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Jesús a menudo se compadecía de los necesitados. ¿Podemos aprender de su ejemplo?
Durante la vida de Jesucristo como ser humano, a menudo se sintió profundamente conmovido y tuvo compasión por las personas que estaban enfermas, ciegas, lisiadas, hambrientas o que sufrían de otros problemas, como la posesión demoníaca o el dolor por la muerte de un ser querido. Estaba sinceramente preocupado por el sufrimiento y la desgracia por la que atravesaba la gente. Encontramos varios ejemplos de la compasión de Jesús en la Biblia, incluyendo casos en los que incluso se conmovió hasta las lágrimas. La compasión de Jesús por las personas y su sufrimiento fue uno de los muchos rasgos de su perfecto carácter, los cuales podemos apreciar genuinamente y ser inspirados por ellos.
Aprender y crecer en compasión es importante especialmente durante la pandemia de la Cóvid-19 debido al sufrimiento que ha causado. Muchos han perdido sus trabajos y están teniendo dificultades para comprar alimentos, y el futuro no se prevé seguro para muchos en la sociedad. Otros han perdido amigos o familiares, o incluso sus propias vidas. Ahora es un buen momento para sentir compasión por los demás como lo hizo Jesús.
Uno de mis ejemplos favoritos de la compasión de Jesucristo se encuentra en Mateo 20:29–34. Este pasaje describe el momento en que Jesús estaba saliendo de Jericó mientras un grupo grande de personas lo seguía. Mientras caminaban, pasaron junto a dos ciegos sentados junto al camino. Cuando los dos hombres se dieron cuenta de que Jesús estaba en el grupo que pasaba, clamaron para que Él tuviera misericordia de ellos y los sanara (aparentemente, ya habían oído hablar de Jesucristo y de Su poder para sanar). Algunas personas en la multitud les advirtieron que se callaran, pero gritaron aún más. Pidieron desesperadamente ser sanados porque creían que Jesús podría aliviarlos de su ceguera. Los versículos 32–34 describen un momento muy especial: “Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron”.
Esta historia de compasión es muy conmovedora e incluso pudo habernos hecho llorar. Quizás a los dos hombres les brotaron lágrimas al recibir la vista. Los hombres anhelaban que se les abrieran los ojos para salir de su sufrimiento. Cuando Jesús escuchó su clamor de ayuda, se sintió movido a compasión, y luego actuó en consecuencia. Los dos hombres probablemente contaron esa historia cientos de veces por el resto de sus vidas.
La Biblia registra muchos otros ejemplos de la compasión de Jesús por los enfermos, los ciegos, los cojos y otras personas que sufrían. También sanó a muchos que estaban afligidos por demonios (Mateo 8:16).
Cristo incluso resucitó algunas personas de entre los muertos por la compasión que sintió por la familia que estaba en duelo. En Lucas 7:11–15, leemos sobre el momento en que Jesús se encontró con una viuda en la ciudad de Naín. Esto es lo que hizo Jesús cuando la conoció y se dio cuenta de que era viuda y que su único hijo había muerto: “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: ‘No llores’. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: ‘Joven, a ti te digo, levántate’. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre".
Este es uno de los muchos ejemplos conmovedores sobre la compasión de Jesucristo. Y, como muestra este ejemplo, ayudó especialmente a personas con pruebas severas, como esta mujer que anteriormente había perdido a su esposo y ahora a su único hijo. Jesús enseñó y vivió en “corazón y alma” la religión que llevaría Su nombre, que era ayudar y preocuparse por los demás, especialmente de los más necesitados (Mateo 25:31–46; Santiago 1:27).
Jesús tenía una gran compasión y la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás. Sabiendo de antemano que resucitaría a Lázaro de la tumba, Jesús lloró cuando María se lamentó ante él (Juan 11:28–42). A Jesús le importaba profundamente cómo se sentían las personas, si estaban sufriendo, y los detalles de sus vidas (Hebreos 4:15).
El coronavirus ha causado mucho sufrimiento. Al pensar en los ejemplos de Jesucristo, podemos crecer en compasión, lo que puede motivarnos a ayudar, apoyar, alentar y orar por los necesitados. Esto nos ayudará a acercarnos un poco más al logro de la maravillosa meta de desarrollar la hermosa mente de Jesucristo (Filipenses 2: 5).