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Recientemente Nueva Zelanda aprobó lo que muchos ven como una ley de aborto “progresista” que permite el aborto, sin restricciones, hasta las 20 semanas de embarazo (5 meses) (New York Times, 18 de marzo de 2020). Nueva Zelanda era una de las pocas naciones industrializadas que todavía consideraba el aborto como un acto criminal.
La nueva ley permite los abortos después de las 20 semanas de embarazo, “solo si el profesional de la salud cree que el aborto es clínicamente apropiado en esas circunstancias”. La legislación está redactada de manera muy amplia y está abierta a la interpretación, como admiten algunos legisladores liberales de Nueva Zelanda. Por ejemplo, “el proyecto de ley no dice qué cuenta como apropiado. Solo establece que el profesional de la salud debe consultar con al menos otro colega y tomar en cuenta ‘todos los estándares legales, profesionales y éticos relevantes’, la salud física y mental de la mujer y el ‘bienestar general’' y la edad del feto”. Algunos opositores a la ley creen que esto podría permitir fácilmente que los abortos ocurran hasta el nacimiento, dadas las circunstancias correctas. Y algunos creen que la ley podría utilizarse para casos de selección de sexo, en los que un bebé es abortado simplemente porque la madre quiere un bebé de un género diferente.
A medida que el valor de la vida continúe disminuyendo en las naciones de descendencia israelita (como Nueva Zelanda), no es sorprendente que la vida de un bebé en el útero también sea irrelevante. Un elemento de la ley que Dios le dio a la antigua nación de Israel para diferenciarlos de otras naciones, es la importancia de la vida por nacer (Éxodo 21:22-23), ¡en el que a un feto se le da el mismo valor que se le da a un adulto! En toda la Biblia vemos que Dios condena el sacrificio de niños inocentes a los dioses paganos. El aborto no es diferente cuando se utiliza como método anticonceptivo. Estas leyes de aborto “progresistas” son simplemente un barómetro que muestra el mayor declive de la moral social. Para más información sobre cómo Dios ve la plaga moderna del aborto, lean “La realidad del aborto”.