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Muchas personas en Estados Unidos y en el extranjero ven la decadencia moral y política del país. El presidente de Estados Unidos reconoció, al menos parcialmente, este hecho en su lema “Make America Great Again” (Hacer a America grande de nuevo): no es necesario ser “grande de nuevo” si ya es grande o a menos que vea al país en un estado de decadencia. Este eslogan pegadizo le hace a las personas recordar mejores tiempos.
Mientras muchos esperan y creen que Estados Unidos puede volver a ser grande de nuevo, el escritor y empresario, Jeff Thomas, recientemente presentó un argumento convincente de la historia, de que los imperios en decadencia no cambian su rumbo, sino que continúan su descenso. En su comentario, publicado en el sitio web del financiero Doug Casey, InternationalMan.com, Thomas dijo que los imperios que se deterioran nunca recuperan su estado anterior, y señala que “históricamente, esto nunca ocurre. Los imperios caen a una velocidad alarmante, porque los sistemas de apoyo que lo hicieron posible los han abandonado y han resurgido en otros lugares”. El señor Thomas finalizó su artículo con la poderosa observación sobre la continua decadencia de Estados Unidos y su impacto en el mundo: “Todo comienza a tomar forma para convertirse en un desastre de clase mundial... uno diferente a todo lo que hemos visto antes”.
El profeta Jeremías fue inspirado a escribir una larga profecía con un cumplimiento doble: uno para su tiempo, hace aproximadamente 2,500 años atrás; y otro para el fin de esta era. Sus advertencias fueron dirigidas a las naciones de descendencia israelita que olvidarían y abandonarían a su Dios. Jeremías escribió: “porque pronto vendrá sobre nosotros el destruidor” (Jeremías 6:26); y: “Quebrantamiento sobre quebrantamiento es anunciado; porque toda la tierra es destruida; de repente son destruidas mis tiendas, en un momento mis cortinas” (Jeremías 4:20). Isaías escribió una profecía similar a los hijos de Israel: “Ay de los hijos que se apartan… por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente” (Isaías 30:1, 13) Las naciones decaen lentamente con el tiempo, pero su caída final puede ser rápida. Para más información sobre este ciclo de decadencia nacional, lean nuestro artículo “¿Está usted realmente ‘velando’?”