del destino humano para una comprensión más profunda de nuestro objetivo final.
Al establecer metas específicas con Jesucristo tenga cuidado de no establecer bastos y vagos objetivos sin planes detallados; ellos no nos ayudarán a dedicar nuestro tiempo adecuadamente. Divida la meta a un nivel que sea fácil de alcanzar. Pequeños logros llevarán a una mayor recompensa, y no permitirán que nos abrumemos. Si comenzamos con metas demasiado grandes y nos quedamos cortos demasiado pronto, podemos desanimarnos y desconectarnos y, por lo tanto, rendirnos antes de alcanzar el éxito.
Por ejemplo, si tiene la meta de leer más la Biblia este año, comience con una meta pequeña y específica, como, por ejemplo: “Leeré la Biblia al menos cinco minutos por día”. Luego, concrete cómo logrará esta meta, algo como:
• Comenzar con el libro de Proverbios
• Leer mientras tomo mi café de 6:45–6:50 a.m.
• Anotarlo en mi calendario para no olvidarlo
Haga que la meta sea tan pequeña que sea imposible desviarse de la meta final. Luego, cuando logre la meta de cinco minutos de lectura de la Biblia, ya estará comprometido y pronto comenzará a invertir otros diez minutos, o quince. Entonces, de repente, la inversión de tiempo se convierte en un hábito rentable. El mismo enfoque de "comenzar poco a poco" puede aplicarse al resto de nuestros objetivos en la vida.
2. Mantenga un registro de su progreso. Si no monitoreamos nuestro progreso, nos desvincularemos de nuestros objetivos. Esta práctica contribuye a que nuestro tiempo y objetivos sean más tangibles. Es útil para nosotros ver nuestro plan en acción y visualizar los resultados.
Podemos usar un calendario o una agenda. Podríamos hacer hojas de cálculo para registrar nuestros logros específicos. También sería útil leer cómo los expertos en este tema llevan registro de la inversión de su tiempo. Encuentre lo que funciona para usted y, al final de cada semana, reflexione y medite sobre su progreso. Anote en qué invirtió su tiempo. Pregúntese “¿Mi inversión produjo ganancias o resultó en pérdidas?” Sea específico, sea serio y hágalo nuevamente la semana siguiente.
¡Amigos míos, es hora de que tomemos el control de nuestro tiempo! Todos los días, nuestro Creador nos paga $86,400 dólares en "monedas de tiempo". Invirtamos y hagamos rendir nuestro tiempo este año. Seamos disciplinados al establecer metas específicas con Cristo, y con su ayuda, hagamos seguimiento a nuestro progreso. Los que son fieles en lo poco serán fieles en mucho (Lucas 16:10). No sepultemos nuestra inversión en la arena, sino maximicemos nuestro rendimiento para Cristo.